Segunda parte de la Saga PROMESA Y DESTINO que narra la historia de Fafner y Lugus
La existencia de Taranis Lugus ha sido marcada por el dolor, creyéndose un ser maldito, que sólo puede llevar desgracia a los que lo rodean y que no merece la esperanza del amor. Decidido a ayudar a su pequeña Libelle a traer a sus crías al mundo, Lugus elige sacrificarse, creyendo que es lo mejor para sus seres queridos, a pesar de que esto pueda significar tener que dormir un par de siglos y no volverlos a ver...
Por su parte, Fafner intenta escapar nuevamente de lo que comienza a sentir por Lugus; embarcandose en una serie de misiones que en lugar de ayudarlo a olvidar lo harán conocer más sobre la raza demoníaca y quién es realmente Lugus.
¿Podrá Fafner regresar a tiempo para volver a ver a su demonio?
¿Lugus logrará superar su terrible pasado y aceptar que él también merece amor?
Acompaña en esta nueva historia al Clan Lanira y los Dragones del Clan Nithe Ragnar.
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El día del alumbramiento de Libelle
Habían pasado tan sólo un par de semanas después del Baby Shower, cuando en una mañana Libelle se sintió extrañamente pesada y algo agotada, a pesar de que el día anterior, le habían entrado unas tremendas ansias de terminar de organizar todas las cosas para los bebés, se había sentido con tanta energía y tan determinada, que incluso se había desvelado hasta poder dar por terminado todo lo que ella deseaba, esto a pesar de las constantes protestas de Ejder, quien se angustiaba cada vez que ella se salía minúsculamente del detallado programa para garantizar su salud, que él se había esmerado en detallar.
Sin embargo, la energía se había evaporado, o mejor dicho parecía haber migrado, para acumularse en la parte baja de su vientre, y una extraña sensación de que algo muy importante estaba a punto de pasar la invadió, incluso desde antes de abrir los ojos. Entonces, mientras su esposo la ayudaba a levantarse de la cama; una gran cantidad de liquido salió de ella; empapando su pijama y desparramándose en el piso, ella se quedo apenada y sorprendida, porque no había sentido si quiera la urgencia de ir al baño y nunca le había ocurrido un accidente como ese. Pero cuando ella por fin levantó la mirada para disculparse con su esposo, en lugar de algún signo de desagrado o molestia, lo que encontró fue un rostro pálido con ligeros rastros de terror en sus ojos resplandecientes, y antes de que ella pudiera preguntar la razón de su estado, la voz del dragón resonó por todas partes, incluso fuera de su casa —Ya es hora, mis hijos ya vienen, se ha roto la fuente— Alertando así a la familia completa.
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Para los Lanira éste no era el primer nacimiento en casa, sin embargo, debido a las peculiaridades con las que Lugus pidió que se manejara todo, era necesario que todo el clan estuviera más que dispuesto a prestar la ayuda que se llegara a necesitar. Los primeros en llegar al llamado fueron Lugus y Danu, que habían estado montando, insistentemente una especie de guardia para poder estar preparados ante cualquier eventualidad, ya que habían notado el extraño comportamiento de Libelle, no sólo del día anterior, sino de una semana atrás, el cual había incrementado en las ultimas veinticuatro horas, y por el cual, ambos concluyeron que era el instinto de la futura mamá que les indicaba que el momento de recibir a los bebés estaba muy cerca.
Después de una rápida revisión por parte de Danu, esta declaró que el trabajo de parto había iniciado de forma normal, que tenía muy poco de dilatación, pero no era fácil asegurar cuanto tiempo llevaría ya que éste estaba determinado por la fortaleza de la madre y la cantidad de energía que el padre pudiera suministrar al proceso. Ejder en ese momento le dio un leve apretón a las manos de Libelle, desde que ella había roto aguas, él había estado emitiendo energía para ella, sus ojos resplandecían en un azul violáceo y se podían apreciar pequeños destellos, semejantes a una corriente eléctrica, recorriendo constantemente su cuerpo. Al verlos el corazón de Damara se apretó, la nerviosa anticipación en la cara de su hija y la preocupada determinación de su esposo hacían muy notorio lo jóvenes que eran, y lo precario de la situación, por lo que ante sus ojos ellos se veían como dos polluelos que aún debían permanecer en sus nidos, pero que insistían el lanzarse al vuelo.
