En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 3: Primer Encuentro
El evento de caridad anual era uno de los más esperados por la alta sociedad de la ciudad. Celebrado en un salón de gala exclusivo, decorado con lujosas cortinas de terciopelo, candelabros resplandecientes y una orquesta de cuerdas que proporcionaba un ambiente elegante, la velada era ideal para conexiones y para mostrar poder e influencia. Pero aquella noche, entre los asistentes, había una expectativa diferente: los dos nombres más poderosos en la escena de los negocios estarían presentes. Viktor Ivanov y Leonhard Blackwood.
Leonhard llegó temprano, en su típico estilo de precisión. Vestía un traje oscuro impecable, que acentuaba su postura altiva y su aura autoritaria. Al ingresar al salón, su sola presencia hacía que la multitud murmurara en voz baja, algunos incluso evitaban acercarse demasiado, conscientes de la frialdad de su carácter. Leonhard lo percibía, pero no le importaba. Estaba acostumbrado a ser alguien temido y respetado, y prefería que se mantuviera esa distancia.
A medida que se acercaba a la zona principal de la gala, Leonhard recibía saludos y respetuosas inclinaciones de cabeza, la mayoría de los cuales respondía con un leve asentimiento. Sin embargo, en su mente, solo tenía un objetivo esa noche: conocer en persona a Viktor Ivanov, su joven y ambicioso rival. Había escuchado mucho sobre su actitud despreocupada y su falta de tacto, y, sinceramente, dudaba que Viktor fuera alguien que mereciera su tiempo. Sin embargo, no podía ignorar que era una amenaza potencial para los planes de su empresa.
Un murmullo creciente captó su atención, y cuando se giró para ver de qué se trataba, lo vio. Viktor acababa de entrar en la sala, rodeado de un grupo de invitados que se movían a su alrededor como si fueran atraídos por su presencia magnética. Viktor se desplazaba con un aire relajado, una leve sonrisa en su rostro, y con una actitud completamente diferente a la de Leonhard. A diferencia de él, Viktor parecía disfrutar de la atención, hablaba con soltura y repartía sonrisas encantadoras a quienes se acercaban.
Leonhard lo observó con detenimiento, estudiando cada detalle, y no pudo evitar una sensación de leve irritación ante su seguridad descarada. Finalmente, cuando Viktor se separó del grupo y dirigió su mirada hacia él, supo que había llegado el momento. Sus miradas se cruzaron a través de la multitud, y ambos se estudiaron mutuamente, como dos depredadores evaluando al otro antes de atacar.
Con pasos firmes, Viktor avanzó hasta él. Una vez frente a frente, ambos alfas mantuvieron una postura tensa, cada uno sin ceder terreno, y el silencio entre ellos se hizo casi palpable.
—Leonhard Blackwood, finalmente nos conocemos —dijo Viktor con una sonrisa socarrona, extendiendo una mano.
Leonhard miró la mano extendida y luego a Viktor, evaluándolo. Finalmente, estrechó su mano de manera firme, casi desafiante, y respondió:
—Viktor Ivanov. Me preguntaba cuándo tendrías el valor de presentarte en persona.
Viktor soltó una risa ligera, sin dejarse intimidar por el tono gélido de Leonhard. —Supongo que alguien tiene que añadir algo de diversión a esta velada. Me temo que Blackwood Innovations no es precisamente sinónimo de entretenimiento.
Leonhard mantuvo su mirada fija en él, sin perder la calma. —Prefiero que mi empresa sea sinónimo de eficiencia y resultados, no de distracciones innecesarias.
—¿Distracciones? —preguntó Viktor, arqueando una ceja—. Yo lo llamo estilo. A veces, Leonhard, no basta con ser el mejor en el negocio; también hay que saber disfrutar de la vida.
—Los que “disfrutan de la vida” suelen terminar perdiendo el enfoque. Quizá por eso nunca veré a un Ivanov superando a un Blackwood en este mercado.
Ambos alfas sostenían la mirada, cada uno tratando de leer las intenciones del otro. Viktor sintió cómo su irritación se mezclaba con una creciente fascinación. Había algo en Leonhard, una determinación fría y un control absoluto que lo desafiaban a seguir provocándolo. No era común encontrar a alguien que no retrocediera ante él, y eso lo intrigaba.
—Bueno, Leonhard, supongo que la competencia no sería interesante si no estuviéramos en lados opuestos, ¿verdad? —comentó Viktor con una sonrisa provocadora—. Aunque debo admitir que me sorprende que un hombre como tú se tome el tiempo para preocuparse por mis movimientos. Eso me halaga.
Leonhard respondió sin dudar. —No confundas mi atención con admiración, Viktor. Solo observo los movimientos de quienes representan una amenaza para mis intereses. Y tú aún tienes mucho que demostrar para ser digno de llamarte una amenaza.
Viktor levantó una ceja, y su sonrisa se hizo más amplia, divertida. —Bueno, creo que me gusta la idea de ponerte a prueba. Y te prometo que, cuando esto termine, sabrás que soy más que digno de tu atención.
Leonhard no respondió de inmediato, pero el brillo en sus ojos reveló que estaba dispuesto a aceptar el desafío. La tensión entre ambos era innegable, y aunque ninguno de los dos lo admitiera, había una extraña atracción en esa rivalidad. Para Viktor, era la emoción de enfrentarse a alguien a su altura; para Leonhard, era la posibilidad de un oponente que no se dejaba intimidar.
La conversación entre ellos continuó, ahora en un tono más bajo, casi como un juego privado que nadie más podía comprender. Aunque hablaban de sus negocios y proyectos, ambos sabían que había algo más bajo la superficie. Era como una danza de palabras y miradas en la que ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.
Finalmente, después de un intercambio más de comentarios, Viktor se despidió con una inclinación ligera, sin perder la sonrisa desafiante.
—Ha sido un placer, Leonhard. Espero que esta sea la primera de muchas... interesantes conversaciones.
Leonhard lo observó alejarse, consciente de que este primer encuentro era solo el comienzo de una rivalidad que estaba destinada a intensificarse. Sentía la presión del desafío y, al mismo tiempo, una excitación que no había sentido en mucho tiempo. Viktor Ivanov representaba una amenaza, pero también un reto intrigante. Mientras Viktor desaparecía entre la multitud, Leonhard decidió que no permitiría que ese hombre se saliera con la suya. Si Viktor quería ser un rival digno, tendría que aprender que nadie podía desafiar a un Blackwood y salir victorioso.
Con esta resolución, Leonhard tomó una copa de vino y se quedó observando el salón, pero ahora con la mente ocupada en una única estrategia: vencer a Viktor, a cualquier precio.
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