En un mundo sombrío dominado por vampiros tras la desaparición de los humanos, Killian, un aristócrata vampírico, se ve envuelto en una tormenta cuando recibe como regalo a su primer esclavo: Niki, una enigmática mujer cuervo, cautiva de su profundo resentimiento hacia los opresores de su especie. En esta historia tipo omegaverse, marcada por rivalidades intensas y desconfianza mutua, ambos protagonistas se enfrentan en un juego peligroso de seducción y venganza que desafía los límites entre la sumisión y el deseo. Adéntrate en este romance oscuro donde los corazones chocan en medio de las sombras más profundas del alma.
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El ángel caído.
—¡AGHHHH! —El grito de Nikolay resonó, desgarrador, mientras su cuerpo caía, envuelto en una lluvia de sangre dorada que se mezclaba con la tierra. La belleza de aquel destello dorado apenas ocultaba el dolor que lo envolvía, inmóvil y derrotado antes de poder reaccionar al ataque tan meticulosamente planeado.
Antes de estrellarse en el suelo, logró apenas murmurar:
—Huid...
Al impactar, intentó sobreponerse al dolor, concentrándose en su habilidad de regeneración. Sabía que debía curarse al menos lo suficiente para tener alguna posibilidad de luchar.
A unos metros, Niki contemplaba la escena aterrada, su pecho subiendo y bajando en pánico. Un grito desgarrador escapó de sus labios, resonando en el bosque, mientras Killian, asqueado y molesto, se cubría los oídos con irritación para protegerse del eco.
De repente, el cielo se rompió con relámpagos y truenos; una tormenta descomunal estalló como si los mismos dioses estuvieran enfurecidos, bañando la escena en una lluvia torrencial que enlodaba el suelo y convertía cada paso en una lucha.
Rick, sin embargo, permanecía imperturbable, con una sonrisa oscura en su rostro. Sin desviar la mirada de Nikolay, dio órdenes a dos de sus familiares, Óscar y Marcos, que aún aguardaban instrucciones.
—¡Atrapen a esa perra! —ordenó con un gesto severo.
Marcos, el omega, alzó vuelo ansioso, adelantándose a Óscar, que comenzó a correr tras él. El suelo, ahora una masa de barro resbaladizo, dificultaba su avance, pero la expresión de Rick mostraba indiferencia. Su objetivo estaba claro, y se movió directamente hacia Nikolay, regodeándose en la visión de su antiguo rival en el suelo.
Con paso lento, Rick se acercó a Nikolay, inclinándose sobre él mientras sus lacayos apresaban al ángel con gruesas ataduras. Su sonrisa era una mueca perversa de triunfo.
—Nos volvemos a encontrar, pájaro deforme… ¿Qué se siente verte a ti mismo en el suelo, ahora, mirándome hacia arriba? —susurró con malicia, saboreando la situación.
Nikolay, al oír esa voz, entrecerró los ojos. Esa voz… La reconocía. El recuerdo de su última confrontación lo llenó de rabia. Este vampiro, este ser al que había derrotado… Ahora volvía, cegado por la venganza, irradiando una energía siniestra que helaba la sangre.
—Tú… —gruñó, luchando contra el dolor, mientras forcejeaba para evitar que lo ataran al suelo. No podía permitir quedar inmóvil a merced de Rick, un monstruo con una mente trastornada.
Apoyó una mano en el suelo y, en un último esfuerzo, desintegró las ataduras a su alrededor, provocando una onda de energía que desmoronó todo a su alrededor. Los rangers, desconcertados, trataban de aferrarse al terreno resbaladizo, cayendo unos sobre otros en la confusión, mientras Rick era empujado y aplastado por el caos de cuerpos. En medio del tumulto, Nikolay se puso de pie, apenas manteniéndose sobre sus piernas temblorosas y lastimadas, pero libre al fin. La energía liberada había desintegrado todo lo no vivo en contacto con la tierra, dejando a varios de sus enemigos descalzos y desprovistos de ropa hasta las rodillas.
Miró en silencio el panorama: no podía regenerarse ni detenerse, solo podía correr. Los enemigos lo rodeaban por todas partes; la emboscada había sido planeada con una precisión brutal.
