La historia de esta mujer es un viaje de autodescubrimiento y valentía en un mundo donde el estatus de género dicta el valor de una persona. Nacida en el seno de una familia noble en Roma, ella desafía las expectativas de su género desde una edad temprana. Despreciando la idea de ser tratada como una simple "vaca para preñar", busca igualdad y reconocimiento por su mente y habilidades, en lugar de simplemente por su género.
Sin embargo, la vida no es fácil para ella ni para su familia. Cuando una guerra obliga a su familia a huir de Roma, se encuentran enfrentando la discriminación y el escrutinio de aquellos que los rodean. La gente no puede entender por qué esta mujer es educada como un hombre y posee habilidades de curación que parecen provenir de los dioses de la salud y la curación de la antigua mitología griega. Sus dones se convierten en una bendición y una maldición, ya que la gente la ve con sospecha y temor, cuestionando si es una bruja o está involucrada en prácticas oscuras.
A pesar de todos los obstáculos, ella no se rinde. Se casa con un senador para protegerse y encontrar un lugar seguro en un mundo peligroso e incierto. Juntos, viajan por varias ciudades, escapando de la furia de un emperador vengativo que busca venganza por la muerte de su padre a manos de traidores. En su viaje, enfrentan desafíos constantes y peligros inesperados, pero su determinación y amor mutuo los mantienen fuertes.
Esta es una historia de resistencia, amor y perseverancia en tiempos de adversidad. Es un recordatorio de que, incluso en un mundo donde el género y el estatus social dictan las reglas, el coraje y la pasión pueden trascender todas las barreras. La protagonista demuestra que el verdadero poder reside en el corazón y la mente, no en el género o el estatus social, y que el amor y la esperanza pueden guiar incluso en los momentos más oscuros de la historia.
NovelToon tiene autorización de Luisa Manotasflorez para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 14
La Carta desde el Frente
Adriano había partido a la guerra, y la ausencia se sentía profundamente en cada rincón del palacio. Aurelia, ahora una princesa regente, se encontraba sumida en sus responsabilidades y pasatiempos, siempre tratando de mantener la mente ocupada para no pensar en la incertidumbre del campo de batalla. Pasaba horas leyendo, supervisando los quehaceres del hogar, y asegurándose de que todo marchara bien en el palacio.
Una tarde, mientras revisaba documentos en su estudio, un emisario llegó con una carta. Reconoció inmediatamente el sello de su esposo y sintió un vuelco en el corazón. Rompió el lacre con dedos temblorosos y comenzó a leer:
---
**Mi amada Aurelia,**
Han pasado ya dos meses desde que partí hacia Hispania, y cada día lejos de ti se siente como una eternidad. La guerra es dura, pero tu recuerdo es lo que me mantiene fuerte y enfocado. Quiero contarte todo lo que ha sucedido desde mi última carta y compartir contigo las razones que nos han llevado a esta contienda.
La guerra contra Hispania ha sido impulsada por la necesidad de asegurar nuestras fronteras y expandir nuestro imperio. Hispania es una tierra rica en recursos, con vastas extensiones de tierras fértiles y valiosas minas de minerales. Gobernar estas tierras fortalecerá nuestro reino y garantizará la prosperidad para nuestro pueblo. Sin embargo, la resistencia aquí es feroz. Los hispanos son guerreros valientes y luchan con una determinación admirable.
Nuestras tácticas en esta campaña han sido variadas. Hemos utilizado una combinación de ataques directos y emboscadas estratégicas para desgastar al enemigo. La clave ha sido la adaptación y la movilidad, atacando rápido y retirándonos antes de que puedan organizar una defensa efectiva. Mi hermano, el emperador, ha demostrado ser un estratega brillante, y aunque no está aquí en persona, su influencia en nuestras tácticas es evidente. Hemos sufrido pérdidas, pero también hemos obtenido victorias significativas.
Cada noche, cuando la batalla se calma y el campamento se sumerge en el silencio, pienso en ti. Extraño tu risa, tu inteligencia, y la paz que encuentro en tus ojos. Soñar contigo es mi refugio en medio del caos de la guerra. Espero que estés bien y que los niños estén recibiendo una buena educación. Saber que estás segura y que mantienes el hogar en orden me da la tranquilidad que necesito para seguir adelante.
