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Embarazo Después Del Adiós.

Embarazo Después Del Adiós.

Status: Terminada
Genre:Completas / Embarazo no planeado / Embarazada fugitiva
Popularitas:31.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Loloy

Tras un matrimonio, lleno de malos entendidos, secretos y mentiras. Daniela decide dejar al amor de su vida en libertad, lo que nunca espero fue que al irse se diera cuenta que Erick jamás sería parte de su pasado, si no que siempre estaría en su futuro...

NovelToon tiene autorización de Loloy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 15

Los días siguientes transcurrieron con una mezcla de emoción y tensión contenida.

Mientras Dimitri le enviaba correos con detalles sobre la agenda del evento en Roma —desde fittings hasta entrevistas con prensa—, Daniela dividía su tiempo entre los bocetos de la colección y las pequeñas rutinas con sus hijos, que ya comenzaban a reconocer su entorno y responder a las voces familiares con pequeñas sonrisas.

En uno de esos momentos, sola en su estudio improvisado, se detuvo frente al maniquí donde colgaba el vestido insignia de la colección. Lo acarició con los dedos, reconociendo cada pliegue, cada puntada. Era más que un vestido. Era símbolo de todo lo que había resistido y todo lo que estaba dispuesta a volver a construir.

El viaje a Roma ya no era una fuga. Era una afirmación.

Sin embargo, una nube permanecía sobre la tranquilidad que intentaba construir: los padres de Erick.

Acordaron que vendrían ese fin de semana, bajo las condiciones claras impuestas por Eloísa. No habría escenas, ni imposiciones. Esta vez, Daniela no se enfrentaría sola.

Eloísa había ordenado a la servidumbre preparar el salón principal, no por ostentación, sino para que el ambiente mismo dejara claro que esa casa tenía reglas, y que la figura de la abuela Montero era tan firme como el apellido que portaba.

Erick, por su parte, se había mantenido cercano pero prudente. Iba todos los días a ver a los bebés, compartía miradas con Daniela cargadas de esa calma que sólo existe cuando se ha atravesado la tormenta, y cada noche se despedía en la puerta, dejando siempre un dejo de “tal vez mañana me quede”.

Una noche antes de la esperada visita, él la encontró en el jardín, recostada en una manta, mirando el cielo con los bebés dormidos a su lado.

—¿Lista para mañana? —preguntó en voz baja.

Daniela asintió sin mirarlo.

—Lo estaré. No por ellos, por mí. No pienso dejar que me roben la paz que me ha costado tanto ganar.

Erick se sentó junto a ella y después de unos segundos, le tomó la mano.

—Estoy orgulloso de ti. Más de lo que podría explicar.

Ella lo miró por fin, con una mezcla de ternura y cautela.

—Entonces mañana... no permitas que nadie me haga sentir menos. Ni siquiera por accidente.

—No lo permitiré —respondió él, y besó el dorso de su mano con la reverencia de quien sabe que está en deuda con el amor.

La mañana llegó envuelta en una calma engañosa.

El sol bañaba la fachada de la mansión Montero con una luz dorada que contrastaba con la tensión que se respiraba dentro. Las cortinas estaban abiertas, la casa impecable, y en la sala principal, Eloísa daba las últimas instrucciones al personal como si se preparara para una visita diplomática.

Daniela bajó las escaleras con un vestido sobrio pero elegante, los cabellos recogidos y un aire sereno en el rostro. No era una anfitriona complaciente; era la mujer que había vuelto a tomar control de su historia.

Erick llegó poco después, puntual, y al verla, simplemente asintió. No hacía falta hablar.

A las once en punto, el sonido del timbre resonó en la casa. Todos se detuvieron por un instante.

Uno de los mayordomos abrió la puerta principal y anunció:

—Los señores Martínez.

La pareja ingresó con la altivez de quien se sabe poderosa. La madre de Erick, de porte refinado y gesto contenido, fue la primera en hablar.

—Gracias por recibirnos.

