Roxana: La Bastarda

Al momento en que entró en la habitación Roxana no dejó de sentirse mareada, había un dolor punzante en su cabeza. Cuando vio entrar a Cassius fue aún más sofocante, sintió un aroma familiar pero no lograba reconocerlo del todo.

“¿Qué ocurre, Roxana?” Cassius intentaba acercarse a ella pero Roxana se alejaba a pasos torpes, cayendo en sus brazos.

“Cassius... No me siento bien”. Fue la primera vez que llamó por su nombre, el cuerpo de Roxana empezaba a enfriarse. Se había desmayado.

Cassius entró en un colapso al ver esto, la cargo hasta su cama y empezó a gritar, llamando al mayordomo.

“¿Qué sucedió, señor?” Al verlo aferrado al cuerpo de Roxana lo entendió, la pelinegra respiraba débilmente. El mayordomo no lo dudo, salió corriendo en busca del médico real.

“¿En dónde estoy?” En ese momento, todo alrededor de Roxana se había vuelto negro. No podía mover su cuerpo, solo miraba la desesperación en Cassius y al mayordomo entrar.

“Lo has ordenado todo”. Había aparecido una persona idéntica a ella en frente de Roxana, estaba confundida.

“¿Eres la original?”. Ella sonrió, asintiendo.

“Mi alma no pudo soportar el dolor de haber perdido a mi madre, había estado sintiéndome mal por años. Tú viste como Cassius me mató, fue para acabar con mi dolor, yo se lo pedí”. Los ojos de la Ji Eun expresaban lo asombrada qué estaba ante lo dicho por la Roxana original. No salía en el libro.

“¿Él no amaba a Etténi?”. Ella negó.

“Es imposible, mi alma está entrelazada con la suya. Ahora es la tuya, debes saberlo, él te ama”. Ji Eun no sabía cómo reaccionar, no dijo nada.

“¿No lo has visto? Está desesperado ante la idea de perderte, de perdernos”. Roxana acarició la mejilla de Ji Eun y alzó su mirada para que viera como Cassius se aferraba a su mano, se notaba la desesperación en sus ojos.

“No lo hagas sufrir mucho, puede ser torpe pero sus sentimientos son sinceros. Él es nuestro destinado”

“¿Y Etténi?” Preguntó Ji Eun.

“Él piensa que tú sientes algo por él pero te obligaste a amar a Cassius. No es malo, pero no le des falsas esperanzas”. Le aclaró Roxana.

“¿Por qué no luchaste más?”. Roxana no se molestó por la pregunta, solamente le sonrió.

“En el momento en que caes tan bajo como lo hice yo, no puedes regresar. Estas en un pozo en el cual desconoces la profundidad, no dejas de caer, ya había perdido a todos lo que me amaron por mi torpeza”. La abrazó, para Roxana era un acto aún más íntimo. Ji Eun había arreglado lo que ella había roto por aferrarse al recuerdo de su madre, estaba agradecida con ella por amar a su padre, porque amaría a Cassius. Ella lograría lo que ella no pudo y no le molestaba, estaba agradecida.

“Te espera un camino lleno de flores, no seas igual de torpe qué yo. Lucha y apóyate de las personas que te aman, no hay nadie en este imperio que no vea lo maravillosa que eres, tienes un alma brillante”. Ji Eun empezó a llorar al igual que Roxana, ambas se abrazaron fuerte. Ahora eran una.

En ese mismo instante, ella despertó. Su padre y el príncipe estaban a su alrededor discutiendo sobre que dejaría trabajar y Cassius se negaba pero no podía refutar.

“Ustedes...¡Dejen de pelear! Papá, seguiré trabajando no fue culpa de Cassius”. Ambos se quedaron en silencio, el médico había dicho que Roxana podía estar en coma pero ella se encontraba ahí, hablando.

“Hija... Haré lo que quieras pero no vuelvas a asustarme así”. Su padre se arrodilló y beso la mano de Roxana.

“Te amo, papá”. Roxana se sentía menos abrumada, sabía que todo estaba en su lugar y ella no había arruinado nada. Al escuchar esas palabras el corazón del archiduque se sintió aliviado, su hija estaba viva y lo amaba, se sentía tan feliz.

“Debemos irnos al archiducado a que descanses”. Roxana asintió e intentó levantarse, ambos hombres quisieron intervenir.

“Es mi hija”. El archiduque había ganado.

“Papá, podrías dejarme un momento a solas con el príncipe?”. El archiduque quería negarse pero solamente asintió y salió. No quería que Roxana pasara por estrés.

“¿Cómo te sientes?” Preguntó Roxana.

“Eso debería preguntarte yo”.

“Discúlpame por tratarte tan cortante, no recordaba nada debido a...” El príncipe negó y se acercó a ella, tomando su mano.

“El archiduque me comentó sobre que intentaste quitarte la vida, no tienes que dar explicaciones. Discúlpame tú a mí por no estar para ti”. Roxana sonrió, esta vez el aroma de la pelinegra se sentía más intenso.

“Debo irme”. Cassius asintió embobado, Roxana se sentía renovada. Sabía lo que debía hacer, estaba mejor consigo misma.

“Papá, mamá estaría orgullosa de nosotros si viera como hemos mejorado ¿no lo crees?”. Esta fue la primera vez que Roxana mencionaba de esa manera a su madre, el archiduque estaba conmocionado.

“Sí... Ella decía que serias una niña que brillaria, ahora me doy cuenta que tenia razón”. Los corazones de ambos habían sanado juntos.