Quiero que sepas que tu amor es mi mayor motivación. Aquí, rodeado de peligro, he llegado a valorar aún más todo lo que compartimos. Eres mi fortaleza, mi luz en la oscuridad. No pasa un solo día sin que me pregunte qué estarás haciendo, si estarás pensando en mí tanto como yo en ti.
Mantente fuerte, mi amor. Espero regresar pronto a tus brazos y celebrar la paz que tanto anhelamos. Hasta entonces, cuida de nuestro hogar y de ti misma. Recuerda que siempre te llevo en mi corazón, sin importar la distancia que nos separe.
Con todo mi amor,
**Adriano**
---
Aurelia terminó de leer la carta con lágrimas en los ojos. Sentía una mezcla de orgullo y tristeza. Sabía que su esposo estaba cumpliendo con su deber, pero la incertidumbre de la guerra la llenaba de miedo. Guardó la carta con cuidado y decidió escribirle una respuesta, expresándole su amor y apoyo incondicional. Mientras tanto, se mantendría firme, esperando el día en que Adriano regresara sano y salvo a su lado.
**Querida Aurelia,**
Espero que esta carta te encuentre en buena salud y ánimo. Desde la lejanía del campo de batalla, siento la necesidad de escribirte y mantenerte al tanto de nuestros progresos y desafíos en Hispania. Cada día aquí es una batalla no solo contra los enemigos, sino también contra el anhelo constante que tengo por ti. Extraño tus besos, la suavidad de tu piel, y la calidez de tus ojos color avellana con ese toque de negro que siempre me ha cautivado.
Hispania es una tierra rica y diversa, llena de contrastes y desafíos. Nos enfrentamos a tribus valientes y determinadas que defienden ferozmente su libertad y su tierra. La conquista de esta región no es fácil; sus habitantes son guerreros natos, conocidos por su resistencia y tenacidad. Cada colina y valle aquí cuenta una historia de lucha y valentía.
El Senado y mi hermano, el emperador, decidieron conquistar Hispania por varias razones estratégicas y económicas. Las tierras ibéricas son ricas en recursos naturales, especialmente en metales preciosos como el oro, la plata y el cobre. Controlar estas minas nos proporcionará una ventaja económica significativa, asegurando el suministro necesario para mantener y expandir nuestro imperio.
Además, Hispania es crucial para asegurar nuestra supremacía en el Mediterráneo occidental. Controlar estas tierras nos permite proteger nuestras rutas comerciales y militares, garantizando la seguridad de nuestras fronteras y previniendo incursiones de enemigos potenciales. No olvidemos que, durante la Segunda Guerra Púnica, Hispania fue un bastión de resistencia para los cartagineses. Asegurar nuestro control aquí es también una forma de evitar futuras amenazas desde esta dirección.
El proceso de romanización que sigue a la conquista será vital para la integración de esta región en nuestro imperio. Esto implica construir infraestructuras, difundir nuestra lengua y cultura, y atraer a las élites locales a nuestro modo de vida. Aunque este proceso será largo y lleno de desafíos, es esencial para consolidar nuestro dominio y asegurar la estabilidad de Hispania bajo la bandera de Roma.
Sin embargo, la lucha es ardua. Estas tierras montañosas y sus habitantes se resisten con una fuerza que admiro, aunque complica nuestra misión. Pero cada obstáculo superado nos acerca más a la victoria y al día en que podamos estar juntos de nuevo. Sueño con el momento en que pueda volver a tus brazos, sentir tu calor y escuchar tu voz.
Mientras tanto, me aferro a los recuerdos de nuestros momentos juntos para mantenerme fuerte. Pienso en tus ojos, en esa mirada que me llena de paz y esperanza, y encuentro la fuerza para seguir adelante. La guerra nos mantiene separados, pero mi amor por ti solo crece con cada día que pasa.
Cuida de ti, querida Aurelia. Sigo esperando el día en que pueda regresar y estar contigo, libre de las preocupaciones de la guerra. Hasta entonces, mantente fuerte y segura de mi amor eterno por ti.
Con todo mi amor,
**Adriano**
La Oración de Aurelia**
En el vasto silencio del templo, Aurelia se encontraba de rodillas, con sus manos entrelazadas y su mirada dirigida al cielo. La tenue luz de las velas iluminaba sus rasgos delicados, reflejando la devoción y la angustia que sentía en ese momento. Susurraba una oración ferviente a los dioses, esperando que sus súplicas fueran escuchadas.
