Sinopsis
Enzo, el hijo menor del Diablo, vive en la Tierra bajo la identidad de Michaelis, una joven aparentemente común, pero con un oscuro secreto. A medida que crece, descubre que su destino está entrelazado con el Inframundo, un reino que clama por su regreso. Sin embargo, su camino no será fácil, ya que el poder que se le ha otorgado exige sacrificios inimaginables. En medio de su lucha interna, se cruza con un joven humano que cambiará su vida para siempre, desatando un romance imposible y no correspondido. Mientras los reinos se desmoronan, Enzo deberá decidir entre el poder absoluto o el amor que nunca será suyo.
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Capítulo 6: Fronteras de la Realidad.
Michaelis se despertó esa mañana con una sensación de inquietud que no podía sacudirse. La oscuridad de sus sueños y el temor persistente del abrigo la habían dejado cansada y ansiosa. A pesar de su deseo de encontrar respuestas, el miedo a lo desconocido seguía acechando en las sombras de su mente.
Decidida a buscar un poco de normalidad, Michaelis se preparó para ir a la escuela. Sin embargo, a medida que avanzaba el día, la preocupación por el abrigo y el creciente sentido de urgencia la mantenían distraída. Los profesores notaron su falta de concentración, y sus amigos, especialmente Adrian, la observaban con preocupación.
Durante el almuerzo, Michaelis se sentó en su rincón habitual del comedor. Adrian se acercó, como siempre, con una sonrisa amable. “¿Todo bien, Michaelis? No has estado en tu mejor forma últimamente.”
Michaelis intentó forzar una sonrisa. “Solo… muchas cosas en mi mente.”
Adrian se sentó frente a ella, su mirada fija. “Sabes, si hay algo que puedas compartir, me gustaría ayudarte. A veces, las cosas pueden parecer menos abrumadoras cuando no las enfrentas solo.”
Michaelis lo miró, sintiendo el peso de sus palabras. No estaba lista para revelar su secreto, pero la sinceridad en sus ojos la hizo cuestionar si debería confiar en él.
“Gracias, Adrian. En realidad, hay algo que me preocupa mucho, pero no estoy segura de cómo explicarlo,” dijo Michaelis, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
Adrian asintió, animándola a continuar. “No necesitas explicar todo de una vez. A veces, es suficiente con dar un pequeño paso hacia adelante.”
El resto del día pasó en un borrón para Michaelis. La mente de ella seguía en el mismo lugar oscuro del que no podía escapar. Cuando terminó la escuela, se dirigió de nuevo al parque, buscando consuelo en la tranquilidad de la naturaleza.
Sentada en el banco junto al estanque, sacó el abrigo de su mochila. Aunque la tienda de antigüedades había sido reveladora, Michaelis sentía que necesitaba investigar más. Decidió que debía intentar realizar un análisis más profundo por su cuenta, utilizando lo que había aprendido de los textos que había leído.
Estaba inmersa en sus pensamientos cuando notó una figura acercándose. Era un hombre mayor, de aspecto desgastado y con una mirada cansada pero penetrante. Llevaba un sombrero viejo y una chaqueta raída, que contrastaba con la elegancia del abrigo que Michaelis tenía en su posesión.
“¿Interesada en ese viejo abrigo?” preguntó el hombre con una voz rasposa, acercándose con cautela.
Michaelis levantó la vista, sorprendida. “¿Cómo sabes acerca de este abrigo?”
El hombre sonrió con tristeza. “Hay muchas cosas en el mundo que los demás no comprenden. Y a veces, los objetos tienen historias que van más allá de lo que los ojos pueden ver.”
Michaelis sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Qué sabes sobre él?”
El hombre se sentó a su lado en el banco. “Mi nombre es Samuel. He pasado mi vida investigando lo oculto, y ese abrigo parece estar relacionado con algo que creí perdido hace mucho tiempo.”
“¿Perdido? ¿Qué quieres decir?” preguntó Michaelis, intrigada.
