Rose Thompson pierde toda su vida feliz y su libertad en tan solo un día, luego de tanto tiempo sin ver a su padre, este la busca para darle su condena matrimonial.
Cansado de dejar que ella jugara a ser "la enfermera del pobre" como él llamaba de manera despectiva, ha decidido que le dejará su empresa a su nieto varón.
Informándole así que al día siguiente sería su boda, de modo que ella pudiera cumplir con su deber de entregarle su próximo heredero o de lo contrario el hospital donde ella trabajaba perdería a su mayor benefactor.
¿Podrá el amor y la felicidad surgir en una situación de chantaje total? ¿Podrá tener un final feliz?
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Cada quien en su lugar
Rose no sabía que estaba sucediendo, l mujer que apareció de la nada, se encontraba frente a Antón, recostando sus curvas de la mesa, en una pose provocadora, parecía que quería desesperadamente mostrarle sus atributos al hombre. Tenía puesto un vestido rojo, ajustado a sus curvilíneo cuerpo, demasiado corto para el gusto de Rose.
- Esmeralda - escucho saludar a Antón, no lograba ver bien su rostro, la mujer estaba en el medio de ambos, pero si pudo ver un poco, que Antón estaba viendo hacia ella.
- Vaya, que sorpresa tan inesperada, justo me pensaba retirar, cuando escuché tu voz y pensé en acercarme - la mujer acercó su rostro al de Antón, dejando ver bien su escote - que coincidencia tan deliciosa, que te parece si vamos a revivir viejos tiempos cariño ? - La mujer beso a Antón, este la apartó en un movimiento.
- Comportate Esmeralda, además no seas descarada - Antón veía a la mujer molesto, pidiendo que Rose no fuera a pensar mal.
- Oooh vamos, Anty, sabes que no podía asistir a la boda, mi trabajo era primero, me salió la seción de fotos, que querías que hiciera? - comenzó a acariciar el cabello de Antón - sabes, aún no he encontrado un hombre que me complazca en la cama como tú lo hacías.
- Por lo visto perdiste todo tipo de vergüenza - Rose estaba totalmente cayada escuchando a la pareja discutir - No vez que estoy acompañado, agradezco que te retires. - le señaló la salida del lugar, con la mano.
- Por Dios, estás hablando en serio? o solo es tu orgullo, además está don nadie no me llega ni a los talones, solo es una enana fea que no creo pueda complacerte como yo lo hacía, tampoco hablemos de la diferencia abismal que tenemos en belleza y sensualidad.
Al escuchar tales palabras Antón se puso muy furioso, pero en el momento en el que pensaba poner a la mujer en su lugar, Rose actuó.
- Antón amor, ya que la señorita, no quiere retirarse porque no lo hacemos nosotros? - Rose extendió su mano por la mesa, hasta tomar la de Antón, dejando ver los anillos de casados - Al parecer aún no sabe notar cuando está siendo inoportuna.
- Así que tú eres la esposa por contrato - Dijo Esmeralda en el momento en que vio los anillos de casados - No te creas mucho querida, ya me han hablado de ti, ya se que Antón se casó contigo obligado, mientras que a mí, me pidió matrimonio por su propia cuenta - Esmeralda se sentía airosa al decir esas palabras.
- Si, tienes mucha razón, fuimos obligados a casarnos, cada uno por razones diferentes- Rose veía a la mujer de arriba a abajo - Pero, farsa o no, contrato o no, la señora Huffman soy yo, el don de señora lo tengo yo y no tu. - Rose la veía como a una cucaracha que debía aplastar- Amor habíamos acordado que podías jugar con las mujeres regaladas que quisieras, al parecer apareció una que se encuentra urgida de tu atención, si quieres puedo darte un momento. - Rose vio a Antón, preguntándose si él seguirá el juego.
Antón le sonrió, al escuchar las palabras de Rose, noto que ella le estaba dando su venganza en charola de plata.
- No, amor, ya a esa mujer la probé y siendo sincero contigo, en la cama no te llega ni a los talones - Antón y Rose hablaban ignorando a la mujer que se encontraba frente a ellos, perpleja por la conversación - Debo admitir que eres chiquita pero peligrosa, es más, ya tengo hambre de ti, vámonos necesito saciar mis ganas de comerte. - Antón se levantó de la silla, fue hasta la silla de Rose y la ayudo a levantarse, ella tomo su brazo y la pareja salió del lugar, dejando a la mujer totalmente muda de la humillación que le habían echo.
