Los hijos menores de Luriel y Anahí deberán enfrentar el peso de sus decisiones, aunque eso signifique destrozar sus corazones para proteger a su gente. El amor tal vez, no pueda cambiarlo todo.
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Mi amor por ti
No había podido dormir, había llorado hasta que sus ojos se secaron completamente, estaba segura que no había hecho ningún sonido, que pudiera alertar a Irupé y a Mario, sin embargo, cuando apenas había amanecido, la voz de Irupé sonó dulce desde el otro lado de la puerta.
Cariño... sé que estás despierta ¿puedo pasar?
Unos segundos de espera y luego la voz de Irtatí se escuchó apenas
Si, pase señora Irupé
Cuando Irupé abrió la puerta, ella se estaba sentando en la cama y evitaba mirarla, así que se acercó y le tomo el mentón para levantarle el rostro.
Vio los ojos hinchados de tanto llorar y un intenso rubor que apareció cuando se vio descubierta.
¿Qué te hizo mi nieto...? – se notaba preocupada
Nada... – trató de sonreír – ha sido muy atento conmigo durante toda la noche
¿Qué pasó en esos 5 minutos que les di? – insistía mientras le inspeccionaba el labio donde se veía el corte
Solo nos besamos – dijo titubeante mientras le bajaba la mano para que la soltara – me mordí dormida y después de eso no pude dormir otra vez por el dolor... – se notaba que no le creía en absoluto – me parece que extraño mi aldea... me quiero ir... si pudiera me iría ahora mismo... – susurró lo último, pero Irupé la escucho igual...
Si quieres irte, podemos llevarte con Mario... – dijo Irupé sentándose a su lado
Tengo que pedirle permiso al cacique... – susurró - pero no quiero que me malinterprete... me encanta estar con ustedes... pero extraño mucho...
¿Quieres que le avise a Pitá? – dijo atenta a cualquier gesto que hiciera y sintió una punzada en el pecho cuando la vio negar suavemente con la cabeza – voy a pedirle a Camila que le avise a tu abuela para que junten tus cosas y te las traigan, quédate en la cama, le voy a decir a Mario que no te sientes bien y que nadie te moleste.
Gracias...- la voz apenas salió de su garganta
No te preocupes cariño... – la abrazó con ternura y salió de la habitación.
Estaba muy enojada con su nieto cuando salió de la habitación. Fue directo con Mario.
Amor... – lo zarandeaba suavemente para que se despertara – si viene Pitá no le dejes que moleste a Itatí... – vio que su esposo se restregaba la cara con las manos confundido y medio dormido – dile que se siente mal y que debe descansar
Pero ¿por qué? – no entendía nada
No me lo quiere decir, pero la escuché llorar toda la noche – hablaba bajito – voy a pedirle a Camila que le avise a su abuela que vengan acá con sus cosas y las vamos a llevar a su aldea... – como vio que lo miraba sorprendido agregó – se quiere ir... dice que extraña...
Pero no extrañaba a su aldea hasta ayer... – Mario estaba confundido
Por eso te digo que Pitá algo le hizo...
A lo mejor solo discutieron... – tenía esperanza que no había sido nada importante
No lo sé, voy a lo de Camila y luego voy a hablar con Luriel para explicarle – comenzó a cambiarse de ropa – ella no quiere que Luriel piense mal de ella por querer irse antes...
Pero... – Mario seguía muy confundido
Tiene un corte en el labio... – inspiró profundamente y luego soltó el aire haciendo ruido – dice que se mordió sola...
¿Pitá le pegó...? – se espantó de pronto
No vi moretones... – dijo visiblemente afectada – le revisé bien el rostro... solo los ojos hinchados de llorar
Bien... – se levantó y comenzó a vestirse – no te preocupes que la voy a cuidar
Si ella no quiere verlo... – comenzó a decir
No lo voy a dejar verla... – la interrumpió para relajarla porque realmente estaba enojada
Gracias amor...
Lo besó en los labios y se marchó de la habitación. Mario se quedó completamente azorado. Apenas despuntaba el alba sobre los árboles, así que se preparó un mate y se sentó en la mesa a esperar a su nieto, porque estaba seguro que vendría a verla si había hecho algo malo. Dejó la puerta abierta para que supiera que ya había movimientos en la casa.
No pasó mucho tiempo, cuando una alta figura se paró en el marco de la puerta.
Hola Pitá... – dijo Mario sin demostrar ninguna emoción y señalándole la silla para que se sentara - ¿Qué estás haciendo tan temprano?
Vine a ver a mi prometida – dijo mientras le hacía caso a su abuelo sin dejar de mirar hacia la puerta de la habitación.
No pasó bien la noche... – dijo mientras que continuaba sirviendo el mate – ahora está por fin durmiendo... – vio como bajaba la vista – la vamos a llevar a su aldea... – vio como su nieto levantaba la vista hacia la puerta y un atisbo de desesperación apareció en su rostro. - ¿Qué paso cuando los dejamos solos?
