¿Qué harías si un día despertaras en un mundo totalmente desconocido?
Andaira, una joven del siglo XXI, despierta en la majestuosa mansión Valois sin memoria y con más preguntas que respuestas. En un reino de magia y misterio, deberá desenterrar los secretos de su pasado y descubrir su verdadero destino. Rodeada de intrigas y peligros, Andaira se encuentra con Kaiden, un valiente príncipe y poderoso general, quien la ayudará a enfrentar las sombras que amenazan su existencia.
A medida que Andaira explora este mundo mágico, se dará cuenta de que su vida está entrelazada con fuerzas antiguas y poderosas. ¿Podrá encontrar su verdadera identidad y salvar al reino de una oscura amenaza?
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Capitulo 9
Al regresar a la mansión, todos se sorprendieron al vernos. Nuestra ropa estaba hecha un desastre, y Kaiden seguía sangrando. Los sirvientes se apresuraron a ayudarnos, sus rostros reflejaban preocupación y miedo.
—¡Rápido, traigan vendas y agua caliente! —grité, tratando de mantener la calma mientras ayudaba a Kaiden a sentarse en un banco cercano.
Anna llegó corriendo con un botiquín de primeros auxilios y comenzó a limpiar la herida de Kaiden con manos temblorosas.
—Señorita, ¿qué ha pasado? —preguntó, su voz llena de preocupación.
—Nos encontramos con un demonio en el bosque —respondí, tratando de no alarmar demasiado a los presentes—. Pero Kaiden lo derrotó.
Kaiden apretó los dientes mientras Anna limpiaba la herida. Su mirada reflejaba una mezcla de dolor y determinación.
En ese momento, mis padres entraron apresuradamente en la habitación. Mi madre, una sanadora, se acercó rápidamente a Kaiden.
—Dejen eso en mis manos —dijo mi madre, tomando el control de la situación.
Colocó sus manos sobre la herida de Kaiden y comenzó a concentrarse. Una luz suave y cálida emanó de sus palmas, cubriendo la herida. Poco a poco, el sangrado se detuvo y la piel comenzó a cicatrizar.
—¿Qué les pasó? Esta herida es profunda y puedo sentir un poderoso veneno —dijo mi madre preocupada—. Esta herida podría haberlo matado, Alteza.
—Luchamos con un demonio, estaba absorbiendo toda la vitalidad del bosque para alimentar su poder. Él estuvo a punto de llevarse a Andaira —dijo Kaiden, aunque su expresión de dolor era palpable.
—¿Cómo es posible? Pero Andaira, ¿estás bien? —dijo mi padre sorprendido.
Respiré hondo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—Sí, estoy bien, gracias a Kaiden que llegó justo a tiempo y lo derrotó —dije, mirando a Kaiden. Un sentimiento extraño oprimió mi pecho al ver su dolor.
Mi madre terminó de tratar a Kaiden.
—Debería descansar, su Alteza —dijo mi madre, aún preocupada—. Aunque tengo un gran poder curativo, no he podido eliminar por completo el veneno. Mañana deberíamos continuar —dijo mientras les indicaba a los empleados que lo llevaran a una habitación.
—Gracias —murmuró Kaiden, aún débil por el veneno, aunque su rostro había recuperado algo de color.
—No me agradezca, gracias a usted Andaira está a salvo. Ahora le debemos mucho, Majestad —mi madre estaba completamente agradecida.
Varios empleados ayudaron a Kaiden, mi madre me observó por un momento mientras yo veía a Kaiden desaparecer por la puerta.
—Andaira, ven aquí —me indicó que me sentara, y colocó sus manos sobre mí. Empezó a curar las heridas hechas por el demonio; su luz era cálida y no me generaba ningún dolor.
—¿Segura que estás bien? —me miró preocupada mi madre.
