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Destinada A Amar Al Alfa

Destinada A Amar Al Alfa

Status: En proceso
Genre:Hombre lobo / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Pareja destinada
Popularitas:2.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Luna Ro

Cuando la familia de Saya es tomada como rehén por los soldados del despiadado Alfa Kadir, el destino parece sellado. Sin embargo, en medio del caos, aparece Savir, el Alfa supremo de la manada Luna Dagda, un lobo temido en todas las regiones por su fuerza implacable y su corazón helado desde la muerte de su compañera.
Como pago por su vida, el padre de Saya promete entregarle a su hija mayor en matrimonio... sin imaginar que esa hija ya ha sido prometida a otro.
La deuda debe saldarse, y la única opción es Saya.
Obligada a ocupar el lugar de su hermana, Saya es entregada al Alfa como una novia de reemplazo, condenada a compartir lecho y manada con un lobo al que teme... y que no tiene intención alguna de amar.
Savir ha jurado lealtad eterna a su compañera fallecida. Para él, Saya no es más que una sombra, una sustituta.
Pero hay un secreto que el destino no tardará en revelar: la sangre de Saya lleva la marca. Ella es su verdadera pareja destinada.

NovelToon tiene autorización de Luna Ro para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo: ¿Soy la devastación?

Alfa Savir observó esa mirada azul del color de un cielo abierto, bajó la espada, hechizado por la mujer.

Cuando volvió en sí, miró al anciano Byle.

Alfa Savir esbozó una sonrisa, y pateó el pecho del lobo, haciéndolo que cayera al suelo, chillando de dolor.

—Hemos terminado la junta de consejo, hagan lo que deben hacer, y será mejor que piensen antes de hablar conmigo, no tendré más piedad que hoy.

Alfa Savir tomó el brazo de Saya y la sacó de ahí, casi arrastras.

Ella sintió terror.

***

Al salir; la loba apenas tuvo fortaleza para no caer de rodillas.

—¡¿Quién eres tú para decirme qué hacer?!

Saya tenía ojos asustados, con lágrimas a punto de brotar.

—Nadie… pero… no debe matarlo, ese anciano no quiso ofenderlo, solo está triste, ¿no puede verlo?

—¿Ahora crees que puedes leer las emociones de las personas con solo ver sus ojos? —exclamó severo.

—Sí, lo creo. ¿Acaso no puede ser intuitivo? ¿Qué es? ¿Una bestia?

Los ojos de Savir se volvieron feroces.

Su beta leal, Byron no pudo evitar sorprenderse, temeroso de lo que podía pasar con la prometida Luna.

—¿Cómo me has llamado?

Saya se dio cuenta de su gran error, ni con el rey Alfa Kadir fue tan boca suelta, y eso le dio miedo.

—Yo…

Alfa Savir tomó su muñeca, la llevó con él, y cuando Byron y los guardias quisieron alcanzarlos, este hizo un alto.

—Déjenos a solas.

—Alfa…

—¡Es una maldita orden! —gritó Savir, asustando a Saya.

Los guardias permanecieron quietos, sin decir nada más.

***

Savir llevó a saya por los vastos jardines del castillo, ella estaba temerosa de su destino, tuvo que seguir el camino a regañadientes.

Se detuvieron al llegar al inicio de una colina.

—¿Así que soy una bestia? ¿Un lobo salvaje? ¡¿Quién te crees que eres?! —bramó rabioso.

Ella no pudo decir nada.

—Si vives es por mí.

Saya asintió.

—Usted no es capaz de ver el dolor en otros, no vio cómo rompió el corazón del anciano al recordarle la muerte de su cachorro, ¡eso fue cruel! Fue bajo.

Savir bajó la mirada, supuso que tenía razón.

«Porque en el fondo sigo odiando a Alfa Kelly y culpándolo por no salvar a Maeve y a mi hijo ese día»,pensó a sabiendas de que vencer ese ataque era casi imposible.

Sus ojos se encontraron.

