Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO#3 : ¡NO ME TOQUES!
DUDAS AL BORDE
≪ James starling ≫
Me recuesto en el sofá del club, sintiendo la música vibrar a través de mi cuerpo. Estoy aquí con tres de mis amigos, intentando olvidar el desastre que es mi vida. Uno de ellos, Tom, me mira con curiosidad y pregunta:
—¿Era tu esposa la que llamaba?
Asiento, dejando caer mi cabeza hacia atrás, frustrado.
—Sí, me tiene harto. Desde que nos casamos, mi vida ha sido una tortura a su lado.
Tom frunce el ceño y se inclina hacia adelante.
—Entonces, ¿por qué no la dejas? ¿Por qué te empeñas en seguir con ella?
Levanto la cabeza y lo miro directamente a los ojos.
—Como bien sabes, nuestros padres nos comprometieron desde el momento en que se enteraron de nuestra relación en la universidad. No estoy seguro de sus motivos, tal vez creyeron que al ser novios compartíamos un amor lo suficientemente sólido como para dar ese paso. Sin embargo, ¿alguna vez me preguntaron si yo deseaba casarme? No. Por su parte, ella tampoco expresó desacuerdo; de hecho, parecía estar de acuerdo con la idea.
Noah me mira con una mezcla de compasión y desaprobación.
—Permíteme hablarte como tu mejor amigo… no la mereces.
Lo miro, atónito.
—¿Qué estás diciendo?
—Todos aquí somos conscientes de que decidiste comenzar una relación con ella desde el momento en que Débora te dejó. Es cierto que atravesabas un mal momento, como cualquiera, pero ¿no te parece injusto utilizarla para intentar olvidar? Desde que se casaron, ella ha entregado su vida a ti, y observa cómo la tratas.
Uno de los otros chicos, Mike, interviene, intentando calmar la situación.
—Ya, ya, vinimos aquí a pasarla bien. Cálmense, chicos.
Suspiro y me recuesto nuevamente en el sofá, sintiendo el peso de las palabras de Tom. Sé que tiene razón, pero no quiero admitirlo. Mi vida con Ana ha sido un constante recordatorio de mis fracasos y de las decisiones que tomé sin pensar en las consecuencias. Me siento atrapado en un matrimonio que nunca quise, y cada día es una lucha por mantener las apariencias.
≪ Ana Sinclair ≫
Al llegar a casa, me siento fatigada y desilusionada. Procedo a entrar y, al hacerlo, me quito los tacones en la sala, dejándolos a un lado. Coloco mi bolso sobre el sofá y subo directamente a la habitación, despojándome de la ropa antes de dirigirme a la ducha. Disfruto de un baño relajante, con la esperanza de que el agua caliente me ayude a liberar el estrés y, de este modo, poder conciliar el sueño.
Salgo de la ducha, seco mi cabello y me pongo mi bata de dormir. Me acomodo en la cama, esperando que el sueño me llame pronto. No transcurre mucho tiempo antes de que logre quedarme dormida, pero unas horas más tarde, escucho cómo se abre la puerta de la habitación. James entra, tambaleándose, evidentemente bajo los efectos del alcohol.
Lo observo con un sentimiento de amargura, incapaz de creer que no puede mantenerse en pie debido a la embriaguez que lo invade.
—Lo único que sabes hacer es beber, beber y beber.
Mientras pronuncio estas palabras, sujeto con firmeza la sábana que me cubre y la coloco nuevamente sobre mí, dándome la vuelta en la cama. Puedo escuchar cómo James se acerca y se acuesta a mi lado, tirando de mí hacia él y comenzando a besarme el cuello.
—Ahora no, no tengo ganas.
Él me observa, visiblemente confundido y molesto.
—¿De verdad? ¿Estás enojada? Te he expresado mis disculpas, lo olvidé, pero te prometo que te compensaré.
No le dirijo la mirada y simplemente le respondo:
—Por favor, aléjate de mí; apestas a alcohol.
James, ofendido por mi rechazo, comienza a lanzar comentarios hirientes.
—Ni siquiera eres capaz de cumplir con tus responsabilidades como esposa ni de satisfacer mis necesidades.
No le presto atención y simplemente me quedo en la cama, intentando dormir. Sus palabras me duelen, pero estoy demasiado cansada para discutir. Me doy cuenta de que esta es nuestra realidad, una vida llena de resentimiento y frustración.
Mientras intento conciliar el sueño, no puedo evitar pensar en cómo llegamos a este punto. Recuerdo los primeros días de nuestro matrimonio, cuando aún tenía esperanzas de que las cosas pudieran mejorar. Pero con el tiempo, esas esperanzas se desvanecieron, reemplazadas por una rutina fría y distante.
James siempre ha sido un hombre ocupado, dedicado a su trabajo. Al principio, admiraba su ambición y determinación, pero ahora solo siento resentimiento. Me siento sola, atrapada en un matrimonio sin amor, donde mis esfuerzos por mantener viva la chispa son ignorados.
Me pregunto si alguna vez seré feliz de nuevo, si alguna vez encontraré la paz que tanto anhelo. Pero por ahora, solo quiero dormir y olvidar, aunque sea por unas horas, la realidad de mi vida.
James finalmente se queda dormido a mi lado, y yo me quedo mirando el techo, sintiendo una mezcla de tristeza y desesperanza. Me pregunto si alguna vez podré escapar de esta prisión emocional en la que me encuentro. Pero por ahora, solo puedo esperar y soñar con un futuro mejor.
Me despierto con la luz del sol filtrándose entre las cortinas. Me estiro en la cama, esperando no encontrar a James a mi lado, como suele ser habitual. Sin embargo, me equivoqué. Allí está, profundamente dormido, con una respiración pesada y el olor a alcohol aún presente. Suspiro, experimentando una mezcla de frustración y resignación. Me levanto con precaución, procurando no hacer ruido. Me dirijo al baño para lavarme la cara, con la esperanza de que el agua fría me ayude a despejarme. Al mirarme en el espejo, observo las ojeras y el agotamiento en mis ojos. Procedo a cepillarme los dientes y recojo mi cabello en un moño.
Bajo las escaleras, sintiendo el silencio que reina en la casa. Me dirijo a la cocina y enciendo la cafetera. El aroma del café recién preparado inunda el ambiente, otorgándome un ligero consuelo. Mientras espero, abro el refrigerador y extraigo algunos ingredientes para preparar el desayuno. Opto por algo sencillo, únicamente para mí.
Preparo unas tostadas con aguacate y un huevo pochado. Dispongo todo en un plato y me siento a la mesa de la cocina, disfrutando del silencio y de mi desayuno. Cada bocado me recuerda que, a pesar de las circunstancias, es fundamental priorizar mi bienestar.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