Siempre nos hemos preguntado qué sucede después de la muerte. No sé qué le ocurre a los demás, pero para mí fue una oportunidad única: regresar y hacer justicia. Mi muerte no fue un accidente; alguien acabó con mi vida, y ahora he vuelto para descubrir la verdad detrás de ese secreto. He regresado para reclamar lo que es mío y para enfrentar a aquellos que me hicieron daño.
¿Lograré cumplir con mi misión? Acompáñame en esta emocionante historia y descubramos juntos lo que el más allá tiene reservado
NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo XIV Deja Vu
Elena llegó temprano a su segundo día de trabajo. Al encender la computadora en su escritorio, comenzó a revisar la agenda de su jefe. Diego era un hombre muy ocupado y ese día tenía varias reuniones programadas. Se puso en contacto con las personas para confirmar las citas de la mañana y continuó así hasta que él llegó.
Sin voltear a mirarla, Diego entró en su oficina con una expresión sombría. Elena, conteniendo un suspiro, rodó los ojos y respiró profundamente antes de seguirlo.
“Buenos días, señor. Aquí tiene la información de las personas que verá hoy. También he organizado su agenda y redactado el informe pendiente”, dijo Elena con tono profesional, manteniendo siempre una cierta distancia.
Diego levantó la vista y se sorprendió al ver la belleza de Elena. El uniforme le quedaba espectacular; las líneas de su figura estaban perfectamente marcadas, su rostro era impecable y esa mirada intensa lo dejaba sin palabras, evocando recuerdos de su amada Elena.
“Muy bien, necesito que tomes unos apuntes. Por favor, siéntate”, ordenó Diego, recuperando su habitual frialdad.
“Disculpe, señor, voy por mi agenda para tomar notas”, respondió Elena con un tono preocupado.
“También existen los lápices y las libretas. Aquí tienes”, dijo Diego mientras le extendía una libreta y un lápiz. Cuando sus manos se rozaron al tomar los objetos, un recuerdo del pasado invadió la mente de Elena.
**POV**
“Te amo”, escuchó la voz de su antiguo yo mientras se veía besando y compartiendo momentos íntimos con un chico de su edad.
“Soy tan feliz a tu lado; no sé cómo expresar el gran amor que siento por ti”, dijo en respuesta él chico frente a ella.
Intentaba ver su rostro, pero no lo conseguía.
**Fin del recuerdo.**
“Señorita, ¿se encuentra bien?” La voz de Diego la trajo de vuelta a la realidad. Su respiración se aceleró y el corazón latía con tal fuerza que sentía que iba a salírsele del pecho; sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar lo que había perdido. “Lo siento, señor”, respondió Elena tratando de recomponerse.
“¿Qué fue eso? Mejor siéntate y espera a que se te pase lo que sea que te dio”, dijo Diego con preocupación por la joven frente a él.
“Ya estoy bien; solo fue un mareo”, contestó Elena con voz temblorosa, reflejando su tristeza.
“No me vaya a salir con que está embarazada; si ese es el caso, debería irse a casa a descansar”. Diego volvió a ser el irritante de siempre, dejando claro su tono autoritario.
“No es el caso; pierda cuidado”, replicó Elena con voz apagada, pero no iba a dejarse intimidar por él.
“Casi es hora de salir para la primera reunión; ve a tomar algo de agua y prepárate para salir”. Algo en esa mujer le resultaba familiar; la forma en que respondía le recordaba tanto a su amada Elena. Pero era imposible: ella debía tener unos veinte años como mucho. Diego se reclinó en su silla y cerró los ojos, perdido en recuerdos que llegaban constantemente a su mente—seguramente porque pronto sería el décimo aniversario de la muerte de su amor.
Elena volvió a entrar en la oficina; ya se sentía mejor y era hora de salir hacia la reunión. Al observar el rostro de su jefe, quedó hipnotizada: su corazón empezó a latir más rápido y sintió calor en sus mejillas. Una necesidad inexplicable le decía que se acercara y acariciara su cara. No entendía por qué sentía esa atracción hacia un hombre tan arrogante.
“Si quiere, le regalo una foto”, interrumpió Diego con arrogancia, sacándola de sus pensamientos.
“Lo siento, señor; pensé que se había quedado dormido”, respondió Elena rápidamente, apartando la mirada.
Él abrió los ojos y se encontró con el rostro sonrojado de su secretaria; lucía hermosa. Desde hacía tiempo no veía a ninguna mujer sonrojarse así.
“Salgamos antes de que se haga tarde”, comentó Diego mientras cogía su chaqueta y celular.
Elena ya tenía lo que iba a necesitar en las manos. Al llegar a la recepción Elena llamaba la atención de los hombres a su alrededor, pues era indiscutible que su belleza no tenía discusión. Al llegar al auto negro, Elena espero a que Diego subiera para luego hacerlo ella. Una vez dentro del auto Diego dio instrucciones al chófer de a donde se dirigían, Elena se concentró en las calles, sentía como si ella hubiera estado en ese lugar antes. Como deseaba poder recordar, estar en penumbras era una tortura.
Una sensación extraña se apoderó de Elena. Las luces de la ciudad pasaban rápidamente, y cada destello parecía despertar un eco en su memoria. La música suave que sonaba en el auto la envolvía, pero su mente estaba ocupada en desentrañar ese misterio que la perseguía.
Mientras Diego hablaba sobre un nuevo proyecto, Elena se perdió en sus pensamientos. ¿Por qué este lugar le resultaba tan familiar? Era como si cada esquina, cada edificio tuviera una historia que contarle. Se sintió un poco frustrada, pero al mismo tiempo intrigada.
Decidió que no podía dejar pasar esta oportunidad. "Diego," empezó con voz suave, "¿alguna vez has sentido que has estado en un lugar antes, aunque no puedas recordar cuándo?" Sus ojos brillaban con curiosidad mientras esperaba su respuesta. Por un momento había vuelto a su yo del pasado y por eso se atrevió a hablarle al hombre a su lado con tanta familiaridad, era como si su antigua yo estuviera tomando el control por completo de ese cuerpo.
Diego la miró extrañado, la manera en la que le había hablado era como si frente a él estuviera su amor perdido. Era como un déjà vu.
Llegaron a un restaurante, donde se encontraron con un hombre de mediana edad. Diego saludó al sujeto con amabilidad y este recibió su saludo de igual manera.
Luego procedió a presentar a su secretaria, pero se dio cuenta de que no sabía su nombre. Elena se dio cuenta y rápidamente intervino. “Un gusto señor, soy Elena Bustamante”.
Diego se quedó en shock al escuchar el nombre de su secretaria, esto debía ser una broma, pensó. Estaba algo disperso y no dio el todo por el todo en esa reunión.