NOVELA INCOMPLETA POR DISCREPANCIA....
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NECESITO TE
Dos días después del último encuentro con Buker, Astrid regresó a casa de la familia Templeton. Estaba como siempre su vieja abuela acosando a su madre, tratándola como la sirvienta de la casa, gritándole que las cosas no estaban bien hechas. Astrid de inmediato supo que se trataba de una venganza por hacerla que le pidiera disculpas delante de todos en la cena, pero eso no sería suficiente. Seguro que sería algo más lo que le tendría preparado. Ya había visto de lo que podría ser capaz esa señora abuela, pero no dejaría que le hiciera daño a su madre. Subió a dejar su mochila y a cambiarse de ropa para bajar y tratar de ayudar a su madre en algo para que ya no la estuviera perturbando esa señora vieja.
Cuando estaba bajando las escaleras, vio que una mujer muy parecida a su madre estaba entrando por la puerta principal de la casa.
Su madre está muy feliz de verla, y la llama de inmediato para presentarla.
—Astrid, mira, ella es tu abuela, mi madre, se llama Elizabeth.
—Oh hija, estoy tan feliz de que por fin te hayan encontrado; estábamos tan preocupados de que nunca pudiéramos verte de nuevo.
Astrid notó la diferencia entre esta abuela y la vieja abuela que tenía enfrente, esa que golpea a las personas. La madre de su madre era una mujer muy calmada y educada; además estaba llorando por verla y no la estaba insultando como la vieja abuela.
Le estaba gustando más su abuela materna que la vieja abuela; a esa se la dejaría sola para Mali, oda para ella.
Mientras se encontraban las tres sentadas en una salita cerca del recibidor, Nina le dijo a Emma que fuera a la cocina a preparar un te para su madre, que los sirvientes no sabían qué darle de tomar, ya que no conocían los gustos de ella, puesto que nunca los visitaba.
Emma estaba tan feliz de ver a su madre, que no tomó las debidas precauciones sobre si aquello fuera una treta de Nina, para cobrarse la humillación de haberla hecho que se disculpara por la bofetada que le había dado. Solo fue gustosa de preparar el te para su madre.
Cuando entró en la cocina, nunca se percató de cómo Nina le hacía enanas al ama de llaves para que hiciera algo, pero Astrid sí que lo vio. Por lo cual de inmediato se dio cuenta de que algo sucedería.
Y así fue; en cuestión de segundos, un fuerte estruendo sonó en la cocina.
Un grito que escuchó era de Emma, que estaba pálida al ver que se había caído un recipiente de la repisa donde se guardaba el té.
Mira lo que has hecho, Emma, ese frasco que has roto es una caja muy valiosa de un teté importado, que se le iba a regalar a un empresario, que tu suegro quiere que haga tratos con nuestras empresas. Tardó. Tardó casi un año en conseguirlo. Ahora conseguirlo. Ahora, ¿cómo serás capaz de conseguirlo?
Emma estaba segura de que se cobrara la humillación de alguna forma, pero tocando las cosas de su suegro y mucho menos las que tenían que usarse para darse a un hombre importante para realizar negocios, ese que era el punto más débil de su suegro, este de verdad que sería un gran problema. Ahora mismo no tenía ni idea de qué clase de té era ese que se había derramado por todo el piso y que era irrecuperable.
—¿Quién te es el que se cae ahora mismo por el piso? ¿Preguntó indignada la madre de Emma, al ver la forma transgresora en la que estaba tratando a su hija?
—¿Crees que con tu sueldo de maestra de universidad puedes si quieres comprar 30 gramos de sete? Estás loca si lo crees; es un te que se consigue solo con conexiones.
Elizabeth ahora sí que estaba más enojada por la forma en que estaba siendo tratada por esta mujer inculta y arrogante; solo lo que tenía era dinero, pero ni una pica de edición o conocimientos de cultura.
—Solo te estoy preguntando que me digas cual te es.
La vieja Nina dojó con total altanería: —El té de Hong Pao. Puedes conseguirlo y con tu pequeño salario pagarlo.
Astrid, que se encontraba con ellas, solo escuchaba lo que estaban hablando, pero en realidad para ella solo hablaban de un simple té sin importancia; para ella el nombre no significaba nada, así que se puso a pensar si en la tienda de la gran salchicha quizá pudiera conseguirlo.
Al día siguiente, lo primero que haría sería ir a preguntarle a Buker si tenía un poco de ese té. Anotaría el nombre y se lo preguntaría. Esperaba que el dinero que tenía le alcanzara para pagarlo, sino tendría que pedirle un poco más a Emma. No quería que su abuelo se enojara con sus padres por culpa de su abuela vieja.
