Soy Gabriela y está es mi Historia:
"El nudo en mi garganta se hace cada vez más fuerte. Dejar a mi familia es una herida que nunca sanará por completo, pero la esperanza de un futuro mejor me impulsa hacia adelante. El Nuevo Mundo me ofrece un lienzo en blanco, una oportunidad para reinventarme. Sin embargo, el miedo a lo desconocido me acecha. ¿Podré adaptarme a una nueva cultura, construir una nueva vida? Y ¿qué lugar habrá en mi corazón para el amor cuando Edward, con su mundo de éxito y poder, se cruce en mi camino?"
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Capitulo IV Continuar
En la cocina, Beatriz está preparando café mientras Gabriela la observa preocupada.
Beatriz: (con tono preocupado) Gabriela, de verdad, vamos a hablar con la señora Julia. La señora es buena gente. Además, aquí tendrías comida y un lugar donde dormir.
Gabriela: (suspira) Lo sé, Beatriz. Pero no quiero ser una carga. ¿Y si no me da el trabajo? No puedo arriesgarme a quedarme sin nada.
Beatriz y Gabriela están de pie cerca de la puerta principal. Beatriz sostiene una vianda en sus manos, mientras Gabriela mira hacia el suelo, visiblemente preocupada.
Beatriz: (con voz suave) Hablaré con la señora Julia, para ver si te puedes quedar aquí.
Gabriela: (sacudiendo la cabeza) Beatriz, no quiero causarte problemas. Ya han hecho demasiado por mí. Voy a trabajar en la cafetería y pensaré qué hacer. Dale las gracias a los señores de mi parte.
Beatriz: (con preocupación) Pero prométeme algo, que me llamarás por cualquier cosa. Si no te quedas aquí para dormir, la señora Julia no se negará. Y salir de aquí no es fácil, tienes que caminar bastante para llegar a donde puedes tomar un bus y tardarás demasiado. Te doy para el taxi.
Gabriela: (con una sonrisa triste) No, Beatriz, has hecho demasiado.
Beatriz: (insistiendo) Por lo menos desayuna y llévate esto. (Le entrega la vianda) Deja tus cosas aquí, llévate solo lo necesario. No puedes cargar con eso para todos lados.
Gabriela acepta la vianda y deja gran parte de sus pertenencias en la casa de Beatriz. Ambas se dirigen hacia la puerta.
Gabriela: (con gratitud) Gracias, Beatriz. No sé qué haría sin ti.
Beatriz: (abrazándola) Prométeme que me llamarás. Y no te preocupes, intentaré hablar con la señora Julia para ver si te da trabajo.
Beatriz acompaña a Gabriela hasta la entrada, quedando preocupada mientras la ve alejarse. Sabe que no está en sus manos solucionar todos los problemas de Gabriela, pero hará lo posible por ayudarla.
La señora Julia y su hijo Edward están sentados a la mesa del comedor. La luz de la mañana entra por las ventanas, iluminando suavemente la habitación.
Señora Julia: (mirando a su hijo) Hijo, ¿pudiste descansar?
Edward: (con una sonrisa cansada) Un poco, madre. ¿Y tú?
Señora Julia: No mucho. Me quedé pensando en esa chica. ¿Cómo existen personas que pasan por tanto solo para llevar una vida mejor? A veces no vemos lo bendecidos que somos.
Edward: (asintiendo) Sí, madre. La migración es un tema complejo. Abandonar todo por un futuro mejor… La gran mayoría no lo hace porque quiere.
Son interrumpidos por Beatriz, que entra con una bandeja de desayuno.
Beatriz: (con una sonrisa) Buenos días, señora Julia. Buenos días, señor Edward.
Señora Julia y Edward: (al unísono) Buenos días, Beatriz.
Señora Julia: (preocupada) ¿Cómo amaneció la chica?
Beatriz: (agradecida) Bien, gracias nuevamente por lo de anoche. Ella está apenada por causar tantas molestias. Ya se fue, aunque le dije que podría dejar sus pertenencias aquí.
Edward mira a Beatriz, sorprendido de que la chica se haya ido, pero no dice nada. La señora Julia frunce el ceño.
Señora Julia: ¿Y qué va a hacer?
Beatriz: (suspirando) Ella tiene un empleo en una cafetería, pero está lejos de acá.
Señora Julia: (preocupada) ¿Y dónde se quedará esta noche?
Beatriz: (con tristeza) Ella fue a la cafetería. Gabriela es responsable, ha pasado por tanto, pero siempre ha luchado. A pesar de venir de una familia humilde, trabajó casi toda su vida y logró graduarse. Pero en nuestro país, eso no es garantía de una vida mejor.
Señora Julia: (con compasión) Pobre chica. Y ahora está aquí, sin saber ni siquiera dónde va a dormir esta noche.
Edward se mantiene en silencio, escuchando a las mujeres conversar.
Edward termina de desayunar, se despide de su madre y se dirige a su oficina. Es el CEO de una empresa de construcción. Entra en su auto y se pone en marcha. Se siente algo inquieto y pensativo cuando divisa una figura conocida caminando por la acera. Era Gabriela. Pasó junto a ella, pero luego no pudo evitar parar y retroceder el auto.
Gabriela, un poco asustada por el auto, comienza a correr. Edward sale del auto corriendo tras ella.
Edward: (gritando) ¡Gabriela, soy yo, Edward!
Gabriela, al reconocerlo, se detiene, algo agitada.
Gabriela: (respirando con dificultad) Disculpe, señor, me asusté.
Edward: (con una sonrisa tranquilizadora) Ven, sube. Te llevo.
Gabriela: (dudando) No se moleste, señor.
Edward: (insistiendo) Sube, caminando no llegarás a ningún lado.
Gabriela, sin otra opción, sube al auto. Ambos se sientan en silencio por un momento mientras Edward arranca el auto.
Edward: (mirándola de reojo) Dime la dirección.
Gabriela: Señor, no quiero causar más molestias.
Edward: Dime la dirección, por favor.
Gabriela: La coloqué aquí en el GPS de mi teléfono.
Edward se pone en marcha, aún sin saber exactamente qué está haciendo.