"En medio de una bulliciosa ciudad, donde el susurro de personas apresuradas y luces parpadeantes, el tiempo parecía desvanecerse para dos almas destinadas a encontrarse sin saberlo. Ella, una joven hermosa de mirada perdida, llevaba sobre sus hombros el peso de un pasado difícil. Él, un hombre inteligente, magnate de los negocios, caminaba por las calles escondiendo un dolor profundo teniendo la certeza de que su vida cambiaría de manera inesperada".
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Capitulo XII Expande tus alas y vuela alto
Una hora después Aurora llegó a la cocina, sus ojos estaban rojos por llorar, ella intento disimular su tristeza, pero Sebastián se dio cuenta de que había llorado, no quería presionarla así que no le pregunto nada.
"¿Y bien cariño, que te gustaría preparar?", pregunto Maria amablemente.
"Quiero algo sencillo, pero elegante, me gustaría agradecer a Sebastián todo lo que está haciendo por mi", dijo Aurora sinceramente.
Ambas mujeres empezaron a preparar la cena, Aurora sonreía haciendo lo que a ella más le gustaba, tenía un gran gozo, porque por primera vez estaba haciendo lo que le gustaba sin estar obligada a hacerlo,
"Veo que te gusta la cocina", comento Maria.
"Si, me encanta cocinar, algún día me gustaría tener mi propio restaurante", manifestó Aurora emocionada.
"Se que lo vas a lograr, eres una joven muy inteligente y con Sebastián a tu lado podrás alcanzar grandes cosas", expreso Maria.
"No quiero depender de él, imagino que ya sabe que este matrimonio es solo por un pacto, realmente él no siente nada más que lástima por mi", al decir aquellas palabras Aurora sintió como la realidad golpeó su rostro.
"No pienses eso mi niña, eres muy hermosa y se que puedes ganarte el corazón de Sebastián", respondió Maria con optimismo.
Aurora sonrió amargamente, ella estaba consciente que el corazón de Sebastián ya tenía dueña y fue por esa misma mujer que él se olvidó de ella dejándola una semana sola y muriendo de hambre, la idea de que Sebastián se fijara en ella está fuera de sus pensamientos, lo ocurrido el día de hoy solo fue por la emoción del momento, pensaba la joven. La cena fue servida y los tres se sentaron a disfrutarla.
Aurora había preparado carpaccio de ternera con rúcula, lascas de parmesano, aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal. Era una receta sencilla pero muy sofisticada en su presentación y combinación de sabores
"Esta comida es una delicia, veo que Aurora te ayudo mucho", comento Sebastián comiendo otro bocado de ternera.
"En realidad Aurora hizo todo, yo solo fui su ayudante, pero ella guío todo el proceso", aclaro Maria con una sonrisa.
"Eres increíble,me encanta lo que cocinaste, ahora solo voy a querer comer lo que tú prepares", dijo Sebastián mientras continuaba comiendo.
Aurora estaba sonrojada ante los elogios de su esposo, algo nuevo se había instalado en su pecho, era una emoción que no sabía cómo describir, pero que la hacía sentir calidez.
"Aurora me contó que quiere ser chef profesional, pienso que sería la mejor del mundo", continuo Maria elogiando a la joven.
"No es para tanto, aunque si es cierto que me gustaría ser chef, es solo un sueño", aseguro Aurora con nostalgia.
"Se que lo puedes lograr, cuando quieras puedes empezar a estudiar lo que tanto te apasiona, solo necesito que creas en ti y en qué lo puedes lograr", las palabras de Sebastián hicieron sonreír a Aurora quien miró a Sebastián con admiración.
Después de la cena Sebastián y Aurora fueron a dar un paseo por la orilla de la playa, el aire puro llenaban los pulmones de la joven quien con sus ojos cerrados respiraba profundamente, Sebastián solo la observaba con curiosidad, ella era una niña que no conocía el mundo y no quería ser él quien cortará sus alas.
"¿Te gustaría estudiar para ser chef?", pregunto Sebastián haciendo que Aurora lo mirará.
"Si me gustaría, es mi sueño", respondió Aurora sinceramente.
"Puedo ayudarte con eso, puedo hacer que estudies con los mejores profesores del mundo", respondió Sebastián contra do a ver al mar.
"¿Qué pides a cambio de ese favor?", pregunto Aurora con decepción.
"Solo que seas feliz, quiero que expandas tus alas y vueles alto", respondió Sebastián con un nudo en la garganta.
"¿Hablas en serio?", la incredulidad se apoderó de Aurora.
"Yo nunca juego con lo que hago, quiero que seas libre", aseguro Sebastián.
"¿Entonces te divorciaras de mi?", pregunto Aurora con un toque de tristeza.
"Pienso que es lo mejor, nosotros no estamos destinados a estar juntos, lo mejor sería separarnos", las palabras de Sebastián atravesaron dolorosamente el corazón de Aurora, ella no entendía por qué, pero la sola idea de no ver más a Sebastián le dolía mucho.
"Esta bien, te daré el divorcio, así puedes ser feliz con el amor de tu vida", dichas palabras Aurora volvió a la casa dejando a Sebastián solo frente al gran mar. Sola en su habitación empezó a llorar desconsolada, algo en ella se había roto aquella noche, pero tenía que ser fuerte, está era la oportunidad que tanto había esperado. Con lágrimas en sus ojos empaco las mismas cosas que había llevado y espero a que al día siguiente Sebastián fuera por ella para regresar a la ciudad.
A la mañana siguiente Sebastián tocó a la puerta de la habitación de Aurora y así salieron de regreso a la gran ciudad, al llegar el papá de Sebastián pidió verlo, era algo urgente y no podía esperar más.
"Voy a salir, cuando regrese hablaremos", le dijo Sebastián a Aurora dejándola sola en aquel apartamento.
Ella suspiró profundamente y recorrió el lugar, está vez había suficiente comida en la cocina como para alimentar un pueblo entero, ella sonrió y empezó a preparar el almuerzo, quería regalarle esa última comida a su esposo.
Mientras Aurora hacia lo que más le gustaba, que era cocinar, Sebastián se estaba enfrentando a un gran problema, su familia.
"El abuelo perdió la razón, es ilógico lo que me está pidiendo", manifestó Sebastián su molestia.
"Lo siento hijo, son sus palabras, piensa que no quieres a tu esposa y como no lo pensaría después de enterarse de lo que le hiciste", respondió Augusto molesto.
"Se que no fue prudente dejar a Aurora sola en el apartamento y sin comida, pero en ese momento no pense", respondió Sebastián alzando la voz.
"No me interesan tus excusas, lo cierto es que la joven casi muere, acaso perdiste el juicio", regaño Augusto indignado.
Lo cierto era que el abuelo Marcos Santos se había enterado de lo que ocurrió aquel día y estaba furioso, ahora Sebastián tenía que pagar las consecuencias de sus actos.