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Las preparaciones se volvieron frenéticas, Damara daba indicaciones como si de un severo capataz se tratara, el área del alumbramiento debía quedar perfecta, no sólo por los motivos médicos, sino por lo que Lugus planeaba hacer. Por su parte Danu permanecía con la pareja, midiendo periódicamente el avance de la dilatación y suministrando cuidadosamente una serie de pasiones que Lugus había preparado exclusivamente para ese momento y que debían manejarse con absoluto cuidado. En el lugar también se encontraban Melly, Woden y Boreas, listos para reducir a Ejder en caso de que se llegara a poner violento, ya que podía entrar en una fase de sobreprotección y atacar a los que estaban ayudando a Libelle.
Al mismo tiempo Dracul ayudaba a Lugus a prepararse para lo que el llamaba “el Show de su vida”; tomando pasiones y entrando en un estado de meditación que lo ayudaría a alcanzar el nivel de poder que se iba a requerir. Todo debía sincronizarse a la perfección, ya que cualquier error podría desencadenar un verdadero desastre. Por eso había pedido a Ragnar y Nidhogg la creación de una barrera muy especifica, que él mismo había diseñado exclusivamente para ese momento, esta barrera aprovecharía la habilidad de los dragones para nulificar la magia, y así limpiar el área de cualquier corriente mágica que pudiera adherirse, al tiempo que se dejaba un camino que mantendría el flujo mágico entre el demonio y la parturienta completamente limpio, así como garantizar una mayor seguridad para los asistentes.
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El día avanzó afanosamente, y cerca del atardecer todo estuvo dispuesto; la dilatación de Libelle había avanzado a una gran velocidad y la ronda de pociones se había completado, por lo que Danu con ayuda de Aisha y Caerus comenzaron el traslado de Libelle al área que se había preparado para el alumbramiento. De inmediato Ejder se puso en guardia, y comenzó a seguirlos, sin embargo, debido al ritual que pronto daría inicio, él no podría estar presente durante la etapa culminante del parto. Al instante los dos trillizos le cerraron el paso, con Melly como su respaldo, que ya emitía su propia aura, lista para anular a su hermano si llegaba a ser necesario.
Ejder arremetió contra los gemelos, que plantaron un bloqueo efectivo; —!A UN LADO!— ordenó con su voz animal que se asemejaba a un gruñido, mientras los gemelos hacían su mejor esfuerzo para resistir la tremenda fuerza de su cuñado.
—¡NECESITAS CONTROLARTE HERMANO!— Rogó Melly con la voz de su dragón, que para los oídos de los trillos sonaba como el trino de un ave. Entonces Ejder hizo un sobreesfuerzo para no dañar a ninguno de los presentes y mantener el mayor control posible sobre sus instintos, él ya sabía que sería necesario separarse de su pareja para que todo saliera bien, sin embargo, la fuerza de voluntad que se requería para controlarse, por momentos parecía flaquear ante el poder de sus instintos. Hasta que por fin Ejder logró alcanzar un auto control absoluto y al igual que su hermano Ragnar, tomó asiento y su aura se condensó hasta mostrar a su dragón completo, estableciendo así el enlace que su esposa necesitaría para traer al mundo a sus hijos. Al ver al dragón de su mellizo, Melly no pudo evitar que se le escaparan lagrimas de orgullo y admiración.
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En cuanto Libelle estuvo en el área de alumbramiento todo el proceso se aceleró, el primero de sus bebés nació de forma segura y saludable, llorando con gran fuerza para anunciar al mundo su llegada; y de inmediato el segundo bebé arremetió para alcanzar a su hermano tardando sólo un par de minutos en llegar y hacer uso de sus pulmones por primera vez con un fuerte grito. Al momento Libelle pidió verlos y mientras los sostenía en sus brazos por primera vez, antes de siquiera poder otorgarles su nombre, su ritmo cardíaco comenzó a descender y sus ojos a cerrarse...
—Rápido llévense a los niños con su padre, debemos comenzar el ritual de inmediato— ordenó desesperada Danu que sabía perfectamente que cada segundo a partir de ese momento sería crucial.