El odio entre Liam y Allison siempre ha sido evidente, cada enfrentamiento es una guerra intelectual. Ella es una chica lista y vengativa y él, un genio soberbio que cree estar siempre por encima de todos.
Pero lo que ambos ignoran es la afilada línea que separa su codicia por el poder, con sus impulsos y la atracción.
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Teoría de la confusión
~Liam
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La única razón por la que me atreví a rebajarme haciendo esa petición fue porque: uno, sí, estaba desesperado, mis notas nunca habían estado tan bajas y eso me estaba alterando el ciclo de sueño por tratar de entender qué es lo que estaba pasando conmigo. Dos, he de confesar que la pequeña Maquiavela era una buena tutora, y después de todo, ella era una de las mejores estudiantes –después de mí, claro está, esto no era nada más que un estúpido desliz—. Si era ella quien había provocado mi actual estado mental, entonces ella tenía que sacarme de allí.
Pero me ofende que haya pasado por su mente la posibilidad de que yo le pudiese pedir que manipulara el sistema de registro. Solamente me estaba costando trabajo concentrarme como antes y ya, no era ningún inútil incapaz de volver a elevar mi promedio sin trampas.
Por otro lado, me desconcertó totalmente que haya aceptado mi oferta. Digo, es la respuesta que quería, pero no la que esperaba. Mucho menos después de lo que pasó.
Carajo, era cierto. ¿Cómo pretendía yo actuar como si nada frente a ella cuando esa situación no dejaba de perseguirme ni dormido? Iba a ser muy extraño si solo aparentaba que nunca sucedió. ¿Y qué eran esas preguntas al azar acerca de sentir algo por ella? No iba a dejar que me tanteara así.
El jueves de esa semana acordamos que se quedaría después de la clase de filosofía, ya que era una de las últimas de ese salón, y la gente aprovechaba el espacio para tomarlo como una biblioteca menos privada. Personalmente, odiaba el bullicio, pero me estaba haciendo un favor, así que estaba atado a sus reglas y a la señorita no le agradaba estar cerca de las bibliotecarias.
Terminamos demasiado pronto, creo que ella tenía que ir a alguna parte. Había tenido algunas dudas durante la lección. Titubeé antes de decírselo, y terminó dándome igual, al final ya había regalado mi dignidad en una carta vacía para que tuviera plena libertad de alardear que me daba clases.
—Tengo una duda —le dije.
Estaba guardando sus cosas mientras me respondía.
—Dime.
—La epistemología y la semántica, son prácticamente lo mismo, ¿no? —dije, rayando mi libreta para indicarle a lo que me refería.
La vi, vi su cara de sorpresa al verme preguntar. Apuesto lo que sea a que se estaba mofando por dentro al saber que algo no me había quedado claro. ¿Por qué habré hecho esto?
—Pues... no exactamente —cerró su bolso y se lo colocó para tomar mi libreta y el bolígrafo que yo tenía en la mano—. Mira, la epistemología estudia el conocimiento, o sea, el hecho de cómo sabemos lo que sabemos, la semántica es más simple, solo busca qué significan las cosas, ¿me explico?
Escuché con atención. ¿A qué se debía esto?, ¿por qué estaba siendo inusualmente simpática conmigo ahora? Por un instante olvidé que esta era la misma persona con la que discutía todo el tiempo, la misma que me irritaba con sus comentarios. Su expresión permanecía seria, profesional, casi sentí algo de respeto por eso.
—Entonces la epistemología se enfoca en cómo verificamos el conocimiento y la semántica del significado, ¿verdad?
Asintió, para impresión mía, sin un atisbo de vacilación, hasta empecé a dudar si le habían practicado una lobotomía. No miento, no hizo ni un solo comentario burlesco en lo que llevaba del día, o quizá, a fin de cuentas sí tenía un poco de autocontrol. Sea lo que fuere, me servía.
Mientras me seguía explicando otras cosas antes de irse, Danielle, una compañera que apenas conocía, se acercó a nosotros. Se detuvo para explicarnos brevemente sobre un evento que celebraba la facultad a la vez que nos extendía la información que había en los folletos que llevaba en sus manos, luego se fue a hacia las otras personas que quedaban para hacer lo mismo con ellas.
Bajé de las gradas después de haber guardado mis cosas, junto a Allison, que caminaba lentamente mientras leía con atención el afiche que le habían entregado.
—¿Irás? —le pregunté, sólo por decir algo, tampoco es que me interesara saberlo en verdad. Y porque quería romper el silencio incómodo que había quedado.
—Uhm, sí —respondió, guardando el papel en su bolsillo—. Me parece que sí.
—¿En serio? Yo creería que eras muy aburrida para ese tipo de cosas.
No fue lo que quise decir, quise decir que pensaba que esa clase de eventos no llamarían su atención, pero volteé mis palabras. Es posible que esta vez haya visto una mirada inquisidora de su parte, pero se limitó a responder desinteresadamente.
—Depende mucho del ambiente y las personas, pero tampoco tengo nada mejor que hacer.