Sol Rucci es una joven de 18 años que ha sido profundamente marcada por la trágica muerte de su hermana, Flor, sucedida ante sus propios ojos. Al quedar huérfana, fue acogida y protegida por el novio de su hermana, quien asumió su crianza desde que Sol tenía 10 años. Ambos han encontrado en su apoyo mutuo una forma de sobrellevar el dolor de esta pérdida.
Con el paso del tiempo, él ha desarrollado una tendencia a sobreprotegerla, ejerciendo un control sobre su vida. Por su parte, Sol ha experimentado un notable aumento en su belleza, convirtiéndose en un reflejo impactante de su hermana. Con el tiempo, comienza a despertar en ella sentimientos que trascienden la gratitud y el apoyo, mientras que él empieza a verla de una manera diferente, ya no como la niña indefensa a la que él protegía por una promesa hecha a su novia antes de su muerte, sino como una oportunidad de reencontrarse con su amada Flor a través de ella.
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Capítulo 17 Nuevos planes.
Sol Rucci
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Desde el día en que Kai me pidió la mano, he empezado a experimentar mareos severos y algunos antojos. Mis caderas han crecido ligeramente y tengo un retraso. Sin embargo, parecía imposible que estuviera embarazada, ya que he sido muy cuidadosa durante estos dos años. Entonces, ¿qué es lo que me sucede?
Al llegar a la cocina en busca de helado, vi a una de las empleadas cortando carne cruda, y siento un impulso irresistible de comerla. Me acerqué, y mis deseos de probarla se hicieron cada vez más intensos. No es habitual en mí consumir carne, y menos cruda, pero en ese momento solo deseaba un pequeño bocado.
—Señora Marta, ¿podría darme un poco de carne? —le dije, levantando la mano.
Ella me miró con sorpresa y me preguntó:
—Señora Sol, ¿desde cuándo le gusta la carne cruda? ¿No me diga que es un antojo?
—Sí, solo quiero probarla, nada más —respondí, moviendo mi mano como señal para que me diera un pedazo de carne que lucía tan apetitosa que me hacía relamer los labios.
Ella dejó el cuchillo y me observó detenidamente. Luego, tomando mi mano con cierta presión, abrió los ojos sorprendidamente.
—Señora Sol, ¡felicidades por su bebé! Pero debe controlar esos antojos; no puede comer carne cruda.
—Señora Marta, se equivoca; no estoy embarazada —le dije con una sonrisa.
—Bueno, señora Sol, debería hacerse la prueba, ya que nunca me equivoco —me respondió, volviendo a tomar el cuchillo para continuar cortando la carne.
Me alejé de la cocina, meditando sobre sus palabras. Toqué mi vientre, convencida de que era una locura pensar que algún tipo de embarazo podría estar en juego; quizás la señora Marta estaba delirando. Sin embargo, decidí hacerme la prueba para descartar la posibilidad, aunque en el fondo sabía que no era así. Salí de casa, subí al auto y me dirigí a la farmacia. Compré una prueba, pedí acceso a un baño y me dirigí allí. No podía seguir con esta incertidumbre; me realicé la prueba y esperé cinco minutos. Al revisarla, noté que aparecieron dos líneas. Sonreí, pensando que debía de estar dañada; era imposible que estuviera embarazada.
Salí del baño y compré cuatro pruebas más. Regresé a mi habitación minutos después y observé cada una de ellas: todas salieron positivas. Mi visión se nubló; estaba embarazada y no podía creerlo. Esto no podía ser mi destino. En una semana me iría, tenía tantos planes, ninguno de los cuales incluía tener hijos. No deseaba ser madre en este momento. Empecé a llorar con fuerza, sintiendo un nudo en el estómago. ¿Qué iba a hacer ahora?
