La Huida- Un Alfa Rechazado

Capítulo 16

Loreto

Me levanté tempranísimo para poder encontrar a Oliver en la casa grande, espero encontrarlo y que me dé un pedacito de su tiempo, necesito sentirlo dentro de mi otra vez, uf, ¡qué hombre!, me puse un conjunto pequeñito de ropa interior, encima un vestido, para que sea fácil quedar desnuda.

Cuando entré en la casa, me encontré con la señora de la cocina, puedo notar a lo lejos que no le simpatizo, le pregunto por Oliver, y sin hacer contacto visual conmigo, me contesta que está ocupado en la oficina, sin más me alejé de ella y caminé hasta la oficina.

Cuando estuve frente a la puerta, acerqué mi oído para escuchar que pasaba dentro de aquella oficina, no tenía idea de con quien estaba tan temprano Oliver, hice un esfuerzo y pude escuchar algo, era la voz de una mujer.

—¿Ma acabas de lamer?, ¿acaso eres un perro?, chilla

Luego pude oír algo así como un gruñido, después no se escuchó nada más, por lo que tomé la decisión de entrar sin tocar y la escena que encontré en aquella oficina no me gustó para nada.

Oliver tenia a esa gorda grasosa, bien afirmada por la cintura y estaba muy cerca de ella, como si quisiera… besarla!, esto no lo voy a permitir, no por los días que me quedan en este pueblito.

Desde el día que Rocío le pidió que la fuera a buscar a su casa, pude darme cuenta de las miradas fugaces que se daban, siempre estaban pendientes el uno del otro, pero ¿cómo es posible que un hombre como Oliver se fije en ella? No es fea, para nada, pero es gorda, y vive de un trabajo de mediocre, en cambio yo soy hermosa, independiente además dueña de mi propia empresa.

No lo entiendo, ¿Qué está mal conmigo?, a lo largo de mi vida siempre han preferido a otras mujeres por sobre mí ¿por qué siempre es así?, siempre me enamoro, trato de dar todo de mi pero nunca es suficiente. Primero fue camilo, teníamos 15 años, él se enamoró de la hija de su nana, era una niña hermosa, pero era una persona corriente, ellos realmente se enamoraron, aún siguen juntos. Luego el abogado de mi papá, se llamaba Víctor, estuvimos saliendo unos meses, pero un día me dijo que se había enamorado de la secretaria de mi padre, una chica hermosa, de carácter tierno y muy eficiente en si trabajo, una de las mejores que ha trabajado con papá y por último, el hombre que destrozó mi corazón en mil pedazos, Alan, me había enamorado de él, estuvimos juntos un año, el día en que creí que me pediría ser su esposa, fue el día más triste de mi vida, me sentí destrozada al instante en que me dijo que ya no quería seguir conmigo, que había conocido a alguien más y se había enamorado perdidamente.

Desde ese día hace 2 años, no he tenido una pareja estable, salgo, lo paso bien, trabajo en mi casa de modas, me acuesto con quien quiera darme buen sexo y nada más, me siento vacía, quisiera en mi vida un amor como el que se tienen mis padres, espero algún día tenerlo.

—¿A que viniste?  Lo escucho preguntar

— vine temprano para tomar desayuno contigo ¿puede ser?

— Yo… desayuné temprano, pero vamos, te acompaño con una taza de café.

Mientras la señora Silvia nos servía el desayuno, hablamos largo y tendido sobre lo que hago, se notaba interesado

—veo que te gusta hablar de negocios Oli.

—la verdad Loreto, no pensé jamás que fueras dueña de una empresa, eres joven, cuantos años tienes?

—Tengo 26, mi empresa lleva en el mercado de la moda alrededor de 6 años, en unos meses más me voy a expandir, pretendo abrir una sucursal en NY, quiero dejar el país por un tiempo, enfocarme en otras cosas.

—Me parece genial, pero… ¿Por qué tan lejos de aquí?, pregunta

—la verdad necesito nuevos aires, no sé, quizás encontrar a alguien que me quiera.

—¿Aquí en tu país no lo has encontrado?

—sinceramente aquí solo he tenido decepciones amorosas, no creo ser suficientemente buena para alguien

—creo que estás equivocada, siempre hay alguien que nos está buscando… cuéntame de esas decepciones y yo te cuento la mía.

Hablamos por largo rato, sobre todo, le conté mi historia, él me contó la suya, y así hasta que lo llamaron de la veterinaria para resolver algunos problemas con el ganado, pero antes de que se fuera le pregunté

—Te gusta la gordita?, la asistente de tu hermana.

—No le digas así, es despectivo en la forma que lo dices

—no respondiste a mi pregunta

Se quedó pensando un momento y respondió

—No la conozco, pero sí, me pasan cosas cuando está cerca que no puedo explicar, y me niego a darle un sentido a todo esto.

—¿podemos pasarlo bien tú y yo estos días que me quedan aquí?

—con una condición…

—cual?

—NO grites, me desconcentro

—Jajajaja eres un idiota, pensé que a los hombres les gustaba eso, pero está bien. No vemos más tarde

Loreto