Princesa Asesina

Cargando a Alia dio la media vuelta.

— ¡Emperador Kalisto, no es más que esto!

La voz profunda e insondable llegó a los oídos del hermano de Alia, girando de manera abrupta miró hacia atrás.

Escuchando el leve chasquido de unos dedos vislumbro como su prisión oscura se convertía en miles de pedazos desapareciendo a simple vista.

Las figuras de tercer príncipe y el hombre de traje negro se revelaron completamente sanos sin sufrir por la prisión oscuro.

A pesar de que la máscara cubre todo el rostro del tercer príncipe se puede sentir su mirada llena de arrogancia.

 – ¿qué es lo que quieres ahora tercer príncipe? – preguntó con frialdad el hermano de Alia.

Moviendo su mano, el tercer príncipe señaló con su dedo a la  inconsciente Alia – ¡la quiero a ella! 

Sorprendido por la respuesta del tercer príncipe el hermano de Alia no podía entender que pensaba con profundidad ante tal respuesta dominante.

– ¿quieres que te entregue a mi hermana? ¡Jamás! ¿Por qué te la daría? Sé que quieres matarla – se burló mientras abrazaba a un más a su preciada hermana.

Colocando las manos detrás de la espalda el tercer príncipe ignoró la burla en esa mirada solo avanzó lentamente mirando a la joven hermosa.

– ¡No podrás matarla! – confesó el hermano de Alia al verlo acercarse.

Atrayendo la atención del tercer príncipe miró al hermano de Alia quien es el emperador Nicolás del imperio Kalisto.

– ¡No obtendrás la perla ancestral incluso si la matas! “La perla no te lo permitirá” – se burló nuevamente.

Dando un paso al frente el tercer príncipe usó su poder de despertar.

El emperador Nicolás  sintió como una fuerza abrumadora descendiera sobre su cuerpo presionado sus huesos hasta el punto de hacerlo arrodillarse sobre el suelo.

Tal sacudida casi hizo caer a Alia, entrando en pánico la sostuvo aún más con temor de que se hiciera daño alguno.

– ¡Al menos no te afecta a ti! – murmuró el emperador Nicolás mirándola con ternura.

Deteniendo sus pasos el cuerpo del tercer príncipe se volvió rígido, no podía creer que esa mujer no hubiera sufrido la fuerza de su poder.

Solo pensar que esta mujer puede resistir su poder le daba aún más importancia para matarla solo que al recordar las palabras del emperador Nicolás supuso que realmente tenía razón.

Ya que no puede matar a esa mujer debe llevársela y encontrar una forma.

Recordando el dolor que atormenta su cuerpo sabía que el tiempo se la acaba quedara vulnerable ante sus enemigos, apretando el puño dejó de señalar a Alia.

– ¡Entrégame a esa mujer! – ordenó nuevamente el tercer príncipe.

El emperador Nicolás pensó que realmente el tercer príncipe se estaba comenzando a volver loco.

– ¡mi maestro te ha dado una orden! – dijo el hombre de traje negro fríamente.

Estaba muy molesto por la forma descortés del emperador Nicolás después de todo cuando su maestro deseaba algo siempre lo obtiene bueno si está en manos del príncipe heredero no puede ya que es mucho más poderoso y aterrador que su propio maestro.

Molesto por su expresión burlona, el hombre de negro se preparó para ultilizar su poder de despertar.

En el momento que estaba por usar su poder una mirada severa que lo sentenciaba a la muerte lo recorrió, su mano que señaló al emperador Nicolas tembló débilmente.

Bajando la mano observó a su maestro, al encontrarse con su mirada aterradora no se movió dejó todo a mano de su maestro.

El tercer príncipe volvió su mirada al emperador Nicolás.

– ¡Hagamos un trato! – resonó su voz.

“Un trato” estas palabras llegaron a la mente del emperador Nicolás, no sabía exactamente qué era ese trato pero esto implicaba a su hermana.

Alzando la barbilla el emperador Nicolás respondió – ¿por qué debería? 

Tarareando el tercer príncipe no respondió solo miró a su subordinado.

El hombre de traje negro quien se dio cuenta de lo que su maestro le pido que hiciera asintió, caminando hacia el frente miró con frialdad al emperador Nicolás.

– ¡Es fácil! “Entrega a la mujer y tú imperio se salvará” – afirmó.

¿Cómo podría existir tal trato? Deseaban que entregara a su hermana a cambio de todo su imperio.

Incluso si es el emperador del imperio Kalisto en toda su vida nunca olvidará sus responsabilidades pero no se puede comparar con su hermana menor quien ha decidido proteger para toda una vida, Alia es lo único que le queda es quien le da brillo a su vida.

– ¡no acepto! – respondió mirando con ira al tercer príncipe quien se mantiene firme como si no le importara que su trato sea tan cruel.

Escuchando la respuesta del emperador Nicolás, el hombre de traje negro guardó su espada.

Suspirando impotente también sabía que tal trato era demasiado cruel, el mundo es así, quién es débil siempre terminará perdiendo contra los más fuertes.

El hombre de traje negro movió su mano haciendo aparecer una bola de cristal, elevándola al cielo habló – ¡no te queda de otra! Esto es lo mejor.

Abrazando con fuerza a su hermana, el emperador Nicolás miró lo que había en la bola de cristal.

Cada escena le helaba la sangre, no sabía qué pensar al terminar de observar su mirada se posó sobre el tercer príncipe.

– ¡dame tiempo para pensarlo! Su alteza ¡vuelva!– respondió levantándose del suelo y dándose la vuelta se fue sosteniendo con más fuerza el cuerpo de su hermana.

Guardando la bola de cristal el hombre de traje negro miró con lástima al emperador Nicolás.

– ¡maestro! ¿Cree que aceptará? – preguntó de forma cortés.

“Ugh”

En ese momento el tercer príncipe soltó una bocanada de sangre, sintiendo tanto dolor en su cuerpo cayó de rodillas.

Observando la situación de su maestro el hombre de traje negro avanzó ayudando a su maestro a sostenerse.

– ¡maestro! Tu situación es peor que antes vámonos ahora – habló usando su poder para teletransportarse.

Ambos desaparecieron del lugar.