CHOQUE DE ORGULLOS.

En la casa del lago los invitados de Elena disfrutaban de la velada hasta que ella habló.

Elena: Ya no llegó papá no esperaremos más... atención les pido que pasemos a la mesa la cena está lista, mi esposo se olvida de este mundo cuándo trabaja.

Al pasar a la mesa perfectamente puesta con vajilla de cristal a la cabeza de la mesa dónde se sentó Elena, una charola cubría su plato.

Cornelio: Permítame señora Durán.

Elena: ¿Y esto?

Cornelio: El señor ordenó ponerlo ahí.

Ricardo: Lo ves hija después de todo tu esposo si estuvo aquí.

Quito la servilleta que lo cubría y era una caja negra al abrirla estaba un juego de diamantes unos pendientes, una esclava y una gargantilla, todos estaban asombrados ante tal regaló y la felicitaron la cena se realizó entre risas y anécdotas ya eran la 10:30 cuándo se fue el último día los invitados.

Abuela: Tu marido te ama no lo dudes mi niña.

Ricardo: Bueno, hija descansa.

Elena: Gracias por venir, Cornelio.

Cornelio: Si señora.

Elena: No habló el señor.

Cornelio: No señora.

Elena: Vayan a descansar yo esperaré al señor.

Cornelio: Cómo usted diga señora con permiso.

Caminé viendo toda la casa, era realmente hermosa no lo veía así cuando era niña, suspiraba recordando mi niñez ahí y de ver como mis padres se amaban tanto, algo que no pasaba entre Arturo y yo, sentía dolor sin saber por qué me esmere tanto en mi arregló para que me viera hermosa un vestido rojo pegado a mi cuerpo largo y con una abertura en la pierna con hombros descubiertos pero él no llegó.

Eran las 3 de la mañana cuándo llegó Arturo, Elena estaba en las escaleras cuándo desata su corbata y desabotona su camisa entró Cornelio.

Cornelio: Buenas noches, señor.

Arturo: Buenos días, Cornelio ¿cómo estuvo todo?

Cornelio: Bien señor.

Arturo: Pusieron el obsequio para la señora.

Cornelio: Si señor como lo dispuso.

Arturo: Bien.

Cornelio: ¿Le preparo la cena señor?

Arturo: No gracias no tengo hambre, vaya a descansar Cornelio y gracias por todo.

Cornelio: Gracias señor y con su permiso.

Tomé el saco y la corbata cuándo iba rumbo a mi cuarto subía las escaleras y ella estaba parada ahí en una bata de noche bueno bata era mucho decir era un short casi diminuto de seda color blanco y una blusa de tirantes a juego no quería imaginarme si llevaba lencería bajo ese atuendo esta mujer quería matarme mi respiración se cortaba y respiraba con dificultad estaba descalza y con lo que le regalé los pendientes, la esclava y la gargantilla parecía una bella aparición Imbécil Arturo vuelve en ti esa mujer no siente nada por ti.

Elena: Te esperé y no llegaste.

Arturo: Lo siento no vi el tiempo tengo mucho trabajo atrasado.

Elena: Yo quería agradecerte lo del regalo gracias.

Arturo: ¿Fue de tú agrado?

Elena: Si mucho.

Elena alzó sus brazos para abrazarlo pero el le detuvo los brazos y los bajo.

Arturo: Bien.

Elena: Gracias por todo.

Arturo: No, no te preocupes no es necesario que lo hagas con permiso y descansa.

No aceptó que lo abrazara, me rechazó me estoy enamorando de él y no se da cuenta- Elena decía para sí.

Seré un idiota, rechace que me abrazara pero para que lo hacía si no siente nada por mi, me fui al baño y me di una ducha con agua fría porqué como suponía mi amigo lo necesitaba estaba apunto de explotar después de verla vestida así.