Para Emma Blake, una joven decidida y de fuertes convicciones, casarse con un hombre como Nicholas Marshall, el imponente magnate empresarial, jamás estuvo en sus planes. Sin embargo, el destino y una jugada cruel del poder los ha unido en un acuerdo imposible de rechazar: un matrimonio por conveniencia que podría salvar la vida de su familia y las finanzas del imperio Marshall.
Nicholas es frío, calculador y tiene una reputación impecable en los negocios, pero detrás de su fachada de acero esconde secretos oscuros y una necesidad insaciable de control. Para él, este matrimonio no es más que un trato, una forma de proteger su legado familiar
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Capitulo 14
La música envolvía el gran salón, creando una atmósfera de elegancia y misterio. Los rostros de los invitados estaban cubiertos con máscaras ornamentadas, cada una más elaborada que la anterior, ocultando sus verdaderas identidades mientras el baile de sociedad tomaba forma. Era una noche en la que las reglas no existían, en la que los secretos se movían entre las sombras y las intenciones ocultas comenzaban a desenredarse bajo la tenue luz de las lámparas de araña.
Emma se encontraba en el centro de la sala, su máscara dorada ajustada perfectamente a su rostro. Cada mirada que lanzaba a su alrededor la hacía sentir que estaba caminando sobre terreno peligroso. A su lado, Nicholas, con su impecable traje negro y una máscara que ocultaba parcialmente sus facciones, no dejaba de atraer la atención. Su presencia dominaba la sala, pero había algo en él esa noche, algo que ella no podía descifrar del todo.
Los cuerpos danzaban al ritmo de la música, pero Emma no podía concentrarse. Sentía los ojos de Nicholas sobre ella, cada vez más intensos, pero no era el único. Los susurros de los invitados, las miradas furtivas que intercambiaban entre ellos, todo parecía indicar que había más en juego de lo que aparentaba.
“Disfrutas el espectáculo, ¿verdad?” La voz de Nicholas era un susurro bajo, cargado de una sensualidad peligrosa, mientras se acercaba a ella desde detrás, sus labios rozando apenas su oído.
Emma se estremeció, incapaz de ocultar la reacción de su cuerpo ante su proximidad. Intentó mantener la calma, recordándose que no podía permitirse caer bajo su control, no cuando las intenciones de Nicholas eran tan difíciles de descifrar. Pero era imposible resistirse cuando él estaba tan cerca, tan embriagador.
“Este baile tiene un aire diferente, ¿no crees?” Emma se volvió hacia él, sus ojos encontrándose con los suyos a través de las máscaras. Sabía que Nicholas no era el único que jugaba con las sombras esa noche. “Como si todos estuvieran esperando que algo suceda.”
Nicholas sonrió, esa sonrisa de medio lado que la hacía arder por dentro. “Este tipo de eventos siempre tiene más de lo que parece. Las máscaras, Emma… no solo las llevamos esta noche. Todos escondemos algo. Lo interesante es saber quién será el primero en quitarse la suya.”
Emma entrecerró los ojos, intentando desentrañar el significado detrás de sus palabras. Sabía que Nicholas jugaba con el misterio, siempre manteniéndola al borde, tentándola a cruzar límites que ella no estaba segura de querer traspasar.
“¿Y qué estás escondiendo tú, Nicholas?” Preguntó ella, desafiándolo, mientras una pareja pasaba junto a ellos, sus risas mezclándose con la música.
Él soltó una risa suave, seductora. “Eso depende de lo que estés dispuesta a descubrir.”
Antes de que pudiera responder, Nicholas extendió su mano, invitándola a unirse a la pista de baile. Emma lo dudó por un segundo, sabiendo que aceptar significaba adentrarse aún más en su juego. Pero su cuerpo, traicionándola, ya había decidido. Tomó su mano, sintiendo el calor que emanaba de él, y se dejó guiar hacia el centro del salón.
El contacto entre ellos era como una chispa, un fuego lento que amenazaba con desatarse. Nicholas la sostuvo cerca mientras se movían al ritmo de la música, su cuerpo firme y decidido contra el de ella. Cada giro, cada paso, parecía una coreografía de seducción cuidadosamente planeada.
“Debes tener cuidado, Emma,” murmuró Nicholas mientras la giraba suavemente. “Aquí, en este baile, no todos son lo que parecen. Algunos ya han comenzado a mostrar sus verdaderos rostros, aunque aún lleven una máscara.”
La advertencia en su tono la inquietó. Emma recorrió la sala con la mirada, tratando de captar las señales de lo que Nicholas insinuaba. Y entonces lo vio. Al otro lado del salón, una figura que le resultaba familiar. Una mujer, elegantemente vestida, pero con una presencia que Emma no podía ignorar.
Era la misma mujer que había visto antes, la que aún rondaba en la vida de Nicholas, su antigua amante. La tensión en su pecho aumentó mientras observaba cómo la mujer los miraba desde la distancia, con una sonrisa calculadora que no le gustaba nada.
“¿Ella está aquí también?” Emma intentó mantener la compostura, pero su voz traicionaba el torrente de emociones que la invadía.
Nicholas siguió su mirada, y aunque no dijo nada, la forma en que sus dedos apretaron ligeramente su cintura le confirmó lo que ya sabía. Ella aún tenía una influencia sobre él, y eso hacía que todo lo que había entre ellos fuera más incierto.
La música continuó, pero la danza entre ellos se tornó en algo más intenso, más urgente. Cada movimiento era una lucha silenciosa, un intento de control por parte de ambos, de no dejar que las emociones peligrosas que flotaban en el aire los consumieran.
“Estás jugando con fuego, Nicholas,” murmuró Emma, esta vez segura de sus palabras.
Nicholas la acercó aún más, sus labios rozando los de ella, pero sin llegar a besarla. “Lo sé. Pero eso solo lo hace más emocionante, ¿no crees?”