A pesar de sus reservas iniciales, la conexión emocional y la química entre Nick Evans y Dayanne Wilson, es tan poderosa que los lleva a experimentar un deseo incontrolable de estar juntos. Esta sensación de atracción abrumadora los impulsa a explorar sus sentimientos y a desafiar sus creencias previas sobre el amor. Pero la situación entre ambos, se complicará por las propias inseguridades de Dayanne relacionadas con la intimidad, lo cual le impide entregarse por completo, aún cuando siente un deseo irrefrenable por Nick. A pesar de la intensa atracción que ambos experimentan, Dayanne lucha internamente contra sus propios temores y barreras emocionales que le impiden abrirse completamente a Nick y a la posibilidad de una relación significativa. Esta dicotomía entre el deseo abrumador y las inseguridades personales de Dayanne crea una tensión emocional que será crucial para el desarrollo de su historia juntos.
Los invito a leer esta hermosa historia de amor y superación ¡Disfrutenla!
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CAPÍTULO XIV CONFUSIÓN…
Los padres de Dayanne lograron llegar un poco más tarde del tiempo estipulado, encontrando a su hija sola y dormida en el sofá. La confusión que sintió ante la partida de Nick, la obligaron a apoyar la cabeza en el respaldo del sofá y cerrar los ojos para calmar los pensamientos que la embargaban, y así se quedó dormida, con él en su mente…
. – Dayanne… - La Despertaba susurrando con mucho cuidado su mamá, mientras el señor Wilson llevaba la maleta hasta la habitación de invitados.
. – Nick… - Susurró pensando que quien pasaba su mano con delicadeza por su mejilla era con quien soñaba, y obviamente ante la mención de ese nombre, Bárbara asumió que entre ellos existía una relación que su hija sorprendentemente le ha ocultado…
. – Dayanne hija… - Entonces abrió los ojos al escuchar la última palabra y reconocer la voz de Bárbara.
. – ¡Mamá! – Literalmente se acurrucó en la protección de sus brazos…
. – Hija, aquí estoy mi amor – La consoló ante su gemido – Cuanto me duele verte así Dayanne… - También sollozo Bárbara.
. – ¡No llores por favor! Yo estoy bien mamá… - Comenzó a excusarse sin éxito Dayanne.
. – ¡Hija por Dios…! - La interrumpió y reprendió ante su intento por minimizar la situación - ¿Cómo pretendes restarle importancia al estado en que te encuentras?
Bárbara sabía perfectamente que ella lo que buscaba era evitar que el uso de la motocicleta saliera a relucir como la indudable culpable de su estado.
. – Okey, pero fue una cosa boba mamá en serio – Le explicaba, manteniendo el discurso que le había dado antes Nick a su favor – Solo que no pude controlar que la moto me cayera encima y bueno… - Se mostró y se dio cuenta que su papá estaba parado cerca de ellas escuchando su versión, entonces le extendió la mano para que se acercara. – Hola papá – Lo saludó dejando un beso en su mejilla cuando él se sentó a su lado. Dayanne recostó la cabeza en su pecho cuando Anthony la atrajo hasta él…
. – Hija, sentí mucho miedo por ti… – Confesó sin poder evitar el temblor en su cuerpo…
. – ¡Papi! – Lo calmó presionando su mano, sabía que de algún modo él se debía sentir culpable porque su amada esposa por lo general lo hacía sentir así – Nada de esto es tú culpa papá – Le susurró, y él asintió
. – Te escuché… - Le susurró en el mismo tono Bárbara, que no perdía detalle de nada – Los dos son unos insensatos que saben claramente que esto podía pasar, solo era cuestión de tiempo… - Los dos aficionados voltearon los ojos fastidiados de escuchar la misma cantaleta de siempre.
. – Igual que en un auto, una bicicleta o hasta en un transporte público mamá, no estamos exentos de ello… - Objetó Dayanne
. – Claro… - Bárbara decidió no insistir en defender su postura, porque evidentemente ninguno se iba a dar la razón… Ni ellos la harían cambiar de opinión a ella, ni viceversa - A todas estas ¿Dónde está el buen “amigo” Nick?
. – Cierto… - Apoyó Anthony la pregunta de su esposa, y ambos la miraron con demasiada fijación…
. – Ejem… – Carraspeó Dayanne antes de poder hablar - Bueno, él se tuvo que ir antes…
. - ¿Por qué? – Insistió Bárbara con excesiva curiosidad en su nueva pregunta.
. – Mamá te explique antes que la gente tiene ocupaciones… - Los dos continuaban escudillándola, atentos a sus reacciones.