—Entonces, ¿Tienes un don? ¿Puedes leer el dolor de otros? —Savir jugaba con ella, para hacerla sentir mal, no iba a aceptar su error.

Ella se asustó al sentirlo tan cerca. El hombre pellizcó su mejilla.

—Entonces, dime, ¿Cuánto dolor crees que tengo yo?

Alfa Savir estuvo tan cerca de su rostro que sus dedos, que antes pellizcaron sus mejillas, dejaron de hacerlo.

Mientras su pulgar recorrió los labios de Saya, sintiendo el cálido aliento que desprendía.

La joven no lo miraba, no tenía valor, pero lo sentía tan cerca que su corazón y cuerpo temblaban.

Su olor comenzó a penetrarla, y su loba despertó aullando y ronroneando en su interior.

Savir sonrió, le gustó verla tan vulnerable ante él, su gesto dócil podía fascinarle, pero que lo detuviera en la carpa también fue impresionante para él.

Su lobo interior rugía, aullaba por poseerla, por marcarla como suya.

Ninguna loba, ni siquiera Maeve tuvo el valor para enfrentarse a él.

Ese pensamiento lo dominó. Ella fijó su mirada en sus ojos oscuros, y por un instante ambos se miraron.

Savir deslizó su mirada a sus labios, pudo sentirlo, lo mismo que sintió cuando la vio, era una guerra de atracción que se negaba a perder.

Esa hembra no era Kendra, o cualquier otra amante que podía tomar y desechar, porque no eran peligrosas para el recuerdo de su amada.

Esta hembra sería suya pronto.

—También tiene dolor, por eso reaccionó de un modo cruel, pero en una guerra nadie tiene la culpa, solo los necios lobos de almas oscuras.

Alfa Savir fue expulsado de sus pensamientos.

—¿Qué?

—Usted también sufre, ahora puedo verlo.

Savir estaba  perplejo, se sintió vulnerable, esbozó una risa sarcástica.

—¿Quieres ser mi nueva adivina?

Ella negó.

—Ten cuidado, Lady Saya, tu camino es muy débil en mi reino, no serás una reina, puedes caer —dijo acercándose a su rostro, bajó la mirada a sus labios, casi hasta rozarlos, observó cómo la chica estaba tan asustada para poder escapar.

Él relamió sus labios en su presencia, era como un león hambriento a punto de devorar a un simple ciervo, dio la vuelta y se alejó.

Saya se quedó ahí, intentó recuperar el aliento perdido, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

«¡Saya!»

Escuchó esa voz a lo lejos, miró a todas las direcciones, pero no encontró a nadie ahí.

—¿Lady Saya? La busca Lady Lynn.

Saya estaba desconcertada, fue con ella.

***

Saya entró al castillo, la llevaron  por un pasillo, hasta un gran salón; al entrar, encontró a la anciana, sentada en un trono de hierro, bebiendo té.

—Querida, siéntate.

Saya se sentó en un banquillo, miró a la mujer, estaba temerosa, no estaba segura de si esa mujer fuese buena o mala con ella.

—Olvidemos el mal rato que sucedió en la junta de consejo, pero, Lady Saya, no debes olvidar, no puedes imponerte así a tu Alfa, eso es un grave error, puedes despertar la ira en él.

Saya asintió.

—Lo siento, no sucederá.

La anciana rio y  Saya se quedó perpleja.

—Eres dulce, pero mientes mal, sé qué sucederá de nuevo, solo te aconsejó, ten cuidado; por otro lado, serás la nueva Luna.

—¡La gran reina Luna!

Saya entendió.

—Dijo nueva, ¿había una anterior a mí?

El buen ánimo desapareció en Lynn.

—Hay reglas para ser una Luna, debes aprenderlo rápido; debes ser una Loba justa y elegante. Tu labor será ayudar a las lobas y cachorros de la aldea, ser cercana a la manada, ayudar a limar las ideas de  que Alfa Savir es un poco… tirano. Además, debes dar un heredero, o, más bien, varios. Entre más herederos existan, nuestra tribu seguirá creciendo. También está el hecho de que tu padre debe entregar las tierras que necesitamos.

