Sarah Miller a sus 22 años, ya tenía toda su vida planeada, se casaría con el hombre que amaba Jason Cooper, con quien compartía una relación hacia 4 años. Nunca imagino que su vida cambiaría radicalmente, por los actos de una noche, y esto ocasionaría que de igual manera perteneciera a la familia Cooper.
¿Puedes enamorarte de alguien de la noche a la mañana?.
Acompañame a leer esta gran historia en donde encontraras: Amor, traición, dolor, odio, romance y venganza.
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Capítulo 21
Ring-ring-ring
El celular de Sarah sonaba y sonaba, Sarah ni siquiera se preocupó en mirar
quien la llamaba.
Estaba sentada en una de las sillas de espera del aeropuerto mientras
esperaba la hora de partir, pues su vuelo a Miami salía dos horas más
tarde, ella solo tenía su bolso y una chaqueta en la mano, esas eran las únicas
pertenencias con las que iba a comenzar una nueva vida lejos de todos.
Sumida en sus pensamientos mientras bebía de su café, no pudo darse cuenta en
qué momento aquel hombre se sentó a su lado.
Steve:
Así que piensas abandonarme, cuando no llevamos ni una semana de casados.
Sarah se
sobre salto, ocasionando que su café se derramará.
- ¡Por Dios!
¿Qué haces aquí? Steven.
Steven:
No es algo obvio, vengo por mi mujer.
Sarah lo
miró molesta.
-Yo no
soy tu mujer.
Steven la
observo divertido.
- ¿Ah sí?\,
¿Según quién?
Sarah
intentó levantarse, pero Steven la detuvo.
Steven:
Por favor, hablemos.
Sarah: No
tenemos nada de qué hablar.
Steven:
Yo creo que sí. No me puedes abandonar.
Sarah lo
observo.
-Pues
mira como lo hago, y es mejor que te vayas, quizás de pronto llegue otro hombre
al que le pueda abrir mis piernas.
Steven
agacho su cabeza en señal de arrepentimiento.
-
Respecto a eso, por favor perdóname. Se que fui un imbécil.
Sarah: No
tienes por qué disculparte, igual la manera en la que nos conocimos no fue la
mejor, me acosté contigo teniendo una relación con tu hermano, es lógico que
pienses que soy una cualquiera.
Steven se
acercó y tomo el rostro de Sarah entre sus manos.
- Enserio
por favor perdóname.
Sarah se
zafó del agarre.
- Te
perdonó Steven, pero aun así lo mejor es que esto se termine. Nunca debimos
casarnos.
Steven sintió
que algo en su interior, lo comprimía.
- Pues no
lo voy a permitir.
Sin que
Sarah lo viera venir, el la levanto y salió con ella sobre su hombro como si
fuese un costal de papas. Sarah pataleaba y golpeaba su espalda con sus puños.
- Estas
loco Steven, bájame ya mismo.
Steven:
Tienes razón estoy loco, pero loco desde el día en que te conocí.
Todas las
personas en el aeropuerto observaban la escena algo asustados.
Sarah:
STEVEN YA TE DIJE QUE ME BAJES. BAJAME YA.
Steven:
No te voy a bajar y deja de gritar o asustaras a todos aquí.
Sarah
levanto su cabeza y noto como eran observados por todas las personas.
Sarah:
Steven, enserio bájame ya.
Steven la
ignoró hasta que llegaron al auto, allí la bajo y le hizo ademán para que ingresara
en el vehículo.
Sarah lo
fulminó con la mirada.
- No
pienso entrar.
Steven:
Nunca he sido partidario de usar la fuerza, pero si te sigues negando tendré
que llevarte en contra de tu voluntad.
Esto lo
decía de manera divertida.
Sarah: No
me hagas reír, puedo gritar y seguridad llegara puedo decir que me estabas
secuestrando y te llevarían preso.
Steven
soltó una fuerte carcajada.
- ¿Ah sí?
No pueden acusarme de secuestro eres mi esposa.
Sarah: No
será por mucho tiempo.
Steven:
Bien y ¿Como harás para que eso suceda? digo pues para que exista un divorcio
ambas partes deben estar de acuerdo y que yo sepa por mi cabeza no pasa esa
idea.
Sarah lo
observo ya cansada.
- Basta
Steven, enserio ¿Que ganas con esto?
Steven se
acercó y tomo el rostro de Sarah entre sus manos.
- Que no
me dejes. Mira sé que me comporte como un completo idiota, por favor dame otra
oportunidad. No quiero perderte.
Sarah lo
miro a los ojos y pudo notar que en su mirada había sinceridad.
Sarah:
Esta bien, pero tenemos que llegar a un acuerdo.
Steven la
beso y después dijo:
- Como tú
digas, lo haremos a tu manera.
Sarah: Es
que de eso se trata Steven, no es que sea a mi manera o a la tuya, la cuestión
es que ambos debemos llegar a un acuerdo, somos una pareja y como tal debemos
estar ambos de acuerdo y sobre todo satisfechos con el resultado.
Ambos
ingresaron en el auto.
Steven:
Dime ¿Qué quieres hacer?, esposa.
Sarah:
Primero quiero que me lleves a comer, tengo mucha hambre.
Esto lo
decía queriendo parecer enojada.
Steven sonrió.
- Esta bien, vamos a almorzar.
Se
encontraban en un lujoso restaurante.
Steven:
Tienes que saber algo y tal vez no lo vayas a tomar muy bien.
Sarah:
Dime que es.
Steven:
Jason se casó con Hanna.
Sarah sintió
un balde de agua fría caer por todo su cuerpo, se quedó en silencio, pero no
pudo evitar que una lagrima se le escapara.
Steven
por su parte sintió nuevamente su pecho comprimido.
- ¿Te duele?
Sarah
trató de parecer normal.
- ¿Eh?
Steven:
Sabes a que me refiero, ¿Te duele saber que ellos se casaron?
Sarah: La
verdad no me lo esperaba, pero pues igual espero que sean felices.
Steven:
No me engañas, sé que en este momento quisieras salir corriendo detrás de mi
hermano.
Sarah lo
miro algo confundida, no podía creer que su esposo pensara eso.
- Estas
equivocado Steven, tú eres mi esposo y si en algún momento saliera corriendo detrás
alguien ese serías tú.
Steven
quedó impactado con esa respuesta, pues él pensaba que Sarah no sentía nada por
él.
Se acercó a ella y devoró su boca en un desesperado beso.
- Prometo
no volver a hacerte comentarios de este tipo. Discúlpame.
Sarah lo
abrazó.
- Te
disculpo, solo a la próxima no pienses por mí.
Steven
asintió y después regresaron al hotel, ingresaron a la suite.
Sarah: ¿Y
estas rosas?
Steven
estaba algo apenado.
- Son
para ti, te las traje para disculparme.
Sarah se
acercó para olerlas.
- Están
hermosas.
Steven
sonrió y se acercó con la pequeña caja.
- Toma.
Sarah:
¿Esto que es?
Steven:
Solo ábrelo.
Sarah la
abrió y al notar el hermoso y costoso collar quedó impresionada.
- ¡Por
Dios! Stev es hermoso.
Steven: Me
alegra que te guste.
Sarah: No
debiste.
Steven:
Claro que sí, eres mi esposa y te debía una disculpa.
Sarah se
acercó a él y tomó su rostro ente sus manos.
-
Empecemos nuevamente.