Gia Giordani es hija del general de las Fuerzas especiales de defensa Mundial, esta es una organización paralela a varios ejércitos unidos, que se encargan de misiones encubiertas y clasificadas, existen varias sedes de estas élites, las cuales se encuentran en varios lugares del mundo.
Gia es la única mujer y la menor de cuatro hermanos, todos pertenecientes a la elite con diferentes rangos, mientras ella solo es la princesa de la casa.
La joven ha estado enamorada desde siempre del hijo del general de división de la elite, el capitán Tomás Decker aunque este no quiere nada con ella, la ve como una Barbie sin cerebro.
El capitán Decker humilla frente a todos a la joven y ella tomará la decisión de cambiar su vida, ya que por aquellas palabras piensa que todos la ven como alguien inútil y sin cerebro.
Podrá esta joven demostrarle a un mundo machista que, si puede, podrá olvidar a este hombre tan ingrato.
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Bestias
—Mire señor Harrington yo solo dije lo que pienso, usted es mi superior y apenas y nos conocemos. —Responde la chica muy casual.
—Dijiste que no estábamos en la sede, cierto, dime Andrew.
—Te saco de dudas, si me gustas. —*Maldición, este hombre va a hacer que se me baje la presión* piensa la joven.
—Qué se supone que tengo que hacer con su confesión. — Dice con arrogancia.
—Dejar de hacer como si yo no te gustara también, somos adultos, ¿no? —Dice sonriendo de lado y se le acerca sentándose a su lado
—Usted es muy creído y tiene suficientes mujeres a su disposición, para que una más — Dice alejando su cara y se echa hacia atrás.
—Veo que te dejas llevar por lo que oyes… —Sonríe y se le acerca, ya no hay a donde más retroceder.
—lo mejor es que me vaya. —Ella se levanta, pero él la toma por el brazo.
—Tú te quedas aquí, ya dije y es una orden. —Ella sonríe.
—Aquí solo somos un hombre y una mujer común y corriente.
—No hay nada de corriente en nosotros y menos en ti. —La besa y Dios, la mujer está a punto de un colapso, este hombre besas divino, le invade la boca con su lengua de manera posesiva y la chica le corresponde, se aferra a su nuca y lo besa también con deseo, desde que lo vio lo deseó.
El beso es tan intenso que los agota y se separan, ella trata de irse, pero la toma por la cintura y la besa de nuevo, luego se separa y entierra su nariz en su cuello.
—No te vas a ir Gia… —la joven se aleja de él y lo mira
—No te equivoques Andrew, no estoy para dramas y tú eres eso mucho drama.
—De qué hablas, ahora.
—Te conozco o al menos a los hombres como tú, arrogantes, toman lo que quieren y no les importa nadie más … —Dice ella.
—Te digo algo, no quiero dramas ni aventuras con nadie.
—Ese beso me dice que me deseas, ahora mismo me estás mirando como lobo al acecho —dice con una sonrisa maliciosa…
—Qué quieres Andrew, que este para cuando me llames, ser tu puta de a ratos, que viva sufriendo por mendigarte momentos fugaces. —Dijo mirándolo fijamente.
—No sé a qué estúpidas estés acostumbrado, pero ya llené mi cuota de drama y no quiero más, gracias por todo, nos vemos el lunes Coronel Harrington… —La joven logra llegar a la puerta, pero, es,, jalada hacia atrás por el imponente hombre.
—No te vas, te lo dije. . . Y estás mal, no quiero eso o bueno, sí y no.
—Estás mal, media Élite es tu juguete, yo estoy sobrando —Se vuelve a soltar y él la acorrala en la puerta.
—Dije que no te vas, contigo las demás solo sobran…
—Estas mal Harrington, no seré tu juguete, me costó mucho estar donde estoy y no lo pienso tirar a la basura —Grita.
—Quiero ir más arriba, tan arriba como pueda y no lo haré perdiendo el tiempo en triángulos ridículos. —lo mira fijamente, sus ojos grises penetran en la mirada de Andrew y este no puede dejar de verla, le encanta, es hermosa, inteligente y lo que más le gusta, una fiera con cara de ángel.
—Gia por favor… no te quiero de juguete.
