Akira un día despertó en el cuerpo de Mei, una princesa ignorada por su esposo el segundo príncipe, ahora Mei dejará de lado a ese esposo suyo y buscará liberarse de ese matrimonio y unirse al ejército de su padre.
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capítulo 24- en el palacio
Tal como indicó el emperador, Mei llego al palacio acompañada de Yama, en la entrada de la mansión donde se quedaría, el general ya la esperaba, Yama reconoció al chico, siendo quien le cedió una espada a Mei en aquella tienda, el general las saluda y mientras Yama lleva las cosas con ayuda de otros sirvientes, Mei se había quedado ante el general.
- la idea fue suya ¿cierto? No pensé que tuviera gran influencia ante el emperador.
- yo solo di mi sugerencia, no creí que lo tomaría en serio.
- pero gracias a eso, ahora tengo mi gran oportunidad.
Le da un golpe en el brazo al general, pero al darse cuenta de ese gesto de confianza, Mei se aparta un poco, el general solo sonríe levemente por ese gesto, pero la guía al patio de entrenamiento, los soldados entrenaban ahí, unos usaban arcos, otros espadas, para Mei ver todo eso, era fascinante, así que camino por todo el lugar, observando los entrenamientos, el general la seguía de cerca, era interesante ver a una chica emocionarse por cosas así.
Por otro lado, Jiro fue al palacio también, pero con el afán de protestar con el emperador sobre la decisión que tomo sobre Mei; el emperador aceptó recibirlo, aunque de mala gana, sobre todo porque Jiro entro molesto al salón.
- majestad...padre! No puede permitir que mi esposa entrene rodeada de hombres y menos con ese general.
- silencio, al menos tu esposa no es una cobarde como tú.
Jiro apretó los puños ante lo dicho, si, seguramente sigue enojado por el hecho de que ha estado rechazando el dirigir las tropas del tercer escuadrón.
- padre! Eso es algo muy diferente, además ella esta herida.
- a la princesa no pareció importarle esa herida. Quieres que revoque mi orden, prepárate y ve a dirigir al tercer escuadrón.
El príncipe se quedo callado, no, no puede dejar que use eso como chantaje, pero, si saben que su esposa, esta entrenando en el palacio, será la vergüenza del palacio. El emperador sonríe, no cabe duda que la primera concubina, solo crío a un cobarde, de ninguna manera podría considerarlo como el príncipe heredero, pese a ser su madre de mayor rango.
- parece que ya tengo mi respuesta. Largo de aquí.
Los guardias se acercan a Jiro, para pedirle que saliera, pero Jiro no quiere.
- padre! Por favor! Sabe la vergüenza que me hará pasar, todos dirán que mi esposa es una mujerzuela.
El emperador golpeo el brazo de su trono.
- tú esposa es una mujer valiente que protegió mi vida a costa de la suya, quien hable mal de ella, yo mandaré a cortar su lengua.
Jiro no puede creer que su padre llegue a esos extremos, pero no puede seguir provocando su irá o sería peor para él. En su camino de regreso al carruaje, se desvió para ir al campo de entrenamiento, si no pudo evitar que Mei este ahí, al menos debe vivilarla; al llegar puede ver como el general le enseña distintas espadas, todas del mejor material y entonces le entrega una, más delgada, resistente, pero ligera.
- está iría mejor con usted, siendo usted una chica pequeña.
- cierto, se siente más fácil de manejar.
Mei le sonríe al general, causando que Jiro, quien observa a lo lejos, sienta enojo por ello, antes, Mei sonreía para el de esa manera, pero ahora sonríe para ese hombre; cruza todo el lugar para ir hacia Mei y le jala del brazo.
- te regresas conmigo, no voy a permitir que actúes como una mujerzuela coqueta ante este ho...
Antes de siquiera poder seguir hablando, ya había recibido un golpe en la cara de parte de Mei, los presentes se sorprenden por ello, pues todos saben que ese chico, es el segundo príncipe. Jiro cae de espaldas al suelo, mientras Mei sacude su mano, pues le dolió un poco.
- a mi nadie va venir a ofenderme, menos un cobarde hijito de mami.
Los presentes se miran entre si, aguantando la risa, todo mundo sabe que el segundo príncipe es un cobarde que no ha querido ir a dirigir un escuadrón, además de que su madre lo ha sobre protegido desde su infancia, Jiro observa a todos, totalmente avergonzado, se pone de pié.
- te atreves a golpearme...soy el segundo príncipe y tu solo una...
Se detuvo al ver la mirada furiosa de Mei e incluso tenía el puño preparado para darle otro golpe, no piensa permitir que le insulte nuevamente, desde la ventana de su palacio, el emperador observa todo, ahora mismo podría enviar guardias para arrestar a Mei, pero, hasta él sabe, que el segundo príncipe, solo esta obteniendo lo que se merece, tal vez ser golpeado por una mujer, le anime a hacer un entrenamiento y que finalmente, dirija parte de su ejército. El general da un paso adelante.
- que la princesa este aquí, es orden de su majestad, a menos que traiga una orden firmada por él, usted no puede llevársela.
- silencio, solo eres un simple soldado, no tienes autoridad ninguna. Mei, deja de jugar y vamonos.
- ¿jugar? ¿Considera un juego lo que estos soldados hacen?
Jiro enseguida noto, como los soldados presentes le miran fijamente, aun cuando no dijo nada en contra de ello, las palabras de Mei sonaron como si en verdad eso hubiera querido decir.