Saya asintió despacio, estaba nerviosa.

—Bueno, ese tema debe esperar, volvamos a lo más importante: la ceremonia de unión. Faltan tres días, las hilanderas deberán luchar por tener listo el vestido que llevarás ese día; antes de la boda, tenemos la noche roja, es una noche especial, mientras nuestro gran Alfa está disfrutando de una gran velada, Lady Saya debe vestirse y decorarse para él; luego deberá ir a complacer a su futuro macho, solo si consigue que esa noche roja él le dé un primer beso de amor, conseguirá que el Alfa no busque en otro lado el placer que una hembra debe darle, ¿entiendes? —dijo guiñando el ojo

El rostro de Saya se cubrió de rubor.

En realidad, no, no entendía nada. Pero, estaba muy avergonzada para decirlo.

—Al día siguiente, es la fiesta de los deseos, es la presentación a la manada de la nueva Luna del Alfa, será una fiesta gigantesca para que la manada entera te conozca. Y luego, tenemos la ceremonia de unión, esa será íntima en el castillo, mientras afuera la gente celebrará. ¿Tienes alguna duda, Lady Saya?

—Yo… no lo sé…

La anciana rio un poco.

—Sí que tienes muchas, pero, estaré ahí, te ayudaré.

—Gracias.

Llamaron a la puerta, y una mujer entró.

—Lady Lynn, ha llegado la adivina.

La anciana asintió, y la dejaron pasar.

Lady Lynn miró a Saya.

—Es una tradición de las ancianas que, antes de una boda, venga una adivina a leer el destino de la futura esposa o Luna.

Saya se puso nerviosa. Ni siquiera supo por qué.

La adivina hizo una delicada reverencia, se acercó a Saya.

—Milady, permítame su mano.

Saya estaba nerviosa, su mano temblaba, puso la palma sobre la mano de la loba.

La adivina cerró los ojos, los abrió con pánico.

Saya pudo ver sus pupilas dilatarse por un segundo, luego volvió a cerrarlos.

Al volver a abrirlos, miró a la mujer con un gesto serio, luego observó a Lady Lynn.

—¿Qué has visto, loba vieja?

—Vi… paz, amor, prosperidad y abundancia, también vi un bebé, y escuché risas. Lo que vendrá será una época dorada.

La anciana sonrió satisfecha. Le dio un par de monedas e hizo que se marchara.

***

Saya salió poco después de esa habitación, iba con sus damas, cuando vio a la adivina y la llamó.

La curiosidad de Saya pudo más y pidió a las damas que la esperaran.

Las omegas obedecieron.

—¿Qué es lo que quieres? —exclamó.

—Mentí, no vi nada en tu destino.

Saya sintió temor de sus palabras, la mujer pidió su mano, ella temblaba, al final le dio su mano.

La loba sostuvo su palma, y puso su mano encima de ella, cerró los ojos, se concentró, pero no podía ver nada, todo era oscuro, eso nunca le pasó antes.

Se frustró.

Entonces, Saya puso su otra mano encima.

En ese instante, la misma visión golpeó a las dos.

«Los prados antes verdes estaban cubiertos de fuego, las cosechas de trigo arruinadas; los soldados cayeron enfermos, la gente estaba destrozada.

Al final del camino había olas de fuego, pero de entre ellas, Saya apareció; detrás vieron una figura grotesca y temeraria que cayó ardiendo en llamas.

—¡Alfa Savir! —gritó»

Abrieron los ojos al mismo tiempo, se miraron con desesperación.

—¿Lo has visto? —exclamó la adivina.

Saya asintió despacio.

La loba siseó.

—No digas nada, o te cortarán la cabeza, no digas que traerás la devastación, yo misma, me quedaré callada.

La loba corrió lejos de ahí.

Saya tuvo terror.

«¿Soy la devastación de la manada Luna Dagda?», pensó

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Kelestine Santoso
Actializa plissss
Bea Rdz
Esto me emociona
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