Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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El peligro de ser
El aire frío de la noche me resultaba un alivio, una especie de respiro de todo lo que había sucedido ese día. Me sentía algo más liviano, aunque las palabras de Minseok seguían rondando en mi cabeza, recordándome a Hyunmin, pero mientras caminaba, escuché pasos detrás de mí, y no eran solo los míos.
De repente, antes de que pudiera reaccionar, sentí que me arrastraban hacia un callejón al costado del bar. Todo sucedió en cuestión de segundos. Al principio pensé que alguien me había confundido, pero cuando vi la cara de Jaeyoung, mi estómago se hundió.
-¿Qué pasa, Junsu?- Dijo Jaeyoung con una sonrisa socarrona. -¿Sigues siendo el mismo, no? Aunque ahora… no recuerdo bien, ¿eres un sigma o algo así?-
El corazón me dio un vuelco, pero mantuve la mirada fija, sin responder. No les daría el gusto de que me vieran nervioso, aunque por dentro todo en mí estaba gritando.
Uno de sus amigos soltó una carcajada burlona.
-¿Sigma?¿Qué es eso?- Preguntó, como si fuera un chiste.
Jaeyoung se encogió de hombros, con una sonrisa que me hacía querer vomitar.
-Es como… un omega con complejo de alfa. Algo así.- Se burló, su tono lleno de desprecio.
Sentí la sangre subir a mi cabeza. Era mucho más que eso. Ser un sigma no era solo una etiqueta, era una condena, una existencia que nunca quise y que me hacía vivir entre sombras, ´pero no tenía caso explicárselos. Me mordí la lengua, sintiendo el dolor punzante en mi pecho.
-Siempre quise probar a un sigma.- Continuó Jaeyoung, sus ojos bailando de malicia. -Ver qué tan diferentes son de los omegas.-
El pánico comenzó a apoderarse de mí cuando me di cuenta de lo que estaba insinuando. Antes de que pudiera reaccionar, Jaeyoung y sus amigos me rodearon. Intentaron sujetarme, uno de ellos tirando de mi brazo mientras otro empujaba mi pecho contra la pared del callejón.
-¡Suéltame!- Grité, mi voz llena de rabia, pero también de miedo. No podía dejar que esto sucediera, no así.
Sabía que los sigmas tenían una fortaleza física que superaba a los omegas, incluso a algunos betas. Golpeé con el codo a uno de los amigos de Jaeyoung, haciéndolo tambalearse hacia atrás. Escuché su quejido de dolor, y por un momento pensé que podría salir de esta.
Pero entonces lo sentí. Las feromonas de Jaeyoung, como una ola sofocante, una marea que me aplastaba desde adentro. Mi cuerpo se paralizó, y mi respiración se hizo pesada. Jaeyoung era un alfa como Hyunmin, sus feromonas tenían un efecto devastador en mí, más ahora que estaba debilitado.
-¿Ves?- Dijo Jaeyoung con una sonrisa retorcida. -Los sigmas son solo una versión rota de los omegas.-
Las feromonas me envolvieron, me quemaron por dentro. Sentía mi cuerpo colapsar bajo el peso de todo, mi mente se nublaba, las manos temblaban mientras trataba de resistir el control que Jaeyoung intentaba imponerme.
No podía respirar. Las feromonas se mezclaban en el aire, chocaban contra las mías, descontroladas, caóticas. No podía seguir peleando. Mis rodillas cedieron, y caí al suelo con un golpe seco.
-Eso es. Al final, todos se rinden.- Susurró Jaeyoung mientras me observaba desde arriba, su mirada llena de satisfacción.
Todo comenzó a volverse borroso. La presión en mi pecho era insoportable, y el frío del pavimento era lo único que podía sentir mientras todo a mi alrededor se desvanecía en la oscuridad.
El último sonido que escuché antes de perder el conocimiento fue una mezcla de risas y el eco de mis propios gritos sofocados.