Enamórate Perdidamente

Leonardo

Un alboroto proveniente del segundo piso llamó mi atención mientras salía de la oficina. Al acercarme, noté a varios empleados congregados, observando con preocupación.

—¿Qué está pasando? —pregunté, tratando de descifrar la situación.

—Althea no quiere abrir la puerta. Se escucha a Pablo llorando —informó Marini, evidenciando la seriedad del asunto.

—¿Y qué están esperando? —inquirí, dirigiéndome a un empleado que intentaba abrir la puerta.

—Estamos esperando las llaves —respondió, mostrándose algo nervioso.

—Permiso —dije decidido, y sin esperar más, me posicioné frente a la puerta y la golpeé con fuerza. Pablo continuaba llorando, y no había rastro de Althea.

—¿Papá? ¿Dónde está Al? —preguntó Matteo, acercándose con preocupación.

—No lo sé —admití, sintiendo la angustia apoderarse de mí.

—Ella está adentro, creo que con Dave. Cuando salí de la habitación, él venía detrás de ella —informó Matteo, agregando más preocupación al ambiente.

—¿Qué está pasando? —pregunté con mayor agitación. Una de las empleadas se adelantó para dar explicaciones.

—Señor, él ha estado obsesionado con la señora Althea. Decía que ellos se iban a casar y tendrían hijos. Hablaba de una vida juntos, pero cuando ella lo rechazó, casi se vuelve loco —explicó, revelando la perturbadora obsesión de Dave.

La información me llenó de furia, y con determinación, redoblé mis esfuerzos para abrir la puerta. Con un golpe final, la puerta cedió, y al adentrarme en la habitación, vi a Althea contra la pared, con el cabello desordenado y Dave sujetándola del cuello.

Ella lloraba, y cuando nuestros ojos se encontraron, vi la esperanza en su mirada. Sin dudarlo, me lancé hacia Dave y lo aparté bruscamente de Althea. Un estruendo resonó cuando ella cayó al suelo, tosiendo con dificultad, mientras yo contenía mi ira y frustración, canalizándola hacia Dave.

—¡Señor! —Marini me separa de mi empleado, pero yo solo quería volver para matarlo, había tocado lo que era mío, ¿quién se creía para hacerlo? —Deténgase que va a asustarlos —Giro a ver a mis empleados, los hombres estaban tensos y las mujeres estaban temblando, la única que me miraba era Althea, su rostro rojo y se veía totalmente ida.

No sé qué fue lo que me hizo correr hacia ella para abrazarla y la abracé, comenzó a sollozar fuertemente mientras tosía y se apoyó en mí.

—Encárgate —Ordenó a mi secretario.

—Pablo —Murmura, mientras tose, seguía pensando en los niños como siempre.

—¿Eres capaz de cargarlo? —Ella asiente mientras sigue tosiendo, me levanto y la ayudo a levantarla, para luego cargarla como princesa —Agarren a Pablo y lo ponen encima de ella —Ordeno en italiano, una de las empleadas temblando agarra a mi hijo que estaba sollozando, pero al sentir a su niñera se calma.

Salgo de esa habitación y Matteo me sigue, menos mal lo habían dejado fuera de escena.

Dos horas después había llamado a tres doctores para que me dieran recomendaciones, estaba en mi habitación. Ahora estaba organizando todo en la casa, la policía ya había llegado.

—Señor, ¿sabe si es alérgica a algún medicamento?

—Pueden mirar el historial clínico de ella, les doy acceso a todo —Les respondo, entre los tres se miran y asienten, me acerco a Althea y le doy un beso en la frente —Ya vuelvo, cualquier cosa estaré pendiente.

Miro a mi hijo que estaba durmiendo al pie de la cama de su niñera, también le doy un beso y luego me muevo al más pequeño, sus ojos rojos de tanto llorar, me causa ternura y también le doy otro beso, para salir de la habitación y ver de frente a Dave.

Estaba herido por los golpes que le había dado, no me importaba que me metieran cargos con tal de que él tuviera lo mismo que yo o peor, porque él intentó matar a alguien mucho más débil que yo.

—¿Entonces para qué me necesitan? —Cuestionó.

—Señor Salvatore, no sé qué podemos hacer para encerrarlo, al ella ser extranjera no creemos que le den lo mismo.

—¿Me estás diciendo que como ella es colombiana le van a bajar los cargos al hombre que casi la mata?

—Sí —Ambos se miran entre ellos, acaricio mi cien, tratando de controlar las ganas de darles un golpe por la clara xenofobia que estaban presentando.

—No me importa, él debe pagar correctamente, si no yo me encargaré de que su carrera termine —odiaba con todo mi ser utilizar mi poder de ese modo, pero no iba a permitir que este hijo de puta se saliera con la suya.

—Ella es mi pareja, ella es mía —Suelta furioso mi ex empleado, sus ojos llenos de ira contra mí, yo estaba un poco más indiferente, no me llegaba ni a los talones, no era una competencia para mí.

—¿En tus sueños? —Enarco una ceja, ¿estaba loco?

—Yo soy su novio, yo sería el padre de sus hijos, pero tú la quitaste de mi lado, en la noche estabas con ella hablando muy felices —Había escuchado la conversación —Ella es mía, esa maldita perra solo quería darme celos.

Respiro profundo, ¿estaba loco de verdad? Solo le quedaría dar un puñetazo, estaba hablando de la que supone era su pareja, ¿cómo podía hablar así de ella?

—Te aseguro que ella tiene mejores gustos que tú, ella sí sabe cuándo alguien está loco —Ella una vez mencionó que se quiso alejar de él porque notó extraños comportamientos, pero no pensó que sería de esa forma, creyó que al pasar unos días él se olvidaría y podría seguir su vida normal.

—Adicional, si ella y yo tuviéramos una relación, lo aceptaría con alegría, porque es una gran mujer y tú lo sabes —Le contesto mirándolo a los ojos —Althea es la mujer más maravillosa de este mundo, porque no se fijaría en alguien como usted —Hago una seña para que saquen a ese hombre de aquí, quería golpearlo más fuerte.

¿Althea suya? En sus putos sueños, esa mujer era demasiado para tipos como él y como lo sabían, se volvían locos por esa misma razón.

Volví a la habitación donde estaba ella, los doctores habían terminado su tratamiento, estaba con una intravenosa, dormida. Le habían dado unas pastillas para calmar el dolor que la ponían a dormir, mis hijos seguían al pie de ella.

—Oh, mi pequeña Althea, siento mucho que todo esto haya pasado por todo esto.