narra la intensa y misteriosa historia de dos poderosos empresarios en Seúl. Gael Kim, un enigmático y carismático magnate que oculta su identidad, y Jinwoo Lee, un frío y calculador multimillonario con conexiones en el mundo criminal. A pesar de sus diferencias, ambos se sienten atraídos de manera inexplicable tras un primer encuentro. Mientras enfrentan a sus enemigos, Seo-jun y Minji, que buscan separarlos por venganza y ambición, Gael y Jinwoo luchan contra sus propios demonios, descubriendo que sus destinos están entrelazados por algo mucho más profundo que el poder.
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Sombras en el Club
El club nocturno era un laberinto de luces parpadeantes y sonidos envolventes. Jinwoo y Gael se adentraron en la pista de baile, donde las sombras de los cuerpos danzantes se mezclaban con la música pulsante. La atmósfera era eléctrica, pero el miedo acechaba en el fondo de sus mentes. Sabían que no podían confiar en nadie.
—¿Te sientes cómodo aquí? —preguntó Gael, observando a su alrededor mientras se abrían camino entre la multitud.
—No realmente —respondió Jinwoo, su mirada fija en el grupo que había identificado al entrar—. Pero necesitamos respuestas, y este es el lugar para encontrarlas.
El grupo al que se acercaron estaba compuesto por hombres de aspecto rudo, cada uno con su propia aura de peligro. Uno de ellos, un hombre corpulento con una cicatriz que le atravesaba la mejilla, se encontraba en el centro, hablando en voz alta y riendo. Era Kyung-soo, un viejo conocido de Jinwoo, y uno de los pocos que podía proporcionar información valiosa.
Cuando llegaron al grupo, el ambiente se volvió más tenso. Las miradas se detuvieron en ellos, y Jinwoo sintió la presión del juicio.
—¿Jinwoo? —preguntó Kyung-soo, su voz sorprendida pero curiosa—. ¿Qué haces aquí?
—Kyung-soo —dijo Jinwoo, intentando mantener la calma—. Necesitamos hablar, en privado.
Kyung-soo lo miró de arriba a abajo, evaluando la situación. Finalmente, asintió y los condujo hacia una esquina más alejada del club, donde el ruido de la música era un murmullo distante.
—¿Qué está pasando? No te he visto en años. ¿Te has metido en problemas? —preguntó, sus ojos brillando con interés.
—La mafia nos está buscando —respondió Jinwoo, mirando de reojo para asegurarse de que nadie escuchara—. Dong-hyun. Necesitamos información sobre sus movimientos y cualquier cosa que pueda ayudarnos.
Kyung-soo se cruzó de brazos, su expresión seria.
—Dong-hyun es un pez grande. ¿Por qué crees que estaría dispuesto a arriesgarse por ti? —preguntó, la desconfianza evidente en su tono.
—Porque no tengo a nadie más —respondió Jinwoo, sintiendo la frustración crecer dentro de él—. Y tú sabes que si él te encuentra, no dudaría en hacerte daño. Este no es solo un juego. Necesitamos unir fuerzas.
Gael, que había estado observando en silencio, decidió intervenir.
—Si te ayudamos, Kyung-soo, podrías salir de esto también. No estamos buscando guerra, solo información para mantenernos a salvo —dijo, intentando ganar la confianza del hombre.
Kyung-soo consideró sus palabras, sus ojos se movían entre los dos hombres. Finalmente, pareció aceptar su argumento.
—De acuerdo, tengo algunos contactos que pueden saber algo —dijo, pero su voz se tornó cautelosa—. Pero primero, necesito saber qué tienes para ofrecerme a cambio.
—No tengo dinero —respondió Jinwoo, sintiendo el peso de la situación—. Pero puedo ayudarte a conseguir un trato. Hay cosas que puedo hacer, contactos que tengo en el mundo empresarial.
Kyung-soo se rió, pero no con desprecio. Era un sonido que resonaba con el conocimiento de que el mundo en el que vivían estaba lleno de compromisos.
—Eso suena interesante, pero quiero algo más. Quiero asegurarme de que estés dispuesto a actuar cuando sea necesario —dijo, cruzando los brazos—. ¿Qué te hace pensar que no te traicionaré?
—No hay garantía de que no lo hagas —respondió Jinwoo, mirando fijamente a Kyung-soo—. Pero te conozco, y sé que valoras tu vida. La lealtad es algo que se gana, y espero que puedas demostrar que todavía tienes un poco de eso en ti.
Kyung-soo sonrió, y aunque era una expresión distante, había un destello de respeto en sus ojos.
—Está bien, pero si me traicionas, no me verás venir. La mafia no es el único peligro en esta ciudad —advirtió, su tono de voz bajo y grave.
—Lo sé —dijo Jinwoo, sintiendo el peso de la advertencia.
Mientras hablaban, la música cambió a una melodía más lenta, y un grupo de bailarines comenzó a llenar la pista. La atmósfera del club se sentía más intensa y las miradas se volvían más curiosas.
—Hay un lugar al que puedes ir para hablar con mis contactos. Pero necesitas ser cauteloso. Si Dong-hyun se entera de lo que estás haciendo, no dudaría en eliminarte —dijo Kyung-soo, su voz seria.
—¿Dónde? —preguntó Gael, manteniendo la atención en su objetivo.
Kyung-soo les dio instrucciones sobre un bar clandestino que se encontraba en un área más oscura de la ciudad. Allí, podrían encontrar a alguien que tenía información sobre los movimientos de Dong-hyun.
—¿Y cómo llegamos allí sin ser vistos? —preguntó Jinwoo, sintiendo que el tiempo se agotaba.
—Salgan por la entrada trasera. El camino es largo, pero confíen en mí —dijo Kyung-soo, señalando una salida oculta.
—Gracias, Kyung-soo —dijo Jinwoo, sintiendo un renovado sentido de determinación.
—Ten cuidado. No confíes en nadie más allá de mí. La gente aquí no es como solía ser —advirtió el hombre, mientras los tres se dirigían hacia la salida.
Al salir del club, Jinwoo y Gael intercambiaron miradas de preocupación. Sabían que el camino que tenían por delante sería peligroso, pero no había vuelta atrás. Cada paso que daban los acercaba más a la verdad, y Jinwoo se sentía cada vez más atrapado entre su pasado y su presente.
La noche era fría, y mientras caminaban hacia el lugar que Kyung-soo les había indicado, Jinwoo no podía sacudir la sensación de que se avecinaba una tormenta. La oscuridad de Seúl se extendía ante ellos, pero con cada paso, una chispa de esperanza crecía en su interior.