Cautiva Por Tu Deseo

6 DE DICIEMBRE 2.022

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MELINA

Los rayos de luz entran por la ventana y me dan justo en la cara, abro los ojos lentamente parpadeando varias veces para acostumbrarme a la luz.

Los recuerdos de la noche anterior golpean mí mente con fuerza, giro la cabeza y veo a Renzo dormir a mí lado, tiene una marca en su cuello.

–. Mmmhh... Dios –digo–. ¡Ay Dios!.

Me siento sobre la cama.

–. Dios mio –pasa las manos por mí cara–. ¿Que hice? ¿Que he hecho?.

–. ¿Que haces? –me pregunta–. ¿Que te pasa?.

–. Aamm... Nada –lo miro nerviosa–. Perdón, ayer yo... No sé que me pasó.

–. No tienes que disculparte –se sienta sobre la cama.

–. Yo... Me poseyó Caperucita traviesa –digo nerviosa–. Lamento todo.

Me levanto rápidamente y corro al baño. ¡JESÚS!. Todo lo que tiene que ver con él tiene estilo y grandeza... Su baño es hermoso.

Cierro la puerta y voy a lavado para lavar mí cara. Me apoyo contra la pared recordando toda la noche... Maldición que hombre, es un maldito Dios en la cama.

Suspiro y me atrevo a salir del baño, parado delante de mí con los brazos cruzados, Renzo, perfecto en su desnudez, me mira.

–. ¿Sabes? –pregunta sonriendo–. Jamás me habían abusado como tu anoche.

Modo: "Roja como tomate", activado.

–. Perdón, perdón –digo–. No es que estuviera ebria sino que... ¡No sé!.

Su mirada se pierde en alguna parte de mí, al seguirla veo que estoy desnuda.

Vuelvo a levantar la mirada hacia él, sus ojos nuevamente están dilatados y su mirada es al de un animal. Se lame los labios.

–. ¿Por qué me miras...?

No me deja terminar y se lanza a mis labios, se apodera de mí boca con el más sensual de los besos, me aprieta contra él.

–. Me encantó –dice–. Eres tan... Única.

–. Tu... ¿Te encantó? –pregunto–. ¿De verdad?.

–. Si, no sabes cuánto –me mira–. Ya no te disculpes.

Se aleja de mi y sube unas escaleras hacia un entrepiso, corre una puerta de vidrio y saca una camisa. Vuelve a bajar y camina hacia mí.

–. Aunque no sabes cuánto me gusta verte desnuda –me aprieta contra él–. No me gustaría que te enfermaras.

–. Antes quiero darme un baño –le digo picarona–. ¿Me acompañas?.

Le extiendo mí mano y él no duda en tomarla, lo jalo hacia el interior del lujoso baño. El sonríe de una forma muy linda.

De pronto me veo acorralada contra los azulejos de la cabina con él hundiéndose en mí sin piedad y con fuerza. Mientras en agua cae sobre nosotros.

Luego de saciar nuestro apetito, él me lava el cabello y yo el suyo, aunque se me hace complicado ya que es mucho más alto que yo.

–. No es justo –digo bajando los brazos–. Mis brazos se cansaron. ¿Puedes agacharte un poco?.

–. ¿Que me agache? –pregunta–. ¿Que tanto? ¿Caperucita sigue con hambre?.

–. ¿Vas a decirme Caperucita para toda la vida? –me cruzo de brazos.

Sonríe de una forma tierna y su mano acaricia mí mejilla dulcemente.

–. Si, eres mí Caperucita –sonríe–. Mía.

–. Y tu eres el Lobo salvaje –le devuelvo la sonrisa–. Mí Lobo salvaje.

Vuelve a besarme y cuando la pasión está volviendo a surgir el sonido de mí estómago nos interrumpe.

–. ¡Apa...! –exclama–. Parece que Caperucita tiene hambre.

–. Si, tengo hambre. Es que el lobo se comió todo –digo burlona.

–. Y lo seguirá haciendo más tarde –sonríe–. Vamos a desayunar.

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Beliath buscaba la forma de poder acercarse a su hija sin provocar que alguien la lastimara por culpa de eso.

Llegaba a la mansión fortaleza en la que estaba siendo resguardado por la mafia y los fieles hombres que le quedaron de la rebelión. Entro y busco a su hija Tassia quien apoyaba en un barandal afuera lo esperaba.

Al ver a su padre, ella sonrío.

–. Papá, py nakonets-to spravilsya (Papá, al fin llegaste) –dijo sonriente.

–. Moya krasivaya devushka, ya skuchal po tebe (Mí niña hermosa, te extrañe) –le sonrío.

Corrió a brazos de su padre, quien no tardo en llenarla de mimos. Luego del cruel asesinato de su hijo mayor Yerik, se le había ido parte de su vida, ahora solo vivía por sus amadas hijas, a una la tenía consigo y a otra ni siquiera le había hablado.

Sentados en los sillones comenzaron a hablar.

–. Entonces, papá... –le dice a su padre–. ¿La has encontrado?.

–. Así es, hija mía –le sonríe–. Es hermosa, es muy hermosa.

La emoción invadió a la joven, quería conocerla también.

–. ¡Yo también quiero verla! –exclama alegre–. Quiero hacerlo, papá. ¿Puedo ir contigo con ella?.

–. Hija, la miro desde lejos –baja la mirada–. No quería alterar su vida o asustarla.

–. Pero yo puedo ir como una clienta a dónde trabaja –suplica–. Solo una vez –le sonríe–. ¿Mazhno, papá? (¿Puedo, papá?).

–. Hay palabras en inglés que no te sabes, hija –le dice–. Eto ochen' opasno (Es muy peligroso).

–. YA nichego delat' ne budu (No hare nada) –junta sus manos–. Por favor, tu puedes venir conmigo, hablas inglés muy bien. ¿Si?.

–. Está bien, pero será mañana –acepta.

Tassia se puso a saltar en su lugar de emoción. ¡Ya quería que fuera mañana!.