Soy un hijo de puta, sí, y lo pensé, pero veo que no te vas a prestar para eso.
—Qué pensaste, que soy una hueca, una rubia sin neuronas, una niña caprichosa, sin criterio que se tiraría a tus brazos por migajas de pasión… —Los ojos de Gia eran fuego puro, ni la plata era tan intensa como sus ojos en este momento.
—Búscate a alguien dispuesto a rogarte para que la quieras, yo no ruego, jamás volveré a mendigar cariño…. —Perdió los estribos y dijo lo que no debía, la joven rubia se arrepintió de haber sacado aquello.
Los ojos de Andrew se pusieron intensos y oscuros, eso lo molestó, quien demonios estuvo primero para que esta mujer fuera así, él era un hijo de puta, era arrogante y déspota con todos, pero siempre fue así, aunque no puede serlo con ella, por primera vez alguien más le importa.
Andrew Es el hijo fuera del matrimonio, el bastardo señalado por su madrastra y medios hermanos, el niño que tuvo que crecer solo y hacerse de cada logro a pulso, aquel que vio a su madre suicidarse por un hombre que jamás la respetó, por eso era así con todos, si nadie lo fue con su madre por qué él tenía que serlo con otros.
Andrew miró en los ojos de Gia dolor, aquel mismo que se cansó de ver en su madre cada vez que su padre la trataba como la otra, como una puta de a ratos, cada vez que él oía a su padre gritarle a su madre que jamás dejaría a su esposa por una nadie como ella.
Aquel hombre sintió rabia y celos por las palabras de Gia, él no era celoso, porque jamás le ha importado nadie más que él.
—A quién le rogaste, Gia… —No respondió nada, solo lo miró.
—¿Qué quería hablar Tomás contigo?
—No te importa.
—Si lo hace… Maldición si lo hace. —Grita.
—Tu actitud está fuera de lugar, no somos nada.
—Somos todo desde que entré al patio de la Élite y mi mirada conectó con la tuya.
—Estás loco, ya te dije que no seré otra de tus piezas de colección, eres un descarado y no quiero problemas, señor.
—Tu señor… —Ella se ríe.
—Eres un arrogante y creído.
—Somos… princes… —los ojos de Gia se volvieron a oscurecer y lo empujó.
—No me digas Princesa, me largo. —Gia salió corriendo y llegó a la entrada cuatro perros enormes parados frente a ella, eran bestias inmensas, Rottweiler, dos pitbulls y un dóberman estaban mirándola con los dientes pelados y algunos con baba afuera.
—Amo mucho a todo animal, pero si me atacan los vuelvo hot dogs. —Les dijo y dio dos pasos más, pero ellos ladraron. —Gia Comenzó a retroceder y ellos avanzaban.
—Si me atacan, los castro, bueno. —Decía mientras seguía retrocediendo, hasta que chocó con alguien giro un poco y vio a Andrew detrás de ella.
—¿Qué sucede, no te ibas a ir?
—Dile a tus bestias que me dejen pasar. —Le dice molesta.
—No les voy a decir eso, ahora vamos adentro…
—Te dije que no. —Grita.
—Chicos… lleven a la señorita a casa. —Los perros comenzará ladrar y a gruñir, haciendo que la chica retrocediera de vuelta al apartamento.
El hombre entra y se ríe de ella.
—Ahora siéntate o dejaré entrar a los chicos.
—Eres un… cómo puedes tener a esas bestias en un apartamento.
—Todo el lugar es mío, cada piso.
—Creído.
—No te impresiona…
—Tengo mucho dinero, genio, los lujos no me impresionan.
—Solo mi espectacular físico cierto.
—Eres arrogante y creído, ¿lo sabes?
—Eso es lo que atrae a las chicas.
—A mí no.
—Te gusto, acéptalo.
—Ya dije que no seré tu juguete…
¿Dónde voy a dormir? —Él se ríe y alza sus cejas.
—En mi cama.
—Jódete, no, no y no voy a dormir en tu cama. —Dice molesta y se cruza de brazos.
Esa noche Gia durmió en la cama de Andrew y cuatro bestias los acompañaron alrededor de la cama cuidando que no se bajara.
Fue la primera noche que Andrew Harrington se acostó con una chica en una cama y solo la utilizó para dormir.