5 familias, un amor inesperado y la traición present, hacen de este amor una tragedia.
ahora Melinda no sabe que hacer, el misterioso hombre con el que estuvo una noche está frente a ella, pidiéndole saber el nombre de sus hijos.
2 familias poderosas tendrán que unirse para mantener el orden la paz de una traición, un amor en la tragedia va surgir, el recuentro de un padre con sus hijos, los secretos salen a la luz y la tragedia se hace present.
te animas a leerla, el destino siempre hace de las suyas y nada lo hace fácil.
te invito a conocer la historia de amor de Melinda, en un mundo alterno.
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CAPITULO 15 ¿mi hijo?
Melinda sentía algo extraña la mirada de Bael, eso no le gustó nada, por un momento pensó lo peor y seria le dice. – Si te refieres a mi bebé, yo lo voy a tener. Si tú deseas otra cosa, no lo voy a permitir.
Bael, que sostenía su mano, la presiona con ternura y le sonríe lleno de felicidad, con dulzura le dice. – ¡Gracias, Melinda!, me has hecho el hermano más feliz. Bueno, ya dejemos esta plática y, en cuanto estemos bien, festejaremos a mi sobrino o sobrina.
Le diremos a la ginecóloga que te haga todos los estudios y esté al pendiente de ti. Melinda, una cosa más de la cual no hemos hablado y esto sí me tiene molesto.
Melinda, insegura, le dice. - ¿De qué hablas?
Bael, serio y molesto, le dice. – Te ordené que te quedaras en casa, protegieras a mis hijas y a ti misma; lo que hiciste fue desobedecerme, fuiste a ponerte en peligro y a mi sobrino que está dentro de ti, eso sí, me tiene molesto y por eso vas a recibir un castigo, quieras o no.
De hoy en adelante, Carlos estará a tu lado todo el tiempo, sobre todo cuando salgas de casa, junto con 4 hombres más. Si te niegas, te dejaré en casa, sin poder salir hasta que nazca mi sobrino o sobrina; ¡Melinda! Mejor no digas nada, no me molestes o pensaré en otra cosa para castigar tu desobediencia.
Melinda, sería, le dice. – Supongo que no podré hablar más sobre ese tema, así que no discutiré nada, pero yo estoy feliz, tú estás bien. Gracias, hermano, te prometo hacerte más caso, pero nunca dejaré de protegerte.
Bael se despide y sale del cuarto, dejándola sola. Ella empieza a recordar esa noche tan maravillosa que había pasado, recordando sus caricias, sus besos, sus palabras, cada momento que pasó con él; lo tenía en sus recuerdos como un hermoso momento de su pasado.
Instintivamente, lleva sus manos a su abdomen, lo acaricia y con dulzura le dice. – Mi bebé, yo te voy a cuidar, te haré muy feliz y, cuando estés grande, ya que puedas entenderme, te hablaré de tu padre, esperando y puedas perdonar mi error, por no poder darte una familia completa.
Los días pasaron, volvieron a casa. Bael preparó una gran fiesta con su gente para celebrar a su sobrino.
Todos festejaron con felicidad; las hijas de Bael decidieron irse con sus abuelos por parte de su madre, aunque él no quería. Respetó la decisión de sus hijas, porque ellas no querían seguir viviendo en el peligro y en ese mundo existía una regla de los hijos: si renunciaban al padre, renunciaban a los derechos del poder.
Bael se sentía triste en la fiesta, porque sus hijas ya no estarían más con él y feliz por su próximo sobrino o sobrina; Melinda, al verlo tan triste, le dijo que tenía que estar bien, que su hijo lo necesitaría y ella lo necesitaba.
Bajaron juntos a la fiesta, estaban en el brindis cuando llegó una mujer golpeada, sangrando con un bulto en las manos, suplicando ver al amo Bael.
Los hombres que custodiaban la puerta de entrada a la propiedad, le avisaron a Carlos, quien la hizo entrar con vigilancia; estaba por entrar cuando unos hombres en moto y en carros pasaron disparándole a la mujer.
La gente de Bael respondió al ataque, dejando entrar a la mujer; los disparos alteraron a todos en la fiesta.
Los hombres más cercanos a Bael corrieron a poner en resguardo a Melinda y a Luis. Bael ordenó saber qué pasaba.
Carlos le informó lo que pasó con la mujer, que estaba en la entrada y que él creía que los hombres iban detrás de ella.
Melinda, al escuchar, pidió ver a la mujer y que ella la interrogará. Bael fue a la puerta de la entrada, donde sus hombres estaban respondiendo al ataque; al llegar, Bael y sus hombres se unieron al ataque.
En cuanto los hombres de las motos lo vieron llegar, ordenaron la retirada y salieron a toda velocidad.
Una vez que todo se calmó, ordenó que siguieran a los de las motos y ver a la mujer; tenía que saber quién era.
La mujer estaba cerca de la puerta de entrada, dando la espalda, como protegiendo lo que traía en los brazos; cuando se acercaron, escucharon el llanto de un bebé.
Bael, al ver a la mujer, serio le dice. – Tú eres la compañera de Estrella, ¿verdad?
La mujer, con su voz temblorosa, le dice. – sí, amo Bael, por favor, tiene que escucharme.
En eso escuchó inquieta a Melinda. – Hermano, vamos adentro y ahí podemos hablar.
Todos entraron a la casa, y una vez que estuvieron solos con la mujer. Bael, serio y frío, le dice. —Habla de una vez.
La mujer insegura le dice. —Amo, este bebé es hijo de Estrella y de usted.
Bael, inquieto, le dice. – Eso es imposible, si fuera cierto, ella me lo hubiera dicho.
La mujer, temblando e insegura, le dice. – Amo, cuando Estrella se enteró de su embarazo, decidió alejarse de usted; tenía miedo de que usted no lo quisiera, por eso le dijo que no quería volver a verlo y aceptó su dinero, quería cuidar a su hijo, jamás lo iba a molestar.
Bael la mira con una frialdad, le grita lleno de ira. - ¿Dónde está Estrella? Tengo que verla y que me explique, ¿Qué juego es este?
La mujer, con tristeza llena de miedo, le dice. — Está muerta, esos malditos la mataron, querían al bebé, no sé quién los mandó, ni cómo se enteraron de su existencia; llegaron por él y la mataron, ella me pidió que se lo trajera, apenas sí pude salir con el bebé y llegar aquí.
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