La historia sigue a Patrick, un aventurero serio y amable que trabaja para la iglesia en un mundo de fantasía medieval. Patrick recibe la misión de recolectar poderosos artefactos mágicos, incluyendo la espada Dama, que puede invocar a una entidad llamada Dama Blanca. Durante su viaje, Patrick rescata a Samantha, una chica mitad demonio con un carácter fuerte pero frágil, que es perseguida por la iglesia debido a su linaje. Juntos, enfrentan peligros y desafíos mientras Samantha comienza a enamorarse de Patrick, y él descubre secretos oscuros sobre los artefactos y las verdaderas intenciones de la iglesia. La historia se desarrolla en un vasto mundo lleno de reinos, criaturas míticas, y seres divinos, donde la discriminación entre razas y la lucha por el poder son constantes.
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Capitulo 14: Un Trato Difícil
**Capítulo 14: Un Trato Difícil**
Tras la intensa batalla, el cuerpo de Samantha aún temblaba por el esfuerzo. Patrick se apoyaba en su espada para mantenerse en pie, sus ojos fijos en Mala. La pequeña niña de cabello anaranjado, que había demostrado un poder abrumador, ahora parecía distraída. Sus ojos se apartaron de los dos guerreros derrotados y se posaron nuevamente sobre los restos de la estatua destruida.
—Quizá... no sea necesario seguir peleando —murmuró Mala, casi para sí misma.
Patrick levantó la mirada, sorprendido.
—¿Qué...? —empezó a decir, pero Mala lo interrumpió.
—Podría quitar la maldición, si los aldeanos hacen lo correcto —dijo con calma, como si estuviera proponiendo algo trivial. Alzó una mano hacia el cielo y, de repente, la lluvia constante que había azotado el pueblo se detuvo. Un silencio profundo cayó sobre el lugar.
Patrick y Samantha intercambiaron una mirada de sorpresa.
—¿Qué... qué tienen que hacer? —preguntó Samantha, su tono más suave ahora que sentía un rayo de esperanza.
Mala sonrió con un aire de superioridad, pero también de satisfacción.
—Deben reconstruir la estatua del dios de la magia. Y cuando lo hagan, todos los aldeanos deberán arrodillarse ante él, pedir disculpas por su desobediencia y traición. Solo entonces la maldición será levantada.
Patrick asintió lentamente, viendo en esta oferta una oportunidad de redención para el pueblo. Sin perder tiempo, se dirigió junto a Samantha a las calles para difundir la noticia.
Con la lluvia cesada, los aldeanos comenzaron a salir de sus casas, curiosos y cautelosos. Algunos observaban el cielo en asombro, mientras otros murmuraban entre ellos. Patrick y Samantha se abrieron paso entre la multitud, explicando lo que debían hacer para liberarse de la maldición.
—¡Mala nos ofreció una solución! —exclamó Patrick, alzando la voz para que todos lo escucharan—. Si reconstruimos la estatua y pedimos disculpas al dios de la magia, la maldición terminará.
Un murmullo recorrió el grupo, pero antes de que alguien pudiera reaccionar, un hombre de mediana edad, con un aire autoritario y ojos llenos de escepticismo, se abrió paso entre los aldeanos. Era el líder del pueblo.
—¿Y quién asegura que esa bruja cumplirá su palabra? —espetó el líder, su mirada fija en Patrick—. ¿Qué garantías tenemos de que esto no es otra de sus artimañas?
El ambiente se tensó al instante. Los aldeanos se miraban entre ellos, inseguros y temerosos. El líder se cruzó de brazos, su ceño fruncido mostrando que no cedería fácilmente.
—¿No ven lo que ha hecho hasta ahora? —respondió Patrick, intentando mantener la calma—. La lluvia ha cesado. Mala ha mostrado que tiene el poder de controlar lo que ocurre aquí. Si ella dice que levantará la maldición, es porque lo hará.
—¡No puedo arriesgarme a confiar en la palabra de una bruja! —insistió el líder, su voz ahora más alta y desafiante—. ¿Qué tal si después de arrodillarnos ante la estatua nos maldice aún más?
La discusión se alargó, con otros aldeanos murmurando su desconfianza. Samantha, con los brazos cruzados y la capucha aún sobre su cabeza, observaba la escena con frustración. Entonces, Mala, que había permanecido en silencio durante todo este tiempo, decidió intervenir.
—Si no cumplo mi promesa —dijo Mala en un tono firme y directo—, los mismos dioses me castigarán por no cumplir su voluntad. No subestimen lo que está en juego aquí. Pueden elegir seguir bajo la maldición, o pueden reconstruir lo que destruyeron y terminar con todo esto.
Su voz tenía un peso irrefutable, y el líder de la aldea, aunque aún receloso, se quedó en silencio.
Finalmente, después de unos tensos segundos, uno de los aldeanos dio un paso adelante.
—Estoy dispuesto a intentarlo —dijo con determinación—. Si esto puede salvarnos, lo haré.
Uno tras otro, los aldeanos comenzaron a seguir el ejemplo, preparándose para la ardua tarea de reconstruir la estatua. El líder, a regañadientes, aceptó que no podía detener a la gente si deseaban hacerlo.
Bajo la supervisión de Mala, los aldeanos trabajaron durante horas, levantando los pedazos de la estatua caída. Patrick y Samantha ayudaron también, sin perder de vista a la pequeña niña que observaba todo con una leve sonrisa de satisfacción.
Al caer la noche, la estatua comenzó a tomar forma nuevamente. Y aunque el proceso sería largo, el pueblo había dado el primer paso hacia su redención.