AMARÉ A MI ESPOSO VILLANO

Las horas habían pasado Miranda estaba entrando en el palacio Mary era la encargada de guiarla donde su señora.

Mara tenía preparado un espectáculo antes de encontrarse.

Mary la llevo por otro camino que casualmente queda cerca de los campos de entrenamiento y se podía ver a los guerreros pelear.

Hombres sudorosos y sin camisa que a cualquier mujer le interesarían, así fue con Miranda al principio, pero toda su atención se fue hacia un peliblanco conocido que al verlo le provocó una fuerte oleada de calor.

El archiduque estaba entrenando como normalmente, pero recibió un extraño pedido de su hijo quería un duelo sin camisas y se lo iba a conceder.

Era normal para el tener su camisa puesta en los entrenamientos por eso todos aunque sabían que tenía un buen cuerpo porque se notaba por la camisa aunque esta estaba diseñada para que no se marquen al cuerpo, por lo cual al sacársela quedaron muy asombrados y lo miraron con envidia, ya que a pesar de su edad 43 años, Fernando tenía el cuerpo marcado, musculoso y cada abdominal bien definido, también un torso y una espalda bien esculpidos, su cuerpo era una maravilla por naturaleza que sorprendió a todos incluso a su hijo, solo su asistente sabía sobre el cuerpo de su señor, ya que era el encargado de ayudarle con la ropa.

Como toda la atención se fue al momento que se quitó la camisa les dio una mirada severa que hizo que todos volvieran a sus puestos y que sigan entrenando.

En ese momento venía pasando Miranda por eso es que se quedó petrificada mirando los movimientos del peliblanco que estaba entrenando con su hijo.

Se veía demasiado atrayente, mirar los músculos de la espalda que se contraían, mirar esa mandíbula marcada y esos brazos donde las venas resaltaban, estaba notablemente maravillada, pero la doncella le dijo que tenían que seguir el camino, ya que al momento de ver ese monumento se detuvo mirando cada movimiento de este.

Miranda estaba con su cara completamente roja no solo por el espectáculo, sino lo que le había generado este, que hizo que esté empapada y que deseará marcar esa gran espalda con sus uñas y dientes de solo imaginarlo sentía más humedad todavía y su cara se enrojecía aún más.

Por fin había llegado a su destino después de largos minutos en los que sus fantasías seguían por lo cual había tomado aire fresco antes de entrar, para bajar su temperatura lo que había funcionado y ahora estaba entrando a la sala donde una Mara enterada de todo lo que pasó estaba sonriente.

Compartieron unas valiosas horas donde Mara se unió al grupo selecto de amigas de Miranda, ya que era una de las promotoras de una fundación que ayuda al pueblo donde por supuesto la emperatriz debe ayudar.

Miranda era una maravillosa persona sin prejuicios y comprensiva, era más que perfecta para su padre que aunque era un poco frío con las demás personas, era generoso y su archiducado era próspero y el territorio donde hasta los plebeyos tienen una buena vida.

Parecían una pareja hecha por el cielo y que debía estar junta.

Ya era casi era la hora de volver cuando Mara decidió salir a dar un paseo por donde por casualidad se encontraron con Fernando que salía a dar un paseo otra vez a petición de su hijo.

Al hacer contacto visual ambos se sonrojaron, pero disimularon un poco e hicieron reverencia a manera de saludo y Fernando tomo la mano de Miranda donde dejo un beso por el que ambos sintieron electricidad.

Al notar a Mara se sintió un poco avergonzado pues fue tanta su burbuja que no había notado que su hija estaba ahí.

Saludo con un abrazo y un beso a su hija y cuando se disponía a retirarse Mara le dijo que se quede que tenía que ir por algo para Miranda y quería que le haga compañía mientras volvía.

Así lo hizo y mientras ella se retiro ambos se quedaron en un ambiente un tanto romántico, pero incómodo.