Después De Rashel.

Rafael observó a Lara, quien permanecía con la mirada fija en el suelo, sus manos temblaban apenas perceptibles mientras trataba de procesar todo lo que había ocurrido. Sabía que su hermana estaba rota, pero también sabía que era su deber ayudarla a encontrar la fuerza que creía haber perdido.

Respiró profundamente, tratando de ordenar sus pensamientos, y luego tomó las manos de Lara con suavidad, buscando captar su atención.

—¿Sabes, hermanita? En momentos como este, recuerdo las palabras de mamá... ¿Te acuerdas de lo que siempre nos decía cuando nos veía tristes? preguntó, con un tono cargado de nostalgia.

Lara levantó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas. Apenas podía hablar, pero asintió lentamente.

—Nos decía que el dolor nunca se va por completo, pero que siempre podemos encontrar la forma de seguir adelante. Que la vida nos pone pruebas, pero también nos da la fuerza para superarlas continuó Rafael, con una pequeña sonrisa melancólica. Y aunque nuestros padres murieron muy jóvenes, esas palabras siempre se quedaron conmigo.

Lara suspiró profundamente, dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas.

—Tu apenas tenías cinco años cuando mamá y papá murieron... A esa edad no entendías lo que pasaba. Solo te llegué a decir que no volverías a verlos. Y tú... hizo una pausa, mirándolo directamente. Tú, te convertiste en mi unica familia, eramos los dos contra el mundo.

Rafael sonrió tristemente y le acarició la cabeza, como solía hacerlo cuando eran pequeños.

—Eras mi tesoro, Lara. Lo sigues siendo. Cuando ellos murieron, pensé que el mundo se había acabado, pero luego te miré y me di cuenta de que tenía una razón para seguir adelante.

Rafael se levantó del sofá y comenzó a caminar por la sala, como si los recuerdos de su juventud lo abrumaran.

—¿Sabes lo difícil que fue? Tenía apenas dieciocho años, con toda una vida por delante, y de repente, me convertí en el responsable de una niña pequeña. Pero nunca me quejé, porque te tenía a ti. Eras lo único que me quedaba en este mundo, y prometí que haría todo lo posible para darte una vida digna.

Lara lo escuchaba en silencio, sintiendo cómo su corazón se llenaba de gratitud y culpa al mismo tiempo.

—Trabajé días y noches, estudié sin descanso para convertirme en médico en cardiología, porque sabía que era la única manera de asegurar un futuro para nosotros. Y lo logré, Lara. Logré ser el mejor. Ahora soy el mejor del país. Pero, ¿sabes qué? Nada de eso me llena tanto como saber que tú estás aquí, conmigo, aunque sea en estas circunstancias.

Lara cerró los ojos, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse nuevamente.

—Rafael, yo... te fallé. Me alejé de ti por amor a un hombre que no lo merecía. Dejé que el orgullo y la ilusión me cegaran. Y ahora, después de todo lo que pasó, aquí estoy, trayéndote solo problemas y tristeza.

Rafael negó con la cabeza y volvió a sentarse a su lado, tomando sus manos nuevamente.

—No, Lara. Nunca pienses eso. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos. Y tú lo estás haciendo. Lo que importa ahora es que estás aquí, que has tenido el valor de dejar atrás una vida que te estaba destruyendo.

Lara lo miró, con los ojos llenos de tristeza y gratitud.

—¿Sabes lo que más me duele, Rafael? Que Rashel no esté aquí. Que nunca pueda verla crecer, que nunca pueda abrazarla de nuevo. Y no puedo evitar pensar que fue mi culpa...

Rafael sintió cómo su corazón se rompía al escuchar esas palabras. Sabía que no había nada que pudiera decir para aliviar completamente el dolor de su hermana, pero aún así, lo intentó.

—Lara, escúchame. Rashel está en paz ahora. Sé que eso no alivia tu dolor, pero quiero que recuerdes que ella te amaba más que a nada en este mundo. Su luz, su alegría... todo eso vivirá en ti. Y sé que algún día, cuando estés lista, encontrarás la manera de honrar su memoria.

Lara comenzó a llorar nuevamente, pero esta vez no parecía ser solo de tristeza. Había algo más, una pequeña chispa de esperanza que comenzaba a encenderse en su interior.

—¿Cómo lo haces, Rafael? ¿Cómo encuentras la fuerza para seguir adelante después de todo lo que hemos vivido?

Rafael sonrió, aunque sus ojos también brillaban con lágrimas.

—Porque siempre recuerdo las palabras de mamá. Y porque sé que mientras tengamos a alguien que nos ame, nunca estaremos realmente solos. Tú fuiste mi razón para seguir adelante cuando perdimos a nuestros padres, y ahora yo quiero tengas una razón para seguir adelante.

Lara lo abrazó con fuerza, dejando que las lágrimas fluyeran libremente. En ese momento, sintió que, aunque el camino por delante sería difícil, no tendría que enfrentarlo sola.

Después de un rato, Rafael se separó suavemente y la miró a los ojos.

—Ahora quiero que hagas algo por mí, hermanita. Quiero que te cuides. Que tomes este tiempo para sanar, para encontrarte a ti misma. Y cuando estés lista, quiero que recuerdes lo fuerte y valiente que eres. Porque sé que puedes superar esto.

Lara asintió, aunque no estaba completamente segura de cómo lo haría. Pero por primera vez en mucho tiempo, sintió que había una pequeña posibilidad de que pudiera encontrar la paz.

Esa noche, mientras se acostaba en la cama, Lara pensó en las palabras de su hermano y en los recuerdos de su madre. Aunque el dolor seguía siendo inmenso, había algo reconfortante en saber que, a pesar de todo, no estaba sola.

Y con ese pensamiento, cerró los ojos, dejando que el sueño la llevara a un lugar donde, aunque fuera solo por un momento, pudiera encontrar un poco de consuelo.