. - ¿Qué podría ser más importante que cuidar a su “amiga” convaleciente hasta que sus padres llegaran? – Volvió con su obstinación la mujer.
. – Él no es mi amigo mamá… - Los dos la miraron más extrañados – Ay, ya dejen de mirarme así, Nick Evans es solo mi jefe…
. - ¿Tu jefe? – Preguntaron los dos al unísono, haciendo que Dayanne volteara los ojos y resoplara.
. – Si, jefe, superior, cabeza de una corporación… – Le dijo con ironía provocando que ahora fueran ellos quienes hicieran gestos – Bueno, él es el presidente de la empresa donde trabajo.
. – ¡Oh! – Expresó incrédula Bárbara - ¿Y qué hay entre ustedes dos? – No pudo evitar preguntar.
. – ¡Mamá! – Dayanne miró a su papá en busca de ayuda, pero él solo levantó los hombros, pues sentía la misma curiosidad que su esposa – ¡Ahs, Por Dios! – Se quejó, pero la verdad es que ante semejante interrogatorio no sabía que responder… - Nada, él solo es un buen samaritano que fue testigo del accidente y se ofreció a ayudarme…
. – ¿Segura? – Preguntó ahora Anthony, nada convencido de la respuesta demasiado formal de su hija, especialmente por la manera que desviaba la mirada, y se esmeraba en restarle importancia.
. – ¡Papá! ¿También tú? – Le reprochó mirándolo recelosa por la insistencia de ambos, pero debió ceder a su curiosidad sino no pararían - Yo apenas ayer lo conocí, es mi jefe, tuvimos una junta y… – Explicaba para dejarles claro que nada había entre ellos, pero al verles la cara de total escepticismo desistió – ¡Ya basta, no importa quién es él, sino que hizo una buena labor!
. – Umju… – Fue lo único que por un momento pudo decir Bárbara – Okey, si le pones tanto hincapié en convencernos, así será – Terminó cuando ella intentó levantarse…
. – La cuestión es que nos hubiese gustado mucho agradecerle en persona por cuidarte con tanta dedicación… - Dayanne miró a su papá con los ojos entrecerrados - ¿Qué dije? ¿Lo hizo o no?
. – Si – Admitió la chica…
. – Ves, solo queremos ser agradecidos… -Dayanne suspiró aceptando…
. – Podríamos invitarlo a cenar después de tu recuperación para…
. – ¡No! – Ellos volvieron a mirarla con su actitud de sospecha ante su afán - Quiero decir, eso no será posible porque él no vive en la ciudad, y ya se fue… - Sus papá continuaron escuchando – Es que él solo viene por temporadas…
. – Que mal… - Dijo Bárbara mirando a su hija, que inevitablemente apartó la mirada, luego observó a su esposo, y este le hizo un gesto de que estaba de acuerdo con ella…
. – En efecto, bueno esperemos poder cruzárnoslo alguna vez, nos pareció un caballero y siendo “solo tu jefe” lo que hizo indudablemente ha sido un gran gesto de amabilidad y solidaridad para con su "empleada"…
Dayanne no dijo nada más, solo los escuchaba cuando continuaron con su charla, pero sin perder oportunidad en ningún momento, de darle más énfasis del necesario a cada palabra. Ahora ella había quedado bajo los cuidados de sus padres, pero no podía dejar de pensar en Nick y la pasión que en el instante del beso, los invadió.
Era imposible para ella, apartar de su mente cada momento compartido con él, cada cercanía, cada sonrisa traviesa que le dedicó, cada gesto de consuelo con el que la reconfortó… Realmente, y a pesar de todo, Nick había sido muy especial con ella.
Y analizaba, que de no ser por sus complejos y miedos, ella se hubiese entregado a la lujuria que él había despertado en ella, y que se había adueñado de sus cuerpos. Para ella esto era algo que no había vivido nunca, ni siguiera con su ex esposo, a quien alguna vez creyó amar.
La atracción que su jefe despertó en ella, en todo su ser, era algo que no tenía comparación con nada que ella hubiese vivido antes. Lo deseó con locura, aún lo deseaba, anhelaba con todo sus fuerzas que él estuviera allí en ese momento, con ella en la soledad de su habitación y pudiera hacerle entender que ella no era lo que su cretino ex esposo decía. Porque ella sentía deseo, lo pudo corroborar ahora mismo con la necesidad que sentía por Nick Evans. Ósea, que su frigidez no era por falta de deseo, sino que el problema radicaba en que sufría de la ausencia de todo tipo de placer en el acto sexual. ¡Y ya estaba harta, quería ser y sentirse una mujer completa!