- Te vas a arrepentir de esto Antón Huffman- Esmeralda estaba molesta por como la pareja se atrevió a humillarla.
Saliendo del Restaurante, Antón le abrió la puerta del auto a Rose, la ayudo a subir y se subió el también al auto, al entrar, vio a Rose, se veía hermosa, con una mano le sujeto el mentón la beso, tierna y apasionadamente.
- Eso que fue? - pregunto Rose después de separarse.
- ¡Eso! fue porque eres increíble y porque me apeteció - Antón sonreia - además, no estaba mintiendo, tengo mucha hambre de ti Rose.
- Ah si? y como podríamos solucionar eso ? - Rose le sonrió con picardía
- En serio eres chiquita pero peligrosa - La volvió a besar y encendió el auto, fueron hasta el Hotel de los Huffman, dónde Antón tenía hospedaje.
- No sabía que tenían un hotel? - Rose estaba viendo toda la Suite, era enorme y muy extravagante para su gusto.
- Si, mi padre quiso invertir en la rama hotelera, tenemos inversiones en casi todas las ramas- Antón se acercó - pero no vinimos aquí para hablar de las inversiones de la familia - La tomo por la cintura y la pego contra su cuerpo- estamos aquí por otra cosa de mayor prioridad - la beso, luego la cargo y la llevo hasta el mueble, sus ganas de estar con ella, no aguantaban hasta llegar a la habitación.
- Lo vamos a hacer aquí ? - pregunto Rose sentada encima de el, de frente.
- No quieres ? - Antón llevó sus manos hasta sus muslos y los apretó, haciendo presión entre su miembro erecto y la feminidad de Rose.
Esta al sentir su erección, no pudo retener un gemido, quería estar con el. Antón le comenzó a repartir besos por todo su cuello, le quitó la camisa y le subió es sostén, dejando a la vista sus pechos, se los llevó a la boca, saboreando y lamiendo, sentía como Rose se retorcía del placer que eso le daba, lo caliente que estaba su entre pierna. Rose estaba tan excitada que se dejó llevar totalmente, se puso de rodillas frente al hombre, encontrándose con su pantalón y su miembro, le bajó el cierre y lo tomo entre sus manos, lo llevo a su boca, logro escuchar el rugido de placer que emitió el hombre, el la tamo por el cabello, Rose podía sentir como latía de placer dentro de su boca, estaba caliente, ella succionaba y lamía cada vez queriendo más, sentía como su cuerpo ardía, su entrepierna latía, deseandolo, hasta que sintió como el líquido de Antón se derramaba en su boca.
- Dios, eres una maestra - Antón estaba todavía muy excitado, el haber estado dentro de la boca de Rose lo puso aún más caliente y el ver cómo la mujer se trago su líquido fue lo más sensual que había visto.
La tomo entre sus brazos y la puso sobre el, en un movimiento se introdujo en ella, estaba totalmente empapada, con una mano agarró sus muslos y con la otra, masajeaba el inicio de su feminidad, mientras la embestia una y otra vez, duro y fuerte, los gemidos de Rose eran lascivos, sentía como dentro de ella latía, succionandolo y apretándolo, sus movimientos se volvieron más rápidos y fuertes, Antón no quería que parara aún, todavía no había tenido suficiente, la abrazo y en un momento la puso boca abajo en cuclillas, la tomo por la cintura y la embistió fuerte y placenteramente, Rose solo gemia del placer, podía sentir como la gran hombría de Antón la llenaba por completo, estaba todo mojado en su interior y sentía que ardía, las fuerte embestidas de Antón eras cada vez más rápidas, dura y profundas, hasta llegar al clímax.
Al terminar, ambos cayeron agotados de tanto placer, estaban sin aliento, con los latidos de sus corazones acelerados, uno al lado del otro, Antón volteo a verla, Rose estaba viéndolo.
- Eres fantástica mujer- la tomo por el mentón y la beso- no hay mujer que me satisfaga así como tú lo haces Rose. - Antón no solo se refería en forma física, sino también de manera sentimental, ese día pudo darse cuenta de que Rose ocupaba totalmente su corazón, sus pensamientos y sus sentimientos.
Rose le sonrió, no sabía que decir a tales palabras, no quería mal interpretar la situación, ni seguir enamorándose aún más de el, porque en algún momento, el la iba a alejar, en el instante en que estuviera embarazada.