Morir Por Ti

Hola, sigues enfadada?

- Hace días que no sé de ti.

- Sofía, tan enfadada estás que ni puedes leer mis mensajes?

- Contesta, hablemos y te explico.

- Sofía.

- Bien, cuando quieras llámame, te espero.

Desde un rincón de el gran salón de fiestas Danara leía uno tras otro los mensajes que había recibido desde hacía un rato, el teléfono había vibrado dentro de la cartera dorada estilo sobre que llevaba bajo su brazo y que conjuntaba con sus zapatos de diseñador, pero ella no pudo ver los textos hasta ahora.

Al día siguiente de la cena que disfrutó con Renato había tenido que viajar a Italia por problemas de la mafia y allí seguía después de una semana bastante complicada y ahora estaba en una gran fiesta dedicada a no sabía qué pero que su tía Giulia y Jim eran invitados ilustres y al saber los organizadores que una representación de los Parisi estaba en el país ella también fue invitada.

- Pago por saber el nombre del hombre que está robándome las sonrisas de mi futura esposa.

- ¿Esposa?¿Te volviste loco Matteo?

La chica perdió la sonrisa que tenía mientras leía los mensajes de su teléfono cuando un chico con evidentes rasgos asiáticos se paró junto a ella y le habló.

Era Matteo Bushida Lombardi, hijo de Giulia Lombardi cabeza de la familia italiana y de Isamu Bushida, jefe de la Yakuza y gran amigo de Santino Parisi.

- Calma, no te enciendas.- se burló de ella haciendo alusión al rojo de su pelo- No es que nos vayan a obligar a casarnos ni mucho menos, pero escuché a nuestros padres hablar hace unos días diciendo lo fantástico que sería que tú y yo nos enamoráramos, de hecho si miras con disimulo verás al señor Bushida que nos está espiando ahora mismo.

- No puedo creer que estén pensando en eso.- se quejó ella con justo derecho.

Matteo siempre había sido como un hermano y sus padres lo sabían, aunque no llevaran la misma sangre para ella era familia, no podía verlo como otra cosa a diferencia de su prima Liz que desde niña se derretía al ver al ojos rasgados. 

- Ellos creen que sería muy bueno para todos un matrimonio entre la jefe de jefes y el cabeza de los Lombardi, pero nos dejan elegir, creo que solamente eran sus deseos más escondidos que los estaban diciendo en voz alta.

- Pues se van a quedar con las ganas, yo no voy a casarme contigo.

- Ya veo que no, esa sonrisa que tenías hace un momento me deja claro que ya no tengo oportunidad. - se rió un poco antes de tomar un sorbo de la copa que tenía en la mano.

- No fastidies Matteo, solamente leía unos mensajes.

- Mensajes que te hicieron muy feliz, debí tomarte una fotografía.

- Era solo trabajo.

- Pues si era trabajo me imagino que deba ser la noticia de que tu nuevo set de tortura a llegado y que lo están puliendo para que lo tengas presto para su pronto uso, a ti no te hace sonreír de esa forma nada más. - el chico la miró más detenidamente- Aunque no, no es eso, tienes algo distinto en la mirada y tu sonrisa era tierna, no era de las que dan miedo, era de las que dan ganas de besarte y que conste que yo nunca he tenido ganas de eso.

- Es mejor para ti no tenerlas, puedes perder más de un miembro importante de tu cuerpo, si Liz no te mutiló yo sí voy a hacerlo.

- Estás cambiando la conversación con toda intención desviándola hacia mi y a Liz pero te lo agradezco.

El chico cambió el semblante, ya no se veía tan risueño.

- ¿No te ha dicho si piensa perdonarme algún día?

- Matteo ¿porqué eres tan tonto?¿Porqué no le dices de verdad lo que ella es para ti y te dejas de tanta vuelta?

- Porque no lo sé a ciencia cierta, siempre supe que la amaba pero ahora la veo y me pone nervioso y pienso en que solo tengo dieciocho años y quiero disfrutar la vida.

- Y por tus inseguridades ella se merece verte desfilar por delante de su cara con cuanta descarada a ti se te antoja y ver como no te importa meterles mano mientras ella está presente, eres un imbecil Matteo, además tú sabes que ella y yo hablamos mucho y sé muy bien lo que ustedes tienen y todas las cosas que le prometiste.

- Yo solo quería verla celosa, era solamente eso.- intentó disculparse- Pero parece que se me fue la mano y ahora ni siquiera me coge el teléfono para poder explicarle, ya ni hablamos, creo que me odia.

- Pues que te digo, celos es lo que menos sintió, le rompiste el corazón Matteo y Liz a diferencia de mi tiene uno que estuvo dedicado a ti, y después de aquel día y de verla llorar por horas me parece que lo tiró todo a la basura y siguió adelante, te recuerdo que ella también tiene dieciocho años.

- ¿Cómo que siguió adelante?¿Está con alguien? Dime Nara, tú la conoces mejor que nadie.¿Dejó de amarme?

- Por lo menos lo está intentando.- le dijo una pequeña mentirijilla a su amigo- Hay un chico que conoció hace un tiempo y ha salido a cenar con él un par de veces, se le ve ilusionada.

- ¿Es de nuestro mundo?- bingo, vio el miedo reflejado en el rostro del chico.

- ¿Y eso que tiene que ver? Liz puede ser lo que ella quiera, por eso no va a dejar de ser una Parisi, pero si tanto te interesa te informo, algo tiene en la sangre, lo conoció en Sicilia, tú sabes que allí el que no corre vuela.

- ¿Ella está aquí en Italia?

- No, él es de allí, vecino de Massimo pero tiene asuntos en New York, se conocieron cuando ella vino unos días después de tu estupidez y después él viajó con ella.

- ¿Vecino de Massimo?

- Sí, tiene veintitrés, es muy majo, ella quiso presentármelo y por lo que vi él está bastante interesado en ser parte de la familia.

- Estás intentando hacer que me sienta inseguro Nara, te conozco bien.

- Eso también, pero no es por mortificarte, es para que te des cuenta de que eres reemplazable y que si le sumas a eso que si los trillizos se enteran de que su princesa ha estado llorando por ti, hasta la Yakuza va a desaparecer.