Atrapada En El Destino

Se acostó y cerró los ojos.

Su mente se remonta a cuando todavía vivía en Nueva York. Los diferentes estilos de vida en la gran ciudad y en esta isla la sorprendieron.

Durante los últimos años, pasó gran parte de su tiempo viviendo en algunas grandes ciudades del extranjero, sus ojos y oídos estaban acostumbrados a ver muchos edificios altos, tráfico de automóviles y muchas personas que pasaban con la mirada angustiada en sus ojos. Y, viviendo en la ciudad, su tiempo parecía tan corto. Sentía que 24 horas no eran suficientes cuando vivía allí.

La sensación cuando regresó a este país fue extraña. La vida en esta isla se siente como si el tiempo transcurriera lentamente. La serenidad de esta isla puede tranquilizarla. Nunca escucha bocinas de autos ni sirenas de policía en medio de la noche.

Tampoco necesita apresurarse para ir a algún lado porque esta isla no es demasiado grande y la población no es mucha. También puede caminar o andar en bicicleta por la isla. Sin embargo, aunque el número de residentes en esta isla es pequeño, el número de turistas extranjeros o locales es bastante alto.

Quedarse aquí durante un mes hizo que Keyla desestimara sus planes de regresar a la capital, de regreso a su rutina diaria. Pero el incidente de ayer hizo que toda la felicidad que sintió durante un mes de vivir en esta isla se desvaneciera de repente.

Vivir en esta isla ya no era algo con lo que hubiera soñado. Ahora, solo quería irse. Para evitar a la malvada mujer que intentaba destruir su vida.

Pero en realidad no iba a dejar esta isla para siempre. Después de todo, nació y creció aquí. Los recuerdos de su infancia con su madre todavía están impresos en su corazón y mente.

Creía que algún día volvería. Aunque eso no sucedería pronto. Primero haría un plan para arrebatarle EnerGenix a su padre y a esa maldita mujer.

Keyla estaba sumida en sus pensamientos hasta que perdió la noción del tiempo y no se dio cuenta de cuándo se había quedado dormida.

Más tarde en la noche...

Keyla sintió de repente un escalofrío por todo el cuerpo, lo que la hizo despertar. Qué sorprendida estaba cuando vio el crepúsculo en el cielo. Y, cuando intentó moverse, todo su cuerpo se sintió rígido. Un gemido bajo escapó de sus labios cuando sintió que todo su cuerpo le dolía como si alguien la hubiera golpeado.

"¡Es una mujer interesante, señorita Keyla!"

Keyla se estremeció ante la voz familiar a su lado. Keyla se volvió hacia la voz. De repente, sintió que el corazón le latía más rápido cuando vio el rostro de Jaxon. Tenía la boca muy abierta, pero no le salían palabras, como si hubiera perdido la capacidad de hablar.

"¿Cómo puede una mujer como tú dormir profundamente en este lugar abierto? Aunque sea una playa privada, no deberías hacer esto."

Keyla intentó decir algo, pero tenía la garganta seca y dolorida. Con gran dificultad, intentó sentarse derecha y, al mismo tiempo, vio un traje azul oscuro que cubría la mitad de su cuerpo.

—¿Qué es esto? ¿Es este el traje de Jaxon?

Volvió a mirar lentamente a Jaxon. Se dio cuenta de que solo llevaba una camisa azul pálida y el color del traje que tenía en la mano era el mismo que el de los pantalones que llevaba.

Al instante, Keyla se sintió avergonzada y culpable. Tomó el traje con cuidado y se paró frente a él, incapaz de mirarlo a los ojos.

"Llego tarde a cenar por tu culpa." Dijo, y luego se acercó sin darle la oportunidad de hablar.

Keyla se quedó completamente sin palabras. Este hombre, Jaxon, es frío y casi maleducado.

¿Cómo podía culparla por su cena tardía?

Ella ni siquiera le pidió que viniera aquí.

Y hasta donde puede recordar, estaba bastante segura de que este tipo no la invitó a tomar una taza de café, y mucho menos a cenar.

Estaba molesta con su actitud. Pero antes de que pudiera devolverle el favor con la misma actitud, el hombre ya se había alejado de ella.

—¡Maldito seas, Jaxon! Lo maldijo en su corazón mientras aceleraba sus pasos para igualar sus enormes zancadas. Sostuvo su costoso traje con cuidado. Temía que el aparentemente costoso traje se arrugara o se rompiera: este hombre podría pedirle que lo pagara.

De camino a la suite del presidente, no se oyó ni una palabra de Jaxon ni de Keyla. Quiso romper el molesto silencio, pero su garganta dolorida la detuvo.

Lo que pasó en la playa hizo que Keyla no pudiera disfrutar de su cena: perdió el apetito y se sintió incómoda sentada en la misma mesa que Jaxon. Este hombre solo puede darle una cara fría, y ella lo odia.

La cara rígida de Jaxon hizo que Keyla se mostrara reacia a hablar, a pesar de que había mucho que quería preguntarle. Trató de ignorarlo, soportando la incomodidad en la habitación mientras intentaba tragar su cena sin sabor. Con tanto esfuerzo, finalmente terminó su cena.

Justo antes de que pensara que era libre y quisiera regresar a su dormitorio, Jaxon le pidió que se uniera a él en la sala de estar. Keyla se detuvo en seco y se giró para mirarlo. Su hermoso tejido marrón parecía querer protestar, pero nuevamente no salieron palabras de sus labios. Ella lo miró en silencio, renuente, pero luego, sus pies la traicionaron. Caminó hacia él.

Después de sentarse frente a él, preguntó: "¿Qué pasa?"

"Señorita Keyla, nos marcharemos mañana por la mañana. Después del desayuno" dijo Jaxon sin pestañear, mirándola.

Keyla asintió lentamente—. Lo sé, me lo dijo Morgan. Volaremos a las 8:30, ¿no?

"Sí. Asegúrate de poner la alarma."

"Claro. No te preocupes, soy una persona puntual…" La voz de Keyla suena ronca y le duele la garganta. Puede sentir que le duele todo el cuerpo. No podía esperar a volver a su habitación y darse un baño caliente.

Jaxon no dijo una palabra. Solo asintió levemente.