Desde la distancia, Niki temblaba, incapaz de apartar la vista de Rick, quien parecía aún más victorioso a pesar del desorden. Lo odiaba con toda su alma, pero el miedo de que asesinara a Nikolay la paralizaba. Hizo un esfuerzo por avanzar, pero fue detenida por Marcos, ansioso e inestable en su estado actual, que se alzó en vuelo con desesperación, decidido a intervenir.
La batalla apenas comenzaba, y las esperanzas se desvanecían en el barro.
—Kye, ¿no crees que has causado ya suficientes problemas? —preguntó Marcos con una sonrisa que destilaba un hambre venenosa.
Sus ojos brillaban de manera inquietante mientras su nariz se deleitaba con el aroma de Niki. Para él, recién convertido en vampiro, ella se había vuelto una delicia en todos los sentidos, y no intentaba ocultarlo. Niki le devolvió una mirada difícil de describir, vacía, como si el último pedazo de esperanza se hubiera esfumado de su alma.
Entretanto, Rick fruncía el ceño al ver cómo Nikolay había logrado liberarse.
—Mocoso escurridizo, ¿de verdad te crees rápido? —murmuró con tono burlón.
Con una frialdad imperturbable, Rick apartó a sus subordinados de un manotazo y se puso de pie, tomando un par de arpones. Al ver que las armas de fuego habían fallado, decidió recurrir a su habilidad como lancero, apuntando a una de las piernas de Nikolay con la intención de inmovilizarlo.
En el aire, Marcos continuaba sobrevolando la escena. A simple vista, cualquiera habría pensado que su presencia debía tranquilizar a Killian, ahora que el joven vampiro era oficialmente la pareja de Óscar y contaba con la lealtad de su clan. Sin embargo, Killian observaba a Marcos con una expresión fría, más bien disgustada. No entendía la razón de su propio rechazo hacia su futuro primo político, pero el instinto de posesión y desconfianza lo dominaba al ver cómo Marcos devoraba con la mirada a Niki, su Niki, su esclava, su posesión.
Aprovechando la cercanía, Killian se inclinó y susurró al oído de Niki, cuidando de que Marcos no pudiera escucharlo.
—Se ha vuelto un vampiro... No confíes en él. —Las palabras de Killian eran apenas un murmullo, cargado de veneno—. ¿No te apetece darle su merecido?
Con destreza, deslizó discretamente un pequeño ajo en la mano de Niki, justo en la mano que sostenía sus piernas como si fuera su princesa personal. Nadie podría haber sabido en qué momento exacto Killian había tomado ese ajo, ni siquiera él mismo estaba seguro de para qué lo había agarrado del suelo. Sin embargo, ahora lo sostenía con la clara intención de envenenar la mente de Niki contra Marcos.
—Méteselo en la boca... Que se trague su propio veneno —susurró con una maliciosa satisfacción, incitándola sutilmente.
Niki estaba atrapada en una tormenta de pensamientos. Sentía cómo las emociones la desgarraban por dentro, enfrentada a la visión de aquel ser que había sido su primer amor y la tentación maliciosa que Killian le imponía.
Mientras tanto, en tierra, Nikolay vivía su propia lucha desesperada. Tras un intento de fuga, había sido alcanzado de nuevo y ahora caía, directo en los brazos de Rick. Su cuerpo, exhausto y sangrante, ya no podía oponer resistencia.
Al ver la sonrisa cruel de Rick, un escalofrío recorrió su cuerpo. Sabía que nada bueno le esperaba. Rick lo tomó del cuello con fuerza, sus ojos reflejando el placer de la venganza.
—Suel...ta...me —susurró Nikolay, débilmente, su voz ahogada por la presión de la mano de Rick.
Cada segundo que pasaba en esa posición aumentaba su desesperación, consciente de que la batalla, de alguna manera, aún no había terminado.
Marcos... eres un... /Right Bah!/ aprovechado
Me cautiva tu forma de escribir y relatar las sensaciones, emociones y situaciones en general. Eres asombrosa Trimiss Gottes, una gran escritora.
Por cierto, excelente narración 🖤