—Sí, todo está bien madre y ahora estoy mejor —le dije para tranquilizarla, pero aún sentía la adrenalina de todo lo ocurrido y no creo que sea el momento para explicar que tengo poder sagrado ni que ese demonio ha estado aquí desde hace mucho.
—Pero creo que iré con Su Alteza, iré a ver que se encuentre bien. Después de todo, resultó herido por mi culpa —dije mientras me levantaba y salí de prisa para poder ver a Kaiden.
Al llegar a la habitación, lo vi completamente dormido. Debía estar agotado. Lucía tan tranquilo; su rostro era completamente hermoso. Podía ver su perfecta piel blanca y sus largas pestañas negras contrastaban. Su ropa había sido cambiada y le habían puesto una camisa ligera que dejaba ver parte de su pecho. Era increíble lo bien formado que estaba.
Me acerqué lentamente, tratando de no hacer ruido. Mi corazón latía con fuerza mientras lo observaba. No podía evitar sentir una mezcla de gratitud y admiración por él. Había arriesgado su vida para salvarme, y ahora estaba aquí, vulnerable y herido.
Me senté en una silla junto a su cama, sin apartar la vista de su rostro. Recordé cada momento de la batalla, cada instante en que pensé que lo perdería. Sentí una lágrima rodar por mi mejilla, pero la limpié rápidamente. No quería que nadie me viera así.
—Gracias, Kaiden —susurré, aunque sabía que no podía escucharme—. Prometo que haré todo lo posible para protegerte, como tú lo hiciste por mí.
Me quedé allí, velando su sueño, sintiendo una conexión aún más fuerte con él. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero juntos, podríamos enfrentarlo todo.
Pasaron varias horas y la luz de la luna llenaba la habitación, creando sombras suaves en las paredes. El ambiente era tranquilo, casi sereno, a pesar de la tensión que aún sentía en mi pecho.
De repente, Kaiden se movió ligeramente y emitió un suave gemido. Me acerqué más a su cama, preocupada.
—Kaiden, ¿me escuchas? —dije en voz baja, esperando una respuesta.
Él abrió los ojos lentamente y parpadeó varias veces antes de enfocarse en mi rostro. Una débil sonrisa se formó en sus labios.
—Andaira... ¿estás bien? —preguntó con voz ronca.
Asentí rápidamente, aliviada de verlo consciente.
—Estoy bien, gracias a ti. Pero eres tú quien necesita descansar y recuperarse —le dije, tratando de sonar firme pero amable.
—Estás hecha un desastre —dijo con una leve sonrisa—. Deberías descansar. Estaré bien.
No pude evitar sonreír ante su comentario, aunque sabía que tenía razón. La preocupación y el cansancio me estaban pasando factura, pero no podía dejarlo solo en ese estado.
—Quizá tengas razón, pero quiero asegurarme de que estés bien primero —respondí, acariciando suavemente su mano.
Él intentó incorporarse, pero yo lo detuve suavemente.
—Por favor, descansa un poco más. Has pasado por mucho —insistí.
Kaiden suspiró y volvió a recostarse, aunque sus ojos no se apartaron de mí.
—No quería que te lastimaran. No soportaría verte sufrir —admitió, su voz llena de sinceridad.
Sentí un calor en mi pecho al escuchar sus palabras.
—Y yo no quiero verte herido. Por eso, debemos ser fuertes y cuidarnos mutuamente —le respondí, tomando su mano entre las mías.
Nos quedamos así, en silencio, nuestras miradas hablando más que mil palabras. Sabía que no importaba lo que el futuro nos deparara, estaríamos juntos para enfrentarlo.
Después de un rato, Kaiden volvió a quedarse dormido, y yo continué velando su sueño. La noche avanzaba lentamente, y con ella, mis pensamientos sobre todo lo que habíamos vivido y lo que aún nos esperaba.
no lo sé... tal vez estoy paranoica
es fantástica
porque su madre no la sano???
pero me gusta