Nada – se sonrojó – solo nos besamos...
Le dijo a tu abuela que el corte que tiene en el labio se lo hizo ella sola... – vio como su nieto bajaba la cabeza avergonzado - ¿le habías visto esa lesión?
El silencio que se produjo entre ambos fue ensordecedor, el peso de la mirada y el tono de voz de su abuelo se hizo presente en su conciencia y el peso se instaló en sus hombros. Visiblemente se aplastó en su postura, no podía mirar a los ojos a su abuelo.
Mírame... – dijo Mario y vio como su nieto levantaba avergonzado la cabeza – tú la elegiste como prometida... si no la quieres... no digo querer... si no la puedes ni siquiera respetar... déjala ir...
Yo la amo abuelo... – dijo compungido – realmente me enamoré de ella... pero no puedo olvidar lo que hizo... y me invade la bronca... la impotencia... – miró hacia la puerta y continuó – yo la estaba besando y la mordí hasta que sentí su sangre en mi boca...
¿Y que hizo ella? – estaba enojado
Nada... dejó que la siguiera besando – volvió a mirarla – sentí como se contraía por el dolor... pero hice como si no lo hubiera sentido...
Entonces eres una decepción para ella y para nosotros también... – se levantó y le señalo el jardín – va a ser mejor que te vayas hasta que se me pase la bronca... no te voy a dejar verla...
Pero abuelo...
¿Me vas a pegar? – lo increpó – porque la única manera en la que entres a esa habitación, va a ser que me desmayes de un golpe...
Lo siento abuelo... – las lágrimas comenzaron a aflorar – lamento decepcionarte... yo no soy así...
Ciertamente ni tu padre, ni yo y mucho menos Karaí te hemos enseñado eso... – volvió a señalarle la puerta – no voy a decirle nada a tu padre, pero si ella decide no volver vas a tener que confesárselo.
Se lo voy a decir ahora mismo abuelo... – se levantó y salió de la casa
Itatí había escuchado absolutamente todo, pero cuando Mario abrió despacio la puerta ella siguió sin moverse, como si estuviera completamente dormida. Estaba en posición fetal, abrazada a sus rodillas. Era apenas una niña y era una niña que ni siquiera había tenido una vida feliz, o padres cariñosos.
Cerró la puerta sigilosamente y salió al jardín a esperar a Irupé. No pudo ver que su nieto rodeaba la casa y forzaba la ventana de la habitación donde estaba Itatí.
Ingresó y el corazón de Itatí parecía que estaba a punto de explotar, seguía en la misma posición bajo las sábanas, seguía simulando que dormía.
No espero que me perdones – dijo agachándose junto a la cama para susurrarle – pero lamento haberte lastimado... sí decides no volver quería que supieras que yo también te amo.
Le dio un suave beso en la sien y ella hizo como si se despertara y miró asustada hacia la puerta.
Ajupi pe ventána rupive... (Me metí por la ventana...) – dijo señalándola – che abuelokuéra ndohejái che rohecha (mis abuelos no me dejan verte) – no pudo evitar mirar el labio lastimado – Ambyasy pe ajapova'ekue nderehe... Che aimo'ã naiporãiha peteĩ ndeichaguápe... Ha'éta che rúpe toikuave'ẽ pe acuerdo nde rúpe... upévare romosãso ko compromiso... ( lamento lo que te hice... creo que no soy bueno para alguien como tú... le voy a decir a mi padre que le ofrezca el convenio a tu padre... así te libero de este compromiso...)
Ndaipotái aity pe compromiso (No quiero romper el compromiso) – dijo levantándose hasta apoyar el codo en la cama – Aipotante chetrata porãve... (solo quiero que me trates mejor... )
Ha ojeipe'a pe prueba de pureza... (Y que retire la prueba de pureza...)– se puso a la defensiva
Roñekompromete jave ajerure ndéve ani haguã reheja cheinsulta hikuái... (Cuando nos comprometimos te pedí que no permitieras que me ultrajaran...) – le sonrió con una mueca de tristeza – Reikuaáta upéva ha’épa peteĩ indignación térã nahániri ndéve ĝuarã... (tu sabrás si eso es un ultraje o no para ti...)
Lo vio quedar avergonzado.
Tereho, nde descubri mboyve hikuái... (Ya vete, antes que te descubran...) – dijo con una sonrisa triste otra vez – Jajohecháta reho mboyve nde universidad-pe... (nos vemos antes que te vayas a tu universidad...)
Reju jeýta piko...? (¿Vas a regresar...?) – preguntó incrédulo
Che mborayhu nderehe tuichave gueteri pe mba'e'asy rembohasávagui chéve... (Todavía mi amor por ti es más grande que el dolor que me causas...) – dijo en un susurro – ha katu tereho ko'ágã... (pero vete ya...)
Pitá la besó en la boca con ternura, pero con aprehensión también y luego se escabulló por la ventana otra vez.