Seducción Encubierta te sumerge en un apasionante juego de secretos y mentiras mientras los destinos de Harper Montclair y Ethan Reynolds se entrelazan de formas inesperadas. Harper es una astuta y misteriosa seductora que hace de los hombres ricos su pasatiempo, hasta que un misterioso hombre, Ethan entra en su vida. Lo que Harper no sabe es que él no solo es un hombre rico sino también un agente que investiga sus crímenes.
A medida que se entrelazan temas de seducción y engaño, los dos personajes se enfrentan a un punto de inflexión que pondrá a prueba sus verdaderas identidades y prioridades. Los corazones vulnerables chocan con la traición y la redención, ya que las mentiras se exponen para exponer verdades desagradables. Enfrentando valientemente su pasado, Harper abre la puerta al amor verdadero, mientras que Ethan lidia con la dualidad de sus crecientes obligaciones y afectos.
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CAPÍTULO 13: DOS ALMAS BAJO LA FAROLA.
El fresco viento nocturno susurraba entre las calles del centro, llevando consigo el aroma a café y croissants recién horneados. Bajo la tenue luz de una farola, la pareja se encontraron, sus siluetas alargadas por la luz dorada.
Harper, radiante como siempre, lucía un elegante conjunto blanco: un fluffy bucket hat, un blazer a juego con una falda corta plisada, y un jersey negro de cuello alto dentro del blazer, que resaltaba su esbelta figura. Unos guantes de cuero negro protegían sus manos del frío, mientras que unas medias oscuras y unas botas altas completaban el look. Frente a ella, su cita la observaba embelesado. La luz de la farola bañaba su rostro, resaltando sus ojos color verdes y una sonrisa que prometía horas de conversación.
Sus ojos se encontraron.La mirada de Harper, una mezcla de curiosidad y nostalgia, se posó sobre Ethan. Unos segundos de silencio, solo sus ojos hablando, hasta que una sonrisa se dibujó en ambos rostros. Ethan se apoyó en la farola, cruzando los brazos con una actitud despreocupada. Harper lo recorrió con la mirada, apreciando cada detalle: el abrigo negro largo que le daba un aire de misterio, el jersey blanco que resaltaba su musculatura, los pantalones grises formales y los botines negros que completaban su atuendo elegante. Sin poder evitarlo, se mordió el labio inferior. Ethan era un hombre guapo, de esos que lo que se ponen les luce y Harper no era de las que se guardaban un cumplido.
—Vaya, señor Reynolds, se ve muy guapo esta noche —dijo con un tono burlón, disfrutando de antemano la reacción que provocaría en él. Ethan esbozó una sonrisa burlona.
—Gracias, anciana Montclair —respondió con broma. Harper fingió indignación y abrió la boca en un gesto exagerado.
—¡Oye, imbécil! ¿Qué te pasa? —exclamó , golpeándolo ligeramente en el brazo.
—No me gusta que me digas señor Reynolds, me hace sentir viejo —replicó Ethan, mirándola fijamente a los ojos.
Harper se rió, una risa suave que anticipa lo que vendría después. Imitando una voz grave, dijo:
—Puedes decirme Ethan.
Ethan la miró con una expresión seria que no pudo contener por mucho tiempo. Una carcajada suave escapó de sus labios, y Harper se unió a la risa, contagiada por su alegría.
En ese instante, la tensión entre ellos se disipó. La complicidad y el humor compartidos crearon una conexión más profunda, un vínculo que iba más allá de las palabras.
Mientras hablaban, cada uno tratando de discernir la verdad en las acciones y expresiones del otro.
Harper tosió levemente, aclarando su garganta. Su voz, teñida de un reproche velado y una dulce emoción, rasgó el silencio de la noche.
—Dime, Ethan, ¿sabes cuánto tiempo estuve desvelada anoche?
Ethan sonrió con una suavidad traviesa, sus ojos brillando con picardía. —No más que yo, querida Harper. Me atrevería a decir que ambos compartimos la misma vigilia.
Ella rió con una melodía suave, un sonido que llenó el aire con una sensación de complicidad y entendimiento. —Dos almas en pena, vagando por los caminos del insomnio, jugando un juego secreto de seducción. Las palabras de Harper resonaron en el aire, cargadas de una sensualidad apenas disimulada.
—Obviamente estamos atrapados en un baile en el que ambos cantamos la misma melodía—, sugirió Ethan se inclinó hacia ella, sus ojos ardiendo con un deseo apenas contenido.
—Un juego de palabras, un baile de sombras, un susurro en la oscuridad… ¿Qué secretos nos deparará la noche, Harper?.
Sus labios se rozaron en un beso fugaz, cargado de promesas y de una pasión que ardía con intensidad. La luna, testigo silencioso de la escena, se ocultó tras una nube, dejando a los dos amantes a merced de la oscuridad y de sus propios deseos. Harper se alejó de él , curvando los labios en una sonrisa que era a la vez misteriosa y seductora. —Entonces, ¿qué es lo que realmente estás buscando aquí, Ethan?—.
Ethan se tomó un momento antes de responder, sus ojos buscaron a Harper con una intensidad que mostraba la seriedad de sus palabras. —La verdad, Harper. Quiero saber quién eres realmente detrás de toda esta fachada. Quiero saber si hay algo entre nosotros además de este baile intrigante—.
Harper la miró por un momento, como si tratara de leer las profundidades de su alma a través de sus ojos. —Y si descubres quién soy, ¿qué pasará después?
Ethan suspiró, su rostro serio mientras consideraba sus palabras. —Eso dependerá de lo que descubramos. Pero una cosa es segura, Harper, —
No importa cuán complicado sea este juego, quiero saberlo todo, incluso si eso significa arriesgarlo todo—. Un silencio expectante se apoderó de ellos, roto solo por el suave susurro del viento. Bajo el poste de luz había un silencio cargado de posibilidades, en la quietud de la noche, dos almas perdidas en el laberinto secreto han encontrado una cita. En ese momento, el significativo diálogo, comienzan a forjar un vínculo más profundo, que los llevará a explorar los rincones más oscuros de su propia verdad y descubrir si ¿Puede la seducción dar paso a algo mucho más real?
El agente lucha por mantener su apariencia profesional cuando sus sentimientos personales se ven amenazados. Había algo en Harper que le inquietaba, algo que le hacía preguntarse si continuar con la investigación. Sabía que estaba a punto de tomar una decisión, una que podría cambiar el curso de su vida y la de Harper.
Caminaron por las calles de la ciudad, en un silencio cómodo entre ellos, De repente, un trío de jazz callejero comenzó a tocar a lo lejos. Las notas vibrantes de la melodía llenaron el aire, creando una atmósfera aún más romántica.
Sin decir una palabra, Harper extendió su mano. Su cita la tomó con una sonrisa, y juntos se dirigieron hacia la música, dejando que la noche los envolviera en su abrazo cálido y misterioso.
La noche pasa poco a poco y con ella aumenta la tensión y el cariño entre los protagonistas. Finalmente, bajo el manto de estrellas, los muros que habían construido comenzaron a desmoronarse.