Samuel miró el abrigo con atención. “Ese abrigo es parte de una antigua leyenda sobre el Inframundo. Se dice que ciertos objetos pueden ser utilizados para abrir portales entre nuestro mundo y ese reino oscuro. La magia que lleva este abrigo es peligrosa, y puede arrastrar a aquellos que lo portan hacia el abismo si no se maneja con cuidado.”
Michaelis se quedó en silencio, absorbiendo la gravedad de las palabras de Samuel. “Entonces, ¿qué debo hacer con él?”
Samuel se encogió de hombros. “Debes ser cautelosa. El abrigo está destinado a aquellos que están entre dos mundos, y puede ser que esté buscando algo en ti. El Inframundo no da nada sin pedir algo a cambio.”
“¿Cómo puedo detener esto? No quiero ser parte de este juego oscuro,” dijo Michaelis con desesperación.
Samuel la miró con simpatía. “No siempre puedes evitar lo que está destinado a suceder. Pero puedes prepararte para enfrentarlo. La clave está en encontrar el equilibrio entre tu mundo y el del Inframundo. Y si decides que este camino no es el tuyo, debes estar dispuesta a enfrentar las consecuencias.”
Michaelis sintió una mezcla de esperanza y desesperanza. Samuel se levantó, comenzando a alejarse. “Recuerda, lo que buscas puede estar más cerca de lo que piensas. A veces, las respuestas se encuentran en los lugares más inesperados.”
Con esas palabras en mente, Michaelis volvió a su hogar. La conversación con Samuel la había dejado perturbada pero también más decidida a encontrar respuestas. La sensación de ser observada, que había experimentado en la noche anterior, parecía intensificarse.
Al llegar a casa, se dirigió a su habitación y comenzó a examinar el abrigo nuevamente. Estaba decidida a encontrar cualquier pista adicional que pudiera ayudarla a entender mejor su conexión con el Inframundo. Abrió el abrigo con cuidado y, mientras lo hacía, notó que uno de los bolsillos ocultos contenía un pequeño amuleto.
El amuleto era un objeto delicado, de forma ovalada y con un diseño intrincado. Michaelis lo sostuvo entre sus manos, sintiendo una vibración leve pero inquietante. Los símbolos en el amuleto coincidían con los del abrigo, y parecía tener una energía que pulsaba débilmente.
Decidió investigar el amuleto en profundidad. Utilizó la guía que había adquirido de Madame Liora, buscando cualquier referencia sobre objetos similares en los textos esotéricos. Mientras leía, comenzó a comprender que el amuleto era una pieza clave en los rituales del Inframundo. Era utilizado para facilitar la comunicación entre el mundo de los vivos y el reino oscuro.
Con una creciente sensación de urgencia, Michaelis comenzó a trazar un plan. Sabía que debía prepararse para cualquier cosa que pudiera suceder, y la información sobre el amuleto le daba una pista sobre cómo manejar el poder que el abrigo y el amuleto estaban empezando a desatar.
Esa noche, mientras la oscuridad envolvía la ciudad, Michaelis sintió una presencia aún más palpable en su habitación. La sensación de ser observada se intensificó, y un escalofrío recorrió su espalda. El amuleto parecía latir con una energía propia, y las sombras en la habitación parecían moverse de manera inquietante.
Michaelis se recostó en su cama, tratando de calmar su mente. Sabía que su destino estaba sellado de alguna manera, y que la línea entre la realidad y el Inframundo se estaba desdibujando. La sensación de estar atrapada entre dos mundos la envolvía, y el miedo a lo desconocido era cada vez más palpable.
En medio de la oscuridad, un pensamiento persistente la acompañaba: debía encontrar un equilibrio entre sus dos realidades antes de que fuera demasiado tarde. El abrigo, el amuleto, y la conexión con el Inframundo eran más que simples objetos; eran puertas a un destino que ella no podía evitar.