Mientras Astrid divagaba en sus cosas, en su mundo.
Elizabeth le dijo a Emma, —Hija, no te preocupes, de alguna manera pagaremos el té, que necesita tu suegro.
—No es ese el punto madre, el problema es conseguirlo; mi suegro tardó mucho en conseguir este poco de té, es muy raro, y su precio está en casi 15 mil euros los 500 gramos. Si es que lo consiguiéramos.
Elizabet se sorprendió casi hasta las lágrimas al saber el precio de un poco de té; ¿cómo podrían valer tanto solo 500 gramos de unas yerbas?
Estaba segura de que esta había sido una trampa a manos de Nina. Nunca había querido a su hija, y ahora que tenía a su hija en sus manos era imposible que la quisiera más. Lo más seguro era que quisiera separarla de sus hijos de inmediato.
—No te preocupes, hija, tenemos unos pocos de ahorros, tu padre y yo; ya veremos cómo pagar esto, y hablaré con algunos conocidos que saben de herbolaría fina y veremos qué podemos hacer.
—Solo espero que mi suegro no se entere antes de que logremos traerlo de nuevo a casa.
Eso era mucho pedir teniendo en cuenta quién era su suegra. Ya tenía planeado todo y esa misma noche esperaba decirle todo a su esposo.
Astrid estaba decidida a ayudar a su madre; lástima que no tenía un número de teléfono como comunicarse con ese hombre de negro, sino podría preguntarle en ese mismo momento sobre el té, ho, pero ella tampoco tenía un teléfono.
Cielo, ahora tenía que resolver dos problemas; debería decirle a su madre que le compre un teléfono.
—Emma, me siento tan mal por venir y causarte este problema; sino hubiera venido no tendrías que preparar nada para mí.
—No, mamá, no te preocupes, esto ha sido un accidente; hablaré con Stephan y ya veremos cómo resolver el problema. Ahora mejor dime cómo está papá.
—Bueno, tu padre tiene días buenos y otros malos, en ocasiones me reconoce y en otros solo estás leyendo sin cesar sus antiguos libros como si quisiera encontrar algo que perdió, y no deja de decir que tiene que esconderte, que vendrán por ti.
—¿Aun sigue con esa obsesión de que me secuestraran?
—Lo sé, es una tontería, pero así es, además no concuerda con nada, porque él estaba aún sano cuando perdimos a Astrid, así que debería de decir el nombre de ella, no el tuyo.
—Quizás es solo su enfermedad la que lo hace más confuso; debería de ir a casa y llevar a Astrid para que la vea y pueda comprender que ella ya está de regreso; quizá pueda así recordar algo del pasado.
—Tony, lo ha estado tratando últimamente, pero dice que no ve mucha mejoría, aun cuando ha logrado utilizar el sistema de terapia impositiva para lograr que recuerde algunas cosas.
—Pense que el doctor Anthony ya no se hacía cargo de él.
—Sí, así es, dejo de visitarlo por algunos años; se fue al extranjero a especializarse en la hipnoterapia, pero regresó y ahora lo está tratando de nuevo.
—¿Qué edad tiene ya, el doctor Anthoni, ya?
—No es mayor de 32 años, comenzó siendo muy joven y fue considerado un genio en su generación.
—Sí lo recuerdo, pero había un niño que mi padre lo llamó el genio más joven de la historia y era mucho más joven que el doctor Anthony.
—Tienes razón, ese niño fue un alumno de tu padre. Tenía unos 8 años cuando comenzó a tomar clases en la universidad con tu padre. Era todo un erudito, de hecho nadie sabía que asistía a clase; era un secreto, un total hermetismo para el mundo; solo los profesores más sabios e importantes del país lo sabíamos, pero
Nunca estuve de acuerdo en eso. Sentí que lo estaban tratando como conejillo de Indias, para estudiar su cerebro y capacidad de aprendizaje. Nunca lo dejaron ser un niño normal. Solo recuerdo que cuando cumplió 14 años ya se había graduado de la universidad con los máximos honores y de repente desapareció.
Nunca más supimos de él. Todos los que participamos en aquel programa simplemente fuimos reubicados y tratados como si nunca hubiéramos existido, ni nosotros ni él. No sé, si estuviera vivo ahora mismo, ese chico debería de tener unos 26 años.
o otra vez la plataforma, sean responsables, aunque son gratis, merecemos respeto. muchas gracias.