"El precio del poder" es una historia de poder, ambición y deseo en un mundo donde la lealtad familiar y la estrategia son las reglas de juego. Lucía Álvarez, heredera de uno de los clanes más poderosos del país, y Iris Espinosa, la hija de un despiadado líder mafioso, son obligadas a unirse en un matrimonio arreglado. Ambas, atrapadas entre sus propios sueños y los oscuros intereses de sus familias, deben navegar un mundo peligroso lleno de intrigas, sacrificios y traiciones.
A lo largo de esta apasionante novela, las protagonistas luchan por encontrar su lugar en un mundo que las quiere como piezas en un tablero de ajedrez, pero ambas tienen planes propios. En el proceso, descubrirán que el amor no siempre es blanco o negro, y que el precio que deben pagar por el poder puede ser mucho más alto de lo que imaginaban.
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Entre el deber y El deseo
Capítulo 6: Entre el deber y el deseo
Parte de Lucía
Lucía llegó al restaurante con una mezcla de emociones. Por fuera, su rostro no mostraba más que seriedad, pero por dentro, no dejaba de pensar en lo surrealista que era encontrarse en una cita con Iris Espinosa, la heredera de una familia que había sido su rival durante tantos años. Mientras caminaba hacia la mesa, se repetía que esto no era una cita romántica, sino una negociación, una alianza.
Se sentó y observó a Iris, que hojeaba el menú con aparente calma. Lucía: "No tenía idea de que te gustara la pasta," dijo con un tono neutral, más para romper el hielo que por interés genuino. Pero la respuesta de Iris fue rápida y precisa, reflejando una personalidad tan seria como la suya.
Iris: "Prefiero los sabores intensos. Las decisiones simples no son mi estilo."
Lucía sintió una pequeña punzada de admiración, aunque no lo dejó ver. Durante la conversación, intentó mantener el control, como siempre lo hacía en cualquier trato de negocios. Pero notaba algo en Iris que le resultaba intrigante; parecía tan meticulosa y calculadora como ella. Cuando Iris mencionó su interés en hacer que este matrimonio funcionara por el bien de sus familias, Lucía asintió, dándose cuenta de que compartían un pensamiento similar.
Lucía: "Me agrada saber que no soy la única que ve esto como una oportunidad de crecimiento mutuo. Es extraño pensar que podríamos pasar de ser desconocidas a ser... compañeras."
A pesar de sus palabras, Lucía no podía evitar sentir una ligera desconfianza. Sabía que esto era solo el primer paso de muchos, y aún le quedaba mucho por descubrir sobre Iris.
Parte de Iris
Para Iris, esta cita era más que solo cumplir con los deseos de su familia. Sabía que cada palabra que dijera sería analizada por Lucía, así como ella misma analizaba cada movimiento de la heredera Álvarez. Al sentarse a la mesa, su semblante serio era casi idéntico al de Lucía. La evaluación era mutua, y ninguna iba a ceder terreno fácilmente.
Cuando Lucía hizo el primer comentario sobre la comida, Iris sonrió internamente. Notó que Lucía intentaba conocerla, pero al mismo tiempo mantenía esa distancia cautelosa. Iris: "Podríamos empezar a descubrirnos a través de estas pequeñas cosas," sugirió, buscando romper la barrera que ambas habían levantado.
La conversación fue más fluida de lo que esperaba, aunque ninguna de las dos mostró abiertamente sus cartas. Iris habló de su rutina diaria, de cómo supervisaba los negocios familiares y cómo disfrutaba de correr por las mañanas. Observó con interés la sorpresa en el rostro de Lucía cuando mencionó sus escapadas matutinas, y aprovechó el momento para preguntar por los hobbies de su futura esposa. Cuando Lucía mencionó que tocaba el piano, Iris sintió una pequeña conexión inesperada. No lo mostró, pero sintió curiosidad por conocer a esa Lucía que se alejaba del negocio familiar para perderse en la música.
Iris: "Quizás algún día me puedas tocar algo," dijo con voz seria, pero con un ligero atisbo de interés, como si estuviera desafiando a Lucía a dejarla entrar en esa parte de su vida.
A medida que avanzaba la conversación, Iris se dio cuenta de algo importante. Lucía no era solo una heredera más; era alguien con sus propias aspiraciones y métodos, alguien a quien no podría manejar tan fácilmente como a otros aliados. Esto le provocó una mezcla de respeto y cautela. Sabía que si iban a hacer que esta unión funcionara, tendría que aprender a conocerla y, sobre todo, a respetar su fuerza.
Cuando terminaron el almuerzo y ambas se levantaron para irse, Iris sintió una extraña calma. Tal vez no había amor entre ellas, pero había respeto, y eso, para alguien como ella, era el primer paso hacia una alianza sólida.