Eloísa dio un paso al frente, erguida, con una sonrisa cortés.

—Sean bienvenidos. Pasen.

Se saludaron con la formalidad justa. No hubo abrazos, ni sonrisas verdaderas. Solo la tensión flotando como perfume en el aire.

Daniela se mantuvo firme al lado de Eloísa, y cuando el silencio comenzó a volverse incómodo, fue la abuela quien lo rompió.

—Vamos a dejar las cosas claras desde el principio —dijo con la taza de té en mano, como si hablara de una trivialidad—. Están aquí para conocer a los hijos de su hijo. Son bienvenidos a hacerlo. Pero en esta casa se respeta a mi nieta. No toleraré ningún comentario, juicio o insinuación que ponga en duda su lugar como madre o como mujer.

El padre de Erick frunció el ceño, pero no dijo nada. Su esposa, en cambio, dio un paso hacia Daniela.

—Solo queremos ver a nuestros nietos —dijo—. No venimos a discutir el pasado.

Daniela respiró hondo. No estaba allí para pelear. Estaba para poner límites.

—Entonces espero que puedan conocerlos sin intentar borrar lo que pasó. Porque aunque no les guste, esta es mi casa, y mis hijos están creciendo en un entorno que no pienso dejar que nadie contamine.

Erick, desde un costado, se mantuvo en silencio. Su papel, en ese momento, era observar y respaldar. Y lo hizo, con una mirada firme hacia sus padres, como quien por fin había elegido un bando.

La madre de Erick miró a su hijo, luego a Daniela, y por último a Eloísa. Asintió lentamente.

—¿Podemos verlos?

Daniela señaló hacia el segundo salón, donde los gemelos dormían en sus cunas. Entraron en silencio, como si lo sagrado del lugar los hiciera bajar el tono. Al verlos, los gestos duros se ablandaron. La abuela materna se llevó una mano al pecho. El padre, incluso, esbozó una sonrisa involuntaria.

Pero nadie tocó a los bebés sin permiso. Nadie levantó la voz. Nadie rompió el equilibrio.

Cuando la visita concluyó, Daniela los acompañó hasta la puerta con la misma firmeza con la que los había recibido.

—Gracias por venir —dijo sin adornos—. Esta será siempre una puerta abierta para quienes sepan cómo entrar.

Eloísa, detrás de ella, agregó sin suavizar el tono:

—Y para quienes sepan cómo no volver a cerrarla.

Los señores Martínez partieron en silencio. Y por primera vez en mucho tiempo, Daniela cerró la puerta sintiéndose libre, sin miedo a lo que podía venir después.

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Lermis Flores
Éste capítulo hermoso me ha conmovido tanto!!
Lermis Flores
Jajaja, quieren nacer en el País de sus padres!
Mirian Mendoza Gutierrez
felicidades autora muy bonita historia. bendiciones
Mirian Mendoza Gutierrez
hermoso capitulo
Tere Jimenez
gracias por compartir
Tere Jimenez
muy bonita historia muchas felicidades y bendiciones sabiduría y entendimiento para seguir escribiendo tan hermoso y compartir con nosotros felicidades estuvo increíble
Tere Jimenez
ojalá y ya lo dejen quedarse ahí
Tere Jimenez
que hermoso
Tere Jimenez
anoche estuvieron juntos según recuerdo
Tere Jimenez
muy interesante el capítulo
Tere Jimenez
muy pagados de si mismo los padres de el
Tere Jimenez
muy fuerte decisión la que tomaron
Tere Jimenez
que bonito capitulo
Tere Jimenez
que difícil situación convivir así por las criaturas
Tere Jimenez
ojalá y se lo lleve
Tere Jimenez
si muy cierto tal vez en el pasado nos sentimos los dueños del mundo pero tenemos que ser humildes
Tere Jimenez
que hermoso capitulo
Tere Jimenez
si muy hermosa novela
Tere Jimenez
que hermoso capitulo
Tere Jimenez
ésos bebés quiere llegar antes de tiempo
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