Ivette Mora es una madre de dos hijos que prefiere pasar su vida sola, el maltrato y desamor que sufrió con el padre de sus hijos dejó huellas en lo más profundo de su ser, en una jugada del destino se cruza con Gustavo Martínez y viven una historia de amor plena. Pero un error hará perder la confianza, allí empezará la difícil tarea de reconquistar a su amor o dejar que todo se pierda.
Una historia de amores y desencuentros.
NovelToon tiene autorización de GUSLUZ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Ella era su necesidad.
Después de un buen té que compartieron juntos hablando del tratamiento que vivió aún ella tenía molestias que quedarían en su ser un par de meses más, también los sangrados esporádicos e inesperados, ella a veces comía y otras no toleraba ni tomar agua, ese día pudo tomar el té junto a Gustavo. Y luego él la dejo fuera de su edificio.
—Nos hablamos más tarde, por favor me cuentas como te sientes.
—si, por supuesto — Respondió ella.
Al entrar a su casa esta vez sus hijos aun no llegaban del colegio, así que decidió preparar un almuerzo especial para compartir con ellos, y darles la noticia.
Pasado un tiempo, los hijos regresaban del colegio, pudo escuchar sus voces qué estaban a punto de entrar, ellos sentían un aroma exquisito de comida. Abrieron la puerta.
¡—Hola mamita! ¿Cómo estás? Preguntó su hijo.
—Bienvenidos a casa les dijo —Dirigiéndose a ellos para abrazarlos.
— Hola mamá, ¡que rico olor hay!
—preparé algo que les gusta mucho. Vayan a cambiarse así almorzamos. Mientras prepararé la ensalada. Sus hijos fueron a dejar sus mochilas y se cambiaron ropa. Al sentarse a la mesa les dijo.
— Quiero contarles algo
— ¿ Qué pasó mamita?
—Primero agradecerles el tiempo en que he estado enferma, han respetado el no hablar del tema y hoy les vengo a contar que ya no estoy enferma.
— ¿De verdad?— Preguntaron unísono sus dos hijos. Físicamente, la veían peor que cuando les informó que estaba enferma, ahora estaba demacrada, más flaca, con pérdida de cabello (no mucho) y se veía un poco más cansada físicamente qué lo que estaban acostumbrados a ver en ella.
—Si, hoy mi doctor me dio el Alta médica y debo seguir tomando la medicación cada vez en menos dosis.
—Qué alegría mamá, le dijo su hija.
Ellos se abalanzaron sobre ella abrazándola, llenándola de besos, realmente estaban felices.
Siguieron hablando de lo que seguiría mientras almorzaban, Ivette casi no probaba bocado, tenía molestias y seguirían por un tiempo, poco a poco se iba a desintoxicar su cuerpo.
Fue un almuerzo lleno de alegría para ellos, se reían de todo, parecían tres niños pequeños.
Demás está explicar que este proceso era preocupante para ella, su familia vivía en el Extranjero, sus hijos eran menores de edad, no tenía económicamente como asegurarles un futuro y con el tratamiento había gastado algunos ahorros qué tenía, eso a nivel madre. A nivel hijos, ellos también tenían sus preocupaciones, si su mamá no se recuperaba lo más probable es que fueran a un hogar de menores, su hijo estaba aprendiendo un oficio por si tenía que trabajar y su hija aprendió en poco tiempo a llevar una casa adelante, le decía a su mamá que quería cocinar, no era por gusto, solo lo hacía por aprender y salir adelante si es que su mamá no mejoraba.
Eran buenos hijos, pero tuvieron que madurar apresuradamente, estaban estresados, ese año durante el verano no tuvieron vacaciones como todos los años, dado que Ivette estaba enferma, crecieron en una forma, pero bajaron su rendimiento escolar. Simplemente, procesos de vida que son inesperados, pero que muchos viven y no superan.
Ivette y Gustavo seguían hablando por teléfono, pero no se habían visto, el clima estaba más frío, habían pasado algunos días y Gustavo estaba con muchos deseos de ver y escuchar a Ivette, así que tuvo una idea.
Le escribió preguntando ¿"te gustan los biscochos de vainilla"?
"si, me gustan.
"es que compré y quiero llevarte uno para que pruebes, los hace una amiga" esperó respuesta y no llegaba nunca el mensaje "te llevo el biscocho y me lo recibes en la entrada ¿te parece?"
" ok, ¿a que hora vendrás?"
“En diez minutos estoy allí"
Diez minutos más tarde Gustavo estaba esperando a Ivette en la vereda, en sus manos el biscocho prometido. Básicamente lo que deseaba era verla, ella era su necesidad.