La muerte llega para darte una segunda oportunidad
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En peligro
Manuel observaba a su esposa desnuda sobre la cama. Con delicadeza, la cubrió con una sábana.
Horacio, recuperando el aliento, analizó la distancia entre ellos, buscando una vía de escape. Sabía que no podía vencerlo en su estado: el golpe lo había dejado debilitado. Entonces vio un florero decorativo, lo tomó y corrió hacia Manuel. Este, al ver que no podía esquivarlo, se cubrió con los brazos. El jarrón se hizo trizas y varios fragmentos lo cortaron.
El estruendo alertó a José, que esperaba en el pasillo. Tenía instrucciones de no entrar hasta que Manuel saliera con su esposa en brazos.
—¡Rápido! ¡Entren! ¡El señor está en problemas! —ordenó con voz firme.
Los agentes irrumpieron en la habitación y lo que vieron los dejó helados: Manuel sostenía a Horacio por el cuello, elevándolo del suelo con furia. ¿La razón? Uno de los fragmentos del florero había volado hacia Regina, causándole un corte en la mejilla.
—¡Señor, por favor, suéltelo! ¡Su esposa necesita atención! —suplicó uno de los agentes.
Horacio, al escuchar la palabra "esposa", abrió los ojos con incredulidad.
—¿E-esposa? —preguntó con dificultad.
Manuel lo arrojó al suelo sin piedad.
—¿Por qué no? ¿Creías que si la forzabas, automáticamente sería tuya? —le dijo con desprecio.
Luego se dirigió a José:
—Lanza un comunicado: quien esté del lado de este hombre, estará en mi contra.
Sin dedicarle otra mirada a Horacio, caminó hacia Regina. Pero al acercarse, notó que sus labios comenzaban a tornarse morados. Verificó sus signos vitales: su corazón apenas latía.
—¡José, llama a un médico! —gritó.
Uno de los policías, al ver la gravedad, intervino de inmediato:
—¡No hay tiempo! ¡Hay que trasladarla de inmediato a un hospital! ¡Iremos en una unidad, llegaremos más rápido!
Manuel la alzó en sus brazos. Al pasar junto a Horacio, le dio otra patada. Luego le hizo una señal a José, quien comprendió sin necesidad de palabras.
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Mientras tanto...
Eylin, angustiada, comenzó a borrar toda evidencia. Arrojó su celular a una alcantarilla y llamó a su compañía para reportarlo como extraviado desde hacía dos días. La jeringa con la droga la tiró en un basurero de un barrio marginal.
—Solo espero que Horacio no abra la boca... —murmuró, sintiendo un alivio amargo.
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En el hospital
Los médicos luchaban por estabilizar a Regina. La habían conectado a un respirador. La droga era demasiado fuerte, y su salud ya venía comprometida por una dosis anterior.
—Manuel, ¿cómo está mi hija? —preguntó su padre al llegar.
—La están atendiendo ahora mismo —respondió Manuel, visiblemente alterado. Caminaba de un lado a otro, lleno de ansiedad.
—¿Qué le diré a su madre? ¿Cómo podré verla a los ojos? —comentó con angustia. Ya había avisado a su esposa, quien abordó un jet privado para regresar de inmediato a la ciudad.
Manuel lo miró, y confirmó lo que ya sospechaba: los padres de Regina no eran malos como ella temía. Todo lo contrario.
—Esto fue mi culpa… no debí dejarla sola.
—No, hijo. Tú no tienes la culpa. No puedes predecir cuándo atacará la maldad. Solo nos queda esperar a que ella se salve —le dijo el padre de Regina con serenidad, demostrando una comprensión admirable.
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El tiempo pasaba con lentitud insoportable. Ambos hombres fijaban su vista en la luz roja de la sala de emergencia.
De pronto, esta se apagó. Salió una enfermera, seguida de un médico que le daba instrucciones apresuradas.
—¿Familiares de Regina Tobón de Carrasco? —llamó el médico.
—Somos nosotros —respondieron al unísono.
—La señora está en estado crítico. Logramos estabilizar su respiración, pero la droga que le suministraron es muy potente. Hicimos una limpieza sanguínea urgente para evitar que su cuerpo desarrolle dependencia.
El médico tenía el rostro tenso, preocupado.
—¿Hay algo más, doctor? —preguntó Manuel al notar su expresión.
—Sí. La droga es completamente ilegal. Deben reportar esto a las autoridades.
—Ya lo estamos haciendo. Solo necesitamos el informe médico para entregarlo como evidencia.
El médico asintió, sorprendido. Al parecer, ellos ya sabían quién fue el responsable del atentado.