"Fueron muchos años de maltratos y humillaciones, pero ya no más, hoy, voy a ser todo lo que yo quiera ser".
Viviana es una chica abandonada por su madre, y en quien su padre descarga todas sus frustraciones. Pero un ángel dará luz a su vida y le ayudará a cruzar las más densas tinieblas.
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Perdónenme
— Si deciden rechazar mi ayuda, lo entenderé, pero por favor, piénsenlo bien. Estoy aquí porque quiero asegurarme de que estén bien y seguros. No quiero que sufran más de lo que ya han sufrido. Solo quiero ayudar. ¿Qué dicen?
Los dos se miraron el uno al otro, con una expresión de duda en sus rostros. Después de un momento de silencio, la chica finalmente habló.
— Doctor, no sé qué decir. Estamos agradecidos por su ayuda, de verdad lo estamos. Pero dejemos que el tiempo decida por nosotros. Déjenos pensar en su ofrecimiento y le daremos una respuesta pronto.
Asentí con comprensión y les dije que estaría esperando su respuesta. Nos despedimos en un tono cordial y me fui de allí con un sabor amargo en mi boca. ¿Había ido demasiado lejos al interferir en sus vidas de esa manera? ¿Había sido correcto de mi parte actuar de esa manera, sin saber realmente cuáles eran sus circunstancias? No lo sabía, pero una cosa era cierta: no podía dejar de preocuparme por ellos.
Durante los días siguientes, no pude sacar de mi mente a esos dos jóvenes, sobre todo a la chica. Me sentía culpable por haberlos metido en esa situación y por haber cuestionado sus motivos para estar juntos. Había actuado impulsivamente, sin pensar en las posibles consecuencias de mis acciones.
Finalmente, recibí una llamada de recepción, donde me avisaron que me buscaba una joven, de todo pensé, menos que fuera ella, casi me caigo de la silla cuando la vi. Ella dijo que estaba agradecida por mi preocupación y me dijo que habían decidido aceptar mi ayuda. Habían pensado en ello y habían llegado a la conclusión de que realmente necesitaban un lugar seguro donde vivir, pues la señora los estaba prácticamente echando. Me sentí aliviado y agradecido de que hubieran aceptado mi oferta, después de todo era mi responsabilidad.
Los acompañe al nuevo lugar donde iban a vivir, un lugar seguro y cómodo. Me aseguré de que tuvieran todo lo que necesitaban para empezar de nuevo. Quedé de visitarlos después para asegurarme de que estuvieran bien, esperaba que poco a poco, fuéramos construyendo una relación de confianza y respeto.
Con el tiempo, los hermanos Alvarado se recuperarían por completo y empezarían a reconstruir sus vidas. El chico continuó con su tratamiento y poco a poco se recuperó de su enfermedad. También encontró un trabajo y empezó a estudiar nuevamente. Estaba orgulloso de todo lo que habían logrado y de la fuerza que habían demostrado.
A veces, pienso en aquellos días turbulentos que debieron vivir esos chicos, y me hace sentir bien las decisiones que tomé. Me doy cuenta de que no siempre actué de la manera más adecuada, pero también sé que lo hice con la mejor intención. Aprendí que a veces, la ayuda puede venir de donde menos lo esperas, y que es importante ser empático y compasivo con aquellos que están pasando por momentos difíciles.
Los hermanos Alvarado me enseñaron muchas cosas durante este tiempo, y estoy agradecido de haberlos conocido. Aprendí que el amor y la solidaridad pueden surgir en los momentos más inesperados, y que a veces, lo único que se necesita es una mano amiga para salir adelante.
Los hermanos Alvarado se convirtieron en una parte importante de mi vida, y sé que yo de la suya. Sigo siendo el médico del chico, pero también me convertí en su amigo. Juntos, ellos han superado muchos desafíos y compartido muchas alegrías. Y en cuanto a mí, todo comenzó con una pequeña chispa de empatía y compasión que encendió un fuego de amistad y amor. Y digo amor, porque hoy por hoy, ya tengo claro de que estoy enamorado de Viviana Alvarado, pero este es un amor imposible, ya que ella es una menor de edad, y en la vida hay límites que no se pueden sobrepasar.
Con ellos he aprendido a ser más relajado, confían en mí, y por eso, siempre estaré agradecido de haber conocido a los hermanos Alvarado y de haber tenido la oportunidad de ser parte de sus vidas.
— Oye, ¿Por qué estás tan distraído? ¿En qué tanto piensas?
Mi hermana otra vez, ella últimamente se la pasaba analizando todos mis movimientos.
— ¿No tienes otra cosa mejor que hacer? A propósito, estoy pensando en regalarte el viaje a París que tanto deseas, sería bueno que te quedes por allá un tiempo, tal vez unos treinta años como mínimo.
Ella me fulminó con la mirada.
— Quieres sacarme de en medio para que no te descubra ¿cierto? Sé que estás pensando en una mujer, y también sé que esa mujer, es la chica de la cual te has vuelto guardián, ¿Sabes que tengo mucha curiosidad por conocerla? Si ella logró poner tu mundo de cabeza, tiene que ser alguien excepcional.
Mi cabeza estaba doliendo ya.
— Basta con esto por favor, no armes historias ficticias en esa cabeza, mejor vete a dormir y piensa en algo productivo.
Me levanté de allí y me fui a mi habitación, por dios, ¿A quién quería mentir o engañar? Era verdad, yo estaba perdidamente enamorado, y callar este sentimiento me estaba matando.
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Por otro lado.
— No puedes seguir bebiendo de esta manera Rafael, ya tienes que parar, llevas más de un mes aquí bebiendo todos los días, tienes que regresar a tu casa y atender tu negocio.
— Déjame beber hasta que pierda la razón o hasta que me muera, no tengo nada, soy un maldito infeliz, lo perdí todo, y me lo merezco, soy una basura, merezco morir.
— ¿De qué estás hablando? Por favor Rafael, tus hijos deben estar preocupados por ti.
— Jajajajaja mis hijos, que ironía, es precisamente por ellos, por mis hijos que estoy así, ellos me odian, y me lo merezco, siempre fui una escoria con ellos, los maltrate y esclavice pensando que no eran mis hijos, y resulta que si lo son, todos los son, y yo no lo sabía.
Rafael llevaba algo más de un mes alli, rento un pequeño cuarto en el segundo piso de aquella taberna, y se dedicaba a beber día y noche, pues el dolor y la pena que traía era muy grande.
— Entiendo el como te debes sentir, pero si te equivocaste ve y corrígelo, no es aquí ahogándote en el alcohol y el dolor que te vas a sentir mejor, los problemas se enfrentan Rafael, si te equivocaste, entonces asume y enmienda.
Paso una semana más y Rafael decidió ir a casa, tenía que darle la cara a esos muchachos y tratar de resarcir un poco su error. Al llegar al taller se dio cuenta de que los muchachos estaban trabajando, pensó mucho para bajar de la camioneta, pero con toda decisión camino al local y se paró en medio, la mirada de los tres chicos estaban sobre el y se sentía muy nervioso.