“¡Oh, dioses poderosos! Protéjanos en estos tiempos de incertidumbre. Mi esposo, el príncipe Adriano, y su hermano, nuestro emperador, están en tierras lejanas, luchando por la gloria y la seguridad de nuestro imperio. Son mi familia, la única que me queda, y sin ellos, me temo que no sabría dónde ir o qué hacer. Mi corazón está lleno de temor, pero también de esperanza, porque confío en vuestro poder y misericordia.”
Aurelia se inclinó más profundamente, susurrando cada palabra con fervor. Sentía que cada palabra pronunciada era un vínculo directo con los dioses, una conexión que esperaba que los conmoviera y les trajera favor.
“Te ruego, oh grandes dioses, que guíen a mi esposo Adriano y a su hermano en esta guerra. Que sus espadas sean fuertes y sus corazones valientes. Que la victoria sea suya y que regresen a salvo. No solo por ellos, sino por todo nuestro pueblo, que confía en su liderazgo y su valentía. Sin ellos, tememos la oscuridad y el caos que podrían seguir.”
Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no dejó que cayeran. En lugar de ello, se llenó de determinación, prometiendo hacer todo lo que estuviera a su alcance para honrar a los dioses si sus plegarias eran escuchadas.
“Prometo, oh dioses, que si traen de vuelta a mi esposo y a su hermano sanos y salvos, dedicaré mi vida a servirles. Haré obras de caridad, ayudaré a los necesitados y veneraré sus nombres con cada aliento que tome. Seré una devota fiel, una mujer que vive para honrar sus bondades y misericordia. Por favor, bendíganos y concédanos la abundancia y la seguridad que tanto anhelamos.”
El silencio del templo la envolvió, y por un momento, sintió una paz que no había conocido en mucho tiempo. Respiró hondo, dejando que el aire fresco llenara sus pulmones y calmara su mente. Se levantó lentamente, limpiando las lágrimas que habían escapado de sus ojos.
Al salir del templo, se dirigió al jardín del palacio, buscando la serenidad entre las flores y los árboles. Los pequeños príncipes la seguían, buscando su compañía y alegría. Aunque su corazón estaba cargado de preocupación, no dejó que sus temores se reflejaran en su rostro. En su lugar, sonrió y jugó con ellos, enseñándoles a recitar poemas y a leer mapas de las conquistas romanas.
Los niños se sentían atraídos por su calidez y su amabilidad. Aunque era estricta cuando se trataba de su educación, siempre encontraba la manera de hacer que el aprendizaje fuera una aventura emocionante. Les enseñó los nombres de los dioses y las diosas, las historias de héroes y las tácticas de guerra que habían llevado a Roma a sus grandes victorias.
Una tarde, mientras los niños jugaban a la gallina ciega, uno de los sirvientes se acercó a Aurelia con una carta en la mano. Reconoció el sello de Adriano y su corazón dio un vuelco. Con manos temblorosas, rompió el sello y comenzó a leer. La carta estaba llena de detalles sobre la guerra en Hispania, las estrategias empleadas y las dificultades encontradas. Pero lo que más la conmovió fueron las palabras de amor y añoranza que su esposo le dedicaba.
“Mi amada Aurelia, cada día sin ti es un desafío. Tu recuerdo es lo que me da fuerzas para seguir adelante. Te extraño más de lo que las palabras pueden expresar y sueño con el día en que pueda volver a tus brazos. Mantente fuerte, mi amor, porque pronto estaré a tu lado, y entonces nada podrá separarnos.”
Las palabras de Adriano llenaron su corazón de esperanza. Guardó la carta con cuidado, prometiéndose a sí misma que haría todo lo posible para honrar su promesa a los dioses. Con renovada determinación, se volvió hacia los pequeños príncipes y continuó con su lección, sabiendo que cada día que pasaba la acercaba más al regreso de su amado.
En las noches, cuando el palacio estaba en silencio, Aurelia seguía rezando. Sentía que cada oración la acercaba más a la respuesta que tanto anhelaba. Y aunque la incertidumbre seguía pesando sobre ella, no dejó que el miedo la venciera. Sabía que los dioses escuchaban y que, de alguna manera, su amor y devoción serían recompensados.
La guerra continuaba, pero en el corazón de Aurelia, había una llama de esperanza que no se extinguía. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentaran, su amor y su fe los guiarían de regreso a casa.
