Alina se encuentra en una situación desesperada.
No solo perdió a su esposo debido a algún malentendido que incluso si ella lo quiere aclarar solo lo oscurece más, sino que sus amigos y madre le dan la espalda.
Con un niño en brazos y otro en el vientre, Alina debe enfrentar un sinnúmero de situaciones que harán su vida difícil.
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Esta será la última vez
Debido a que la cirugía era demasiado costosa, intenté obtener un préstamo bancario, sin embargo, no importa cuánto buscará, al final terminaba siendo rechazada.
— No tiene ninguna pertenencia a su nombre, señora, algo para dejar como hipoteca. Lamento mucho la situación de su hijo, pero la cantidad de dinero que pide es demasiado para poder otorgarle un crédito — me explicó la oficial de crédito.
Fruncí los labios mientras trataba de contener mis emociones.
Esta era la décima vez que me rechazaban.
— Lo sé. Yo… realmente estoy en una situación desesperada — dije.
Pero, al ver la expresión avergonzada de la mujer delante de mí, supe que no había oportunidad de negociación.
Salí con la cabeza cabizbaja del banco.
A pesar de que Scarlett me había ofrecido su ayuda, ciertamente, no era suficiente.
Nada lo era.
Tenía una semana para conseguir el dinero de la cirugía, solo una semana y ya me quedaban de plazo solo tres días.
— ¿Qué haces aquí? — cuestionó una voz haciendo que saliera de mis pensamientos.
Era Bárbara, mi ex suegra, a su lado se encontraba Max, el hermano mayor de Alejandro, el cual me dio una mirada curiosa.
Torcí los labios mientras los miraba.
Quizás porque me encontraba realmente desesperada, no pude evitar acercarme a ella.
— Andresito está enfermo, muy enfermo — solté — Vine a pedir un préstamo, pero me lo negaron. Usted… quizás por el tiempo que pasamos juntos como una familia… no… no podría…
Ni siquiera tuve el tiempo de terminar de hablar antes de recibir una bofetada de su parte.
— Te atreves todavía a pedir dinero, ¿es acaso nuestra culpa que seas una mala madre y no puedas cuidar a tu hijo?, no solo traicionaste a mi hijo, sino que incluso tienes la desfachatez de aparecer ante mí con esa cara de mosca muerta a pedir dinero. No eres más que una cualquiera igual que tu madre, maldigo el día en que Alejandro fijó sus ojos en ti y te trajo a nuestra casa.
Me mordí el labio mientras trataba de contener mis lágrimas.
— Él realmente está muy enfermo, por favor, ayúdenlo. Él es su nieto — pedí.
A pesar de que quería detenerme, a pesar de que sabía que solo me estaba humillando debido a que aquella mujer no iba a dar su brazo a torcer. No pude hacerlo debido a que era la vida de mi hijo la que estaba en juego.
— Aún sigues con eso, las pruebas de paternidad acaso no fueron lo suficientemente claras. Ese niño no es hijo de Alejando, Alina no lo es, No eres más que una cualquiera.
Tras decir aquello, extendió su mano con la intención de darme otra bofetada, sin embargo, antes de que pueda detenerla, alguien más lo hizo por mí.
Era Max.
— Ya basta mamá, déjala en paz, estás haciendo un escándalo — dijo con una voz calmada y pausada.
Suspiré un par de veces mientras miraba a aquella mujer.
— Has arruinado mi día, espero no volver a verte, mujerzuela.
Mientras lágrimas copiosas caían por mis ojos, me reí, me reí tan fuerte mientras la miraba.
Yo no me estaba riendo de felicidad sino de ira.
— Yo soy la que me arrepiento de haberme fijado en un cobarde como su hijo, que a la menor oportunidad huyó sin ni siquiera creer en mí. Sabe, señora, cuando digo que Andresito es su nieto, no miento, espero que en el futuro no se arrepienta, él o usted, de lo que me han hecho, porque no los perdonaré aunque se inclinen ante mí. Yo sacaré adelante a mi hijo y ya no me dejaré humillar por usted, ni dejaré que lo humillen a él…. Esta será la última vez.
Tras decir aquello le di una mirada larga antes de salir.
— Respira Alina, respira — dije mientras me sujetaba a una pared.
Realmente sentí que el mundo se me venía encima.
— ¿Estás bien? — cuestionó una voz algo difusa.
— No lo sé — susurré — Creo que no estoy bien — añadí mientras me echaba al suelo y me ponía a llorar sin importarme si alguien más me veía o no.
— ¡Oh, eres tú! — susurró aquella persona haciendo que levantará la mirada.
Debido a las lágrimas que empañaban mis ojos, la imagen de la persona estaba algo distorsionada.
Rápidamente, trate de limpiar mis ojos. Sin embargo, en cuanto vi la apariencia de aquella mujer que me había estado acechando para ser su musa quise salir corriendo.
— ¿Me sigues acosando? Si planeas secuestrarme, déjame decirte que no tengo dinero, es más, necesito mucho dinero, por lo que bien podría secuestrarte a ti. Y si me planeas vender, estoy embarazada y tengo un hijo que amo más que a mi vida, por lo que no sería un buen negocio. A pesar de que parezco menor de edad, tengo veintiuno casi veintidós.
Aquella mujer soltó una risa como si me causarán gracias mis palabras, aunque no entendí qué parte le pareció divertida.
Yo estaba siendo seria.
— Tienes mucha imaginación. Veo que no buscaste mi nombre en internet. No soy el tipo de persona que imaginas. Yo soy una persona profesional. Mira…
Aquella mujer sacó su celular mientras se metía a Google, luego tecleó su nombre: Dalilah Carson.
Rápidamente en la interfaz aparecieron más de 1000 resultados.
Dalilah hizo clic en el primero, pronto vi una imagen de ella con una breve biografía.
“Dalilah Carson, fotógrafa profesional, 32 años, graduada de Harvard, dueña de uno de los más grandes museos de arte de la ciudad…”
— Yo me acerqué a ti de manera abrupta, soy un poco incompetente cuando se trata de interactuar con las demás personas, mis amigas me llaman un bicho raro, al ver tu reacción creo que lo soy. Al punto al que quiero llegar es que mis fotos son artistas no vulgares, esta es mi afición, vengo de una familia acomodada, así que no soy una traficante o secuestradora. Mi obsesión contigo es… bueno, en los últimos años no he encontrado a nadie que me llame la atención lo suficiente, hay muchas mujeres hermosas, pero tienes algo especial, por lo que no pude evitar querer fotografiarte. Dios… otra vez estoy sonando como un bicho raro. Tú puedes poner las condiciones, puedes ganar mucho dinero, si una de tus fotos es comprada puede ganar millones. Incluso te puedo dar un adelanto, pero en serio, no es nada malo lo que te estoy ofreciendo, Alina. No te estoy prostituyendo.
— Yo… necesito pensarlo.
Hola, pequeña reina, gracias por leer, no te olvides de dejar un like o comentario, con amor, Erica.
2do. le va a ayudar a Scarlet en su negocio