Podría considerar el aborto. Pero al tocar mi vientre, comprendí que esta vida no tenía la culpa. Nadie la tenía. ¿Qué pensaría Kai al enterarse? Colocando mi mano en mi rostro, Al contarle sobre el embarazo y que él me consolara, diciéndome que estaba feliz porque sería padre y que deseaba ver crecer mi vientre. Decidí que debía quedarme. Sabía que esta noticia hacia a Kai feliz; había notado cómo admiraba a sus sobrinos y su deseo de ser padre. Sin embargo, nunca habíamos tocado ese tema. No podía ser egoísta y pensar solo en mí misma, abortando y causándole dolor, sabiendo cuánto anhelaba tener un hijo.Además, ese bebé era parte de mí, el fruto del amor que Kai y yo compartimos. Solo paralelamente suspendería mi maestría por un tiempo mientras esperaba a mi bebé y luego retomaría mis estudios. Después de que nos confirmaran en la clínica que serían dos, experimenté una mezcla de emociones. Estaba feliz de tener dos vidas dentro de mí, pero no podía negar que también sentía miedo; no sabía nada sobre bebés. Miré a Kai, viéndolo tan emocionado, y me besó la frente con ternura. Yo le sonreí. El doctor me indicó que debía comenzar con los controles.
Al salir de la clínica y subirnos al auto, noté que Kai me recostaba en su pecho, acariciando suavemente mi abdomen mientras me daba un beso en la cabeza y luego sonreía levemente. Se notaba su felicidad.
—Mi reina, ¿qué te parece si adelantamos la boda? ¿Qué tal en un mes? —me preguntó.
—¿Adelantar la boda? Pero no creo que podamos organizarla en un mes —le respondí.
—Podemos contratar una agencia que se encargue o pedir ayuda a mis tías, que saben de esto. Solo dime que sí, yo me encargaré de todo, reina. Quiero que nuestros hijos nazcan dentro del matrimonio, y además, quiero que seas mi esposa —me dijo con emoción.
—Sí, amore mio —le respondí, emocionada.
Nos besamos y nos alejamos un poco, observándonos por unos segundos antes de que recostara mi cabeza en su hombro.
—Debemos dar la noticia a la familia. Invitaré a mis hermanas y a toda la familia —dijo con entusiasmo.
Asentí, viéndolo tan feliz que su alegría me contagiaba. No lo había visto tan emocionado y eso me hacía feliz. Noté cómo tomaba su teléfono y comenzaba a hablar primero con Kira, invitándola, y ella aceptó, informando que vendría al día siguiente. Luego llamó a Gabriela, quien también aceptó, y vi cómo empezaba a realizar varias llamadas. Al terminar me dijo:
—Deberíamos mudarnos, reina, a una casa más grande; mejor aún, a una mansión. Serán dos bebés y necesitarán más espacio, y después vendrán más.
—Amor, debes calmarte y respirar. Sé que estás emocionado, yo también lo estoy, pero necesitamos tranquilizarnos. En la casa donde vivimos estamos bien, es grande y estará perfecta para cuando nazcan los bebés. Además, debemos buscar una agencia para organizar el matrimonio. En cuanto a tener más hijos, ya tengo dos en mi vientre, y considero que son más que suficientes. Sé que tu familia está acostumbrada a tener muchos hijos, pero yo no quiero llenarnos de más. Creo que dos están bien —le digo.
—Tienes razón, mi reina. Buscaremos la agencia y también organizaré la comida para dar la noticia, que será mañana —me responde.
Lo veo sacar su teléfono y hablar con su madre, acordando que la comida será en la mansión de la señora Valka. Al llegar a la casa, nos sirven la comida. Comienzo a comer, y de repente noto que Kay está pálido. Coloca su mano en la boca y se levanta rápidamente, alejándose. Yo lo sigo preocupada y lo encuentro en el baño, vomitando.
—¿Qué pasa, amor? ¿Te cayó mal algo? Ya llevas varios días así —le digo angustiada, acariciando su espalda.
—Estoy bien, solo que el olor de la comida me provocó esto —me responde mientras se limpia.
A medida que lo observo, noto que se agarra del lavamanos, presionándolo con fuerza hasta que se rompe. Se desploma al suelo, y me asusto al verlo desmayado. Empiezo a gritar para que alguien venga a ayudarme a levantarlo.
—¿Qué tienes, mi amor? Por Dios, ¿qué te está pasando? —le digo, preocupada, tratando de que despierte.
ahora resulta que flor no estaba muerta que la habían llevado a otro país para que se prostituirla ahora que ha escapado qué casualidad que se haya topado con Kai ahora qué pasará kai dejará sol por flor