Danara, una adolescente de 16 años, se siente atrapada entre sus inseguridades y la presión de encajar en la sociedad. Su vida da un giro cuando conoce a Luca, el nuevo vecino de 18 años, extrovertido y lleno de energía, pero con sus propias inseguridades sobre su futuro. A pesar de sus diferencias, entre ellos surge una conexión especial, pero Danara lucha con sus miedos y la diferencia de edad, mientras que Luca teme no ser suficiente para ella.
A lo largo del verano, ambos enfrentan sus temores, aprenden a confiar el uno en el otro y a comprender sus sentimientos. Sin embargo, con el fin de las vacaciones, deben hacer frente a nuevas responsabilidades: Luca se prepara para la universidad y Danara comienza la secundaria. A pesar de los desafíos del futuro, su relación se fortalece, y juntos prometen seguir adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor.
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capitulo 14
Danara
Este verano ha sido diferente. A pesar de todo lo que estaba pasando en mi cabeza, algo dentro de mí me decía que necesitaba tomarme un respiro. La sensación de que todo se estaba acelerando, que mis emociones por Luca estaban fuera de mi control, me estaba volviendo loca. Necesitaba un cambio de aire, un espacio para pensar sin las constantes preguntas que me atormentaban. Así que cuando Laura, mi hermana mayor, sugirió que nos fuéramos de viaje a la playa, acepté. La idea de alejarme de mi rutina diaria, de mis pensamientos confusos sobre Luca, parecía ser justo lo que necesitaba.
El viaje se organizó rápidamente. Laura, David y Bianca, su novia, ya estaban planeando todo. La idea era pasar unos días en una casa en la playa, y lo mejor de todo, Luca y su hermano Marcos estaban invitados también. Al principio, no sabía cómo sentirme al respecto. Luca iba a estar allí, y eso traía consigo un cúmulo de emociones que no estaba lista para enfrentar. Pero mi hermana Laura, como siempre, estaba muy animada con la idea.
—¿Vas a ir o qué? —me preguntó Laura mientras organizaba su maleta.
—No sé, ¿debería? —respondí, mirando las ropas en mi armario, pero sin mucha motivación para elegir.
—Claro, sería divertido. No tienes que quedarte en casa con tu cabeza llena de pensamientos, Danara. Vamos a relajarnos y disfrutar del verano.
Finalmente, cedí. Necesitaba cambiar de ambiente, y aunque Luca iba a estar allí, pensé que sería un buen momento para aclarar mis ideas. Además, sería solo un viaje, un par de días, nada que no pudiera manejar.
El día de la partida llegó. Laura, David y Bianca ya estaban listos para salir, y yo, un poco ansiosa, tomé mi maleta. Cuando llegamos a la casa, fue como un respiro de aire fresco. El sonido del mar, la brisa que acariciaba mi piel... todo era tan diferente a la ciudad.
La casa era increíble. Bianca había hecho todo para que nos sintieramos cómodos, y el ambiente era perfecto para relajarnos. Las grandes ventanas de la casa daban al mar, y el interior tenía una vibra cálida y acogedora. Era el tipo de lugar donde uno podría olvidarse del mundo exterior, pero, al mismo tiempo, en mi mente seguían rondando los mismos pensamientos: ¿qué estaba pasando entre Luca y yo?
Luca y su hermano Marcos llegaron poco después. La casa parecía aún más animada con ellos allí, pero yo no podía evitar sentir un nudo en el estómago cada vez que Luca me miraba. Había algo en su mirada que me hacía sentir como si él ya supiera lo que estaba pasando, como si me leyera. Pero también sabía que él no se andaba con rodeos, y si algo estaba pasando entre nosotros, era algo que, hasta cierto punto, yo no quería enfrentar.
—¡Este lugar está increíble! —dijo Luca con una sonrisa amplia, su entusiasmo era tan contagioso que me hizo sonreír sin quererlo.
—Lo sé, ¿verdad? —respondí, sintiéndome un poco más relajada al ver que todos estaban disfrutando.
El primer día pasó rápidamente. Todos fuimos a la playa, jugamos al vóley, nadamos, y reímos como si no tuviéramos ningún problema en el mundo. Pero incluso en medio de toda la diversión, no podía evitar sentirme diferente cuando Luca estaba cerca. Cuando me miraba, algo dentro de mí se aceleraba. Cada gesto suyo parecía tener un impacto más grande de lo que debería.
En la noche, después de cenar, Laura sugirió que fuéramos a dar un paseo por la orilla.
—Vamos todos a caminar por la playa, el aire fresco nos hará bien —dijo Laura, animada como siempre.
Nos pusimos todos en marcha. David y Bianca se quedaron un poco atrás, como siempre, hablando entre ellos, mientras Marcos y yo caminábamos por la orilla. Pero no pude evitar notar que Luca había comenzado a caminar a mi lado. Los dos estábamos en silencio, y mi corazón latía más rápido con cada paso que dábamos juntos.
La luz de la luna sobre el mar era hipnótica, y la sensación de la arena entre los dedos de mis pies me relajó un poco. Sin embargo, la presencia de Luca seguía haciéndome sentir rara. De vez en cuando, me miraba, y sus ojos brillaban con una intensidad que me descolocaba.
—¿Sabes? —dijo Luca de repente, interrumpiendo mis pensamientos. —Siempre me ha gustado este lugar. El mar tiene algo... no sé cómo explicarlo, pero siento que me conecta con algo más grande.
Lo miré, un poco sorprendida por la profundidad de sus palabras. Aunque Luca siempre parecía tan alegre y lleno de energía, en esos momentos parecía más reflexivo, más serio. Quizá había más en él de lo que mostraba.
—Es verdad —respondí, sonriendo levemente—. Es un lugar donde uno puede pensar... o desconectar un poco.
Nos detuvimos un momento en la orilla, mirando el mar en silencio. Fue entonces cuando Luca se acercó un poco más, mirando mi rostro con atención.
—¿Qué pasa, Danara? —preguntó, su tono más suave de lo habitual.
—Nada —respondí rápidamente, sintiendo un nudo en el estómago. —Solo estaba pensando.
Me sentí un poco tonta, como si hubiera algo en mí que no podía controlar, algo que me impedía ser tan tranquila como él. Me molestaba la forma en que me hacía sentir, porque sabía que no tenía sentido, pero aún así no podía evitarlo.
Luca sonrió, pero había algo en su mirada que me hizo pensar que sabía que había algo más. Algo que yo no estaba dispuesta a decir en voz alta.
—Está bien —dijo, encogiéndose de hombros. —No tienes que decirme nada si no quieres. Solo... quería saber si todo está bien.
Esas palabras me hicieron sentir una mezcla extraña de calidez y frustración. Me sentía cómoda cerca de él, pero también estaba aterrada de lo que eso significaba. A lo largo del viaje, él había sido tan amable, tan atento, que me hacía cuestionar mis propios sentimientos.
Volvimos a caminar en silencio, pero esta vez fue diferente. Algo había cambiado entre nosotros, y aunque no sabía qué era exactamente, sentía que las cosas entre Luca y yo ya no iban a ser lo mismo. Estábamos a punto de descubrir algo nuevo, algo que ninguno de los dos había anticipado.