Después de la muerte de su padre, Naomi es llevada por su padrino a la Villa Lupinville, un misterioso lugar habitado por hombres lobos, que, hasta ahora, ella creía que solo existían en los cuentos. Pero pronto, Naomi descubrirá que su conexión con este lugar siempre estuvo ligado con ella, atrapándola en una antigua profecía, que parece señalarla como la clave de una batalla y la disputa de dos lobos por ganarse su corazón.
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CAPÍTULO CUATRO: LO QUE DICEN SUS OJOS 2DA PARTE
≈NAOMI≈
—¡Booh! ¡te atrapé!
—¡Aaaaah! ¡Carajo! —exclamé, llevándome una mano al pecho. —¡Casi me matas del susto, Mariel! —Ella soltó una carcajada —Lo siento, no pude resistirme. ¿Qué estás mirando? — Dijo levantando la cabeza por encima de mi hombro.
—Nada, vamos adentro. —dije con la intensión de persuadirla llevándola en dirección contraria.
—¡AY no!, ¿tú también? —no fue una pregunta, más bien una queja. Respiré profundo e hice lo que mejor sé hacer; puse cara de póker.
—Yo también, ¿qué?
—Estabas mirando a mi hermano. —me acusó señalándome con el dedo.
—No es cierto —miento.
—¿Segura? Porque yo juraría que ese ligero rubor en tus mejillas tiene que ver con él.
—¡Qué estupidez! No estaba mirando nada en particular.
—Ajá…
—Te hablo enserio, no porque miraba en esa dirección, significa que lo estuviera mirando.
—Claro, por supuesto. —continúo burlándose.
—¡Oh, cállate! —Digo metiéndome adentro.
—De acuerdo, de acuerdo, no diré nada más. Solo que…
—¡Mariel!
—¡Solo bromeo, no te enojes! Bueno, ahora que compruebo que estas en óptimas condiciones, cámbiate, iremos de compras.
—¿De compras? ¿Aquí en la villa?, — pregunté, sorprendida. Mariel entorno los ojos.
—Claro que aquí en la villa. El hecho de que vivamos en el lugar más austral del planeta no significa que estemos en el fin del mundo. O si…si tenemos en cuenta que estamos en el extremo sur de Sudamérica. —evaluó pensativa —En fin… no me quiero desviar del tema, lo que quiero decir es que no estamos aislados, aquí también tenemos tiendas para salir de compras. Fruncí el ceño y apreté los labios, Mariel inmediatamente junto sus manos frente al pecho y me suplico—¡Por favor, Naomi! Sera divertido, lo prometo —dijo mostrando una mirada tierna y suplicante, con las pupilas dilatadas y parpadeando suavemente como el maldito gato de Sherk.
—Bien, iré contigo —bufé derrotada.
[…]
Salir de compras no resultó ser tan malo como esperaba. La gran mayoría de las tiendas que visitamos, las personas fueron amables conmigo. Bueno, una de dos, lo fueron porque Mariel era la hija del Alpha o porque ignoraban completamente que era humana. Sea como sea el asunto, después de recorrer algunas tiendas, Mariel finalmente encontró el vestido que tanto anhelaba. Era un vestido largo y refinado, de un azul profundo como el océano que se extendía en la villa, estaba adornado con detalles de encaje en las mangas y en la parte superior, tenía una falda vaporosa que caía en pliegues delicados hasta el suelo. Era realmente hermoso.
Pero claro, esto no termino ahí, ya que después de mucho insistir Mariel logró convencerme de elegir un vestido para mí. Aunque al principio me negué, argumentando que no era necesario, ella me recordó que, como parte de la familia, era importante que diera una buena impresión.
“Quién sabe,” dijo Mariel con una sonrisa pícara, “tal vez encuentres a tu pareja en la manada”. Por supuesto que ante ese comentario solté una risa irónica. "Yo que tú, no me hago ilusiones” respondí con sarcasmo, “Claramente tengo más posibilidades de ser devorada por un lobo que de encontrar a mi príncipe azul”. Le asegure, consciente de lo absurdo que sonaba, pero también de lo probable que era.
Al cabo de un rato, después de infinitas vueltas dentro del local Mariel me ayudo a elegir un vestido. Nos decidimos por uno largo, de color rojo, cerrado en la parte superior y con mangas de encaje que cubrían mis brazos y principalmente mi espalda. No dimos más vueltas después de eso, “gracias a dios”, después de comprar, regresamos a la mansión.
Tan pronto como llegamos, fui directamente a mi habitación. Cerré la puerta y me encaminé hasta la cama con la intención de dejar la bolsa con el vestido, sin embargo, este se me escapo de las manos cuando escuché una voz detrás de mí.
—No te atrevas a asistir Escarlata.
—¡Me lleva el diablo! —solté girándome rápidamente, encontrándome con Demian parado en un rincón, con los brazos cruzados y recostado contra la pared.
—Perdón ¿qué dijiste? —inquirí con un tono de voz que sonó más débil de lo que hubiera deseado.
—Por tu bien, no asistas al ritual de cortejo.
—En primer lugar, ¿Quién te dejo entrar? Puede que esta sea tu casa, pero ¡estas invadiendo mi espacio!… Y en segundo ¿Con que derecho vienes a exigirme que no asista?
—No eres parte de esto, Escarlata. No sabes en lo que te estás metiendo. —expreso desde su lugar con las facciones duras.
—Tal vez no, pero no significa que tenga que esconderme solo porque a ti se te ocurre. —Escucha, —demandó encaminándose a mí—Si asistes, las cosas se pondrán muy feas. No volveré a repetírtelo, no quiero verte ahí. — enfatizó con un tono bajo y amenazante parándose de frente y mirándome a los ojos. —Si te crees muy machito solo porque eres el hijo de mi padrino estás equivocado. Haré lo que me plazca, no te debo absolutamente nada. —Demian soltó un bufido y tomándome por la cintura me obligo a retroceder estampándome contra la pared.
Su cercanía me puso nerviosa, estábamos tan pegados el uno del otro que podía percibir cada pequeña inhalación y exhalación suya, oler su perfume e incluso sentir los latidos de su corazón en la palma de mi mano cuando atine a apartarlo.
Su mirada busco la mía cuando me negué a mirarlo. Fue inútil, lo único que conseguí fue provocarlo.
—Esto no es un maldito juego, humana. —sostuvo levantándome la barbilla, pasando sus dedos por el contorno de mis labios —Si apareces esta noche puedes darte por muerta —me último por última vez, antes de soltarme y darme la espalda.
[…]