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Capitulo 14 sala imperial.
Silencio tenso]
Ministro de Guerra (padre de Sabrina):
—Su Majestad, exijo justicia. Mi hija ha sido agredida. ¿Cómo puede permitir que semejante salvajismo quede impune?
Emperatriz (fría pero firme):
—Cada una de las involucradas recibirá el castigo que corresponda. Nadie quedará impune, Ministro. Le aseguro que me encargaré personalmente.
Ministro (alzando la voz):
—¡Pero si se castiga a mi hija, su reputación será arruinada! Es una de las candidatas a futura emperatriz. No puede mezclarse con escándalos de callejón. ¡Esto debe manejarse con discreción!
Emperatriz (endureciendo el tono):
—Justamente por eso se está resolviendo en privado. Pero su hija participó en un acto de intimidación pública. El nombre no blinda la conciencia.
Ministro (dando un paso hacia el trono):
—Con el debido respeto, Su Majestad, no puedo permitir que mi hija cargue con una mancha así. ¡La justicia no debe ser igual para todos cuando el peso de una corona está en juego!
[El emperador se incorpora lentamente]
Emperador (voz grave):
—Ministro de Guerra... recuerde con quién está hablando. Ella es su Emperatriz. Conténgase.
[Silencio absoluto. Nadie respira. Dahiana da un paso al frente.]
Dahiana (con voz clara y decidida):
—No hace falta tanta discusión. Yo acepto el castigo que me corresponda.
[Todas las miradas se giran hacia ella. Alya jadea.]
Alya:
—¡Dahiana, no! ¡Esto no es justo, vos solo me defendiste!
Dahiana (sin mirarla, voz dura):
—No importa. Mi padre no vino. Nadie me defendió. Yo... ya no quiero seguir aquí como si importara. Así que castíguenme. Lo que sea.
[Camina hacia el trono y se arrodilla.]
Dahiana:
—Acepto el juicio de los emperadores. Con respeto, me someto.
[Un silencio cargado. Entonces, el joven Archiduque —Adonias— da un paso adelante.]
Archiduque (sereno y directo):
—Con su permiso, Majestades. Si no tienen objeción, propongo un castigo apropiado. Que la señorita Sherlock sea llevada al ducado como doncella personal.
[Sabrina suelta una risa mal disimulada. Las otras dos nobles también se burlan.]
Sabrina (en voz baja):
—Qué pena... De noble bastarda a criada. Un clásico.
[Dahiana levanta la cabeza lentamente y mira a Adonias. Él la observa con una mirada seria, afilada.]
Dahiana (en voz baja):
—¿Vos?
[Él no responde, pero su mirada la calla. La emperatriz asiente.]
Emperatriz:
—Aceptado. El Archiduque ha hablado, y me parece un castigo útil y aleccionador. El Imperio agradece su colaboración, Lord Adonias.
Emperador:
—El juicio ha terminado. Pueden retirarse.
[Todos comienzan a salir. Solo quedan Dahiana, los dos príncipes y Adonias.]
Emperatriz (mirando a Dahiana):
—Fue valiente de tu parte reconocer tu parte en este asunto. No todos los nobles aceptan responsabilidad.
[Dahiana se incorpora lentamente del suelo. Su expresión es una mezcla de orgullo y herida.]
Dahiana:
—Gracias, Su Majestad... Aunque no sé si lo hice por valentía o porque ya no tenía a dónde caer.
[La emperatriz la observa por un instante más, luego se retira. Silencio otra vez. Adriek, el príncipe heredero, se cruza de brazos.]
Dahiana (pensando):
—De todas las vidas que pude tener… me tocó ser la criada de un archiduque misterioso. Bueno, al menos no es aburrido.