A los dieciocho años, me vi obligada a casarme con Aureliano Estrada, un hombre poderoso, atractivo e inteligente, pero también un despota que se había encaprichado conmigo. Lo odiaba profundamente, ya que su ambición me había obligado a renunciar al amor de mi vida, Marcos Villasmil, el chico más guapo y dulce que jamás había conocido. Nuestro amor era real y puro, pero mis padres no lo aceptaban; al menos eso me hacían creer. Cada día en la vida con Aureliano se sentía como una prisión dorada. Aunque tenía todo lo que muchos desearían: una mansión, fiestas lujosas y la admiración de la sociedad, mi corazón seguía anhelando la libertad que había perdido junto a Marcos. La sombra de su recuerdo me seguía, recordándome lo que realmente importaba: el amor verdadero y la felicidad genuina. Mientras navegaba por esta nueva vida impuesta, comenzaba a cuestionar mis decisiones y a buscar maneras de recuperar el control sobre mi destino. Sabía que no podía seguir viviendo así, atrapada entre las expectativas de mis padres y el dominio de Aureliano
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Capítulo VII Pagaría por su traición
La tensión del momento se desvaneció rápidamente cuando Veronica se adaptó al grupo, ella era muy inteligente y supo cómo mantener una conversación adecuada con mis amigos.
“Vamos a la pista”, propuso Fernando animado.
“Me parece buena idea”, apoyo Mariana queriendo seducir a mi amigo.
“Yo prefiero quedarme aquí, pero si quieres puedes ir a bailar”, dijo Veronica viendo a las parejas en la pista.
“No te dejare sola aquí, vamos un momento nada más”, pedí con entusiasmo.
Veronica era demasiado sumisa y no tarde mucho en convencerla de que me acompañara, una vez estuvimos en la pista de baile empezó a soñar una canción romántica, Veronica se tensó al escucharla, pero ya estábamos ahí y no había de otra que disfrutar del momento. La tome entre mis brazos y la pegue a mi cuerpo, su aroma inundó mis fosas nasales y su suave piel me invitaba a acariciarla, no sabía como iba a poder controlar las ganas que tenía de besarla.
Nuestros cuerpos empezaron a moverse al son de la música, en nuestro alrededor todo pareció desaparecer de repente, fue un momento muy especial.
“Bailas bien”, alague para que ella no se sintiera incómoda.
“Gracias”, tampoco lo hace tan mal.
“¿Puedes dejar de tratarme de usted?, suena muy raro. Tampoco soy tan mayor”, indique viéndola a los ojos.
“Lo siento, es que aún no me acostumbro”, respondió sonrojándose nuevamente.
En ese momento ya no me pude contener y uni nuestros labios en un tierno beso, al principio ella pareció resistirse, pero poco a poco fui ganando terreno, al final me siguió el beso, sentí magia entre los dos aunque solo duró unos pocos segundos.
“Que hermosa escena”, la voz de Amanda provino desde mi espalda.
Veronica se separó abruptamente de mí tropezando con la pareja que estaba detrás de ella.
“Ten cuidado estúpida, casi nos haces caer”, grito la mujer que bailaba al lado de nosotros.
“Fue un accidente, así que discúlpate con mi novia”, le dije molesto.
“Veo que tienes que defender a la niña estúpida esa con la que andas”, grito Amanda riendo frenética.
“No te metas en esto, mejor vete con tu amante”, le grite dejándola en evidencia.
“Estás muy equivocado si crees que esto se quedará así, no me diste la oportunidad de explicar lo que pasó, en cambio andas por ahí exhibiéndote con esta mosca muerta”, respondió Amanda furiosa.
“Mejor me voy, no me gusta estar rodeada de tanta vulgaridad”, dijo Veronica tratando de alejarse.
“¿A quien le dices vulgar?, estúpida”, la mujer que empezó el problema agarro a Veronica del brazo y la halo hacia atrás haciendo que casi cayera, por suerte fui más ágil y logré atraparla.
“En tu vida vuelvas a tocarla, la ensucias con tus asquerosas manos”, grite furioso por la actitud de esa chica.
El sujeto que estaba con ella intervino y la noche terminó en una verdadera locura, los golpes iban y venían, hasta que vi que Veronica estaba demasiado asustada. Como pude me safe de esa situación y la saqué de aquel lugar.
“¿Te encuentras bien?”, le pregunte al verla en schok.
“Eso fue increíble, nunca antes había estado en una pelea de ese tipo”, dijo emocionada.
“Y yo pensando que estabas asustada“, comente con sarcasmo.
“Al principio si me asuste, pero después no, estaba muy emocionada con todo eso”, contesto con una gran sonrisa.
La lleve hasta su casa y la deje en manos de su papá sana y salva, luego me fui a mi apartamento pensando en el beso que le había dado, tenía que tener cuidado, ya que Veronica se estaba metiendo en cada poro de mi piel y eso podía ser muy peligroso.
Los siguientes días pasaron sin contratiempos, Veronicaca y yo pasábamos parte del día juntos, sus padres insistían en eso con la intención de que ella se fijara en mi, había momentos en lo que pensé que lo estaba logrando, pero había otros en los que ella se alejaba, como si algo la estuviera controlando.
Un día antes de la boda, me encontraba en mi apartamento, Fernando había planeado una despedida de solteros para mi, así que tenía planes para esa noche. Fuimos a un bar con otros amigos y nos quedamos ahí compartiendo anécdotas y recuerdos.
Después de pasar un buen rato volvimos a nuestras casas, yo iba entretenido mirando por la ventana de mi auto, mientras que Fernando conducía. Sentí que detuvo el auto de repente y se quedó fijo mirando hacia una dirección, no pude evitar seguir la dirección en la que estaba viendo y a lo lejos en una plaza había una pareja, mi corazón se detuvo al darme cuenta de quien se trataba. Ahí estaba ella, la mujer que pensé era la más pura del mundo.
“¿A caso es Veronica”, preguntó Fernando sorprendido.
“Espérame aquí, ya vengo”, dije con la mirada puesta en la pareja.
Fernando intentó detenerme, pero en este momento nadie lo podía hacer. Camine lo más rápido que pude hasta ellos, pero para cuando llegue el sujeto se había ido, Veronica estaba sentada en una de las bancas de la plaza con la cabeza enterrada entre sus manos, la ira me cegó así que la tome de la muñeca y de un sopetón la puse en pie.
“Eres una descarada, sabia que no podía confiar en ti”, le grite furioso. En ese momento solo venía a mi mente la traición de Amanda.
“¿Aureliano?, ¿qué haces aquí?”, me pregunto ella sorprendida.
“Todas hacen la misma pregunta, ¿será que no tienen otra en su repertorio”, seguí gritando frenético.
“No es lo que piensas, yo solo….”
“¡Cállate!, no me interesan tus mentiras. Eres una pérdida igual a todas las demás, ¿Con que excusa saliste de tu casa?, ¿o es que tus padres te alcahuetean a tu amante?, ¿a caso consiguieron a otro hombre con más dinero al cual venderte mejor?”, estaba tan furioso que no medía mis palabras, para este punto ya nada me importaba.
“Por favor suéltame, me estás lastimando”, suplicaba ella tratando de zafarse de mi agarre.
No me importaba nada, yo solo quería que ella sufriera, tampoco sabía por qué lo hacía, si este matrimonio siempre fue una fachada, debía ser porque todo esto me recordó la traición de la que pensé era el amor de mi vida, lo que sí tenía claro era que Veronica no se saldría con la suya y me dejaría en ridículo delante de mis amistades. Nos casaríamos y le haría pagar por esta humillación, esa fue mi decisión.