— Seré directa, ¿quieres casarte conmigo? — fue la primera vez que vi sorpresa en su rostro. Bastian Chevalier no era cualquier hombre; era el archiduque de Terra Nova, un hombre sin escrúpulos que había sido viudo hacía años y no había vuelto a contraer nupcias, aunque gozaba de una mala reputación debido a que varias nobles intentaron ostentar el título de archiduquesa entrando a su cama, y ni así lo lograron, dejando al duque Chevalier con una terrible fama entre las jóvenes y damas de la alta sociedad.
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Eres igual de terca que tu madre.
— Margaret, ¿estás segura de ir? No se sabe cómo comenzó la enfermedad. Irán varios curanderos y doctores para tratar de controlar los contagios y conseguir la causa del mal. — El duque no quería que su hija estuviera expuesta a aquel mal desconocido; temía perder a su tesoro, ese que le dejó la mujer que más amó en la vida y a la cual ha sido fiel hasta en la muerte.
Margaret Vitaly
— Padre, como heredera del ducado, tengo la responsabilidad de ir y asistir en lo que pueda. — Había olvidado esa enfermedad; tendré que hacer una lista de los acontecimientos más importantes que pasaron en esa vida. En mi vida pasada, esa enfermedad cobró muchas vidas y la causa fue bastante absurda. En aquella vida, mi padre no me dejó asistir por miedo a ser contagiada; en esta vida, iré a ayudarlos. Es mi forma de agradecer esta nueva oportunidad.
— Eres igual de terca que tu madre. Mantente a salvo, Margaret; no arriesgues tu vida por salvar a nadie. En esta vida, tienes que ser egoísta para poder alcanzar tus metas. No derribes a nadie sin que se lo merezca, pero tampoco idolatres a nadie. La voluntad del ser humano es voluble; hoy están contigo, mañana, quién sabe. Siempre desconfía; es mejor pecar por desconfiada que por ingenua. — En mi otra vida, mi padre nunca me dio ese consejo. Mi regresión ha cambiado algunas cosas. ¿Qué sería del corazón de mi padre si supiera la estupida que fui en mi otra vida?
Al llegar al campamento que estaba a las afueras del pueblo afectado, Margaret vio una cantidad considerable de colaboradores. Los nobles sí que se habían esforzado por tratar la epidemia lo más rápido posible.
En una tienda estaban reunidos todos los nobles de alto rango y los médicos, platicando sobre la situación, mientras las damas veían qué podían hacer para ayudar a los hombres. Una de ellas se acercó a Margaret cortésmente.
—Lady Vitaly, qué gusto tenerla aquí. Me hubiera gustado conocerla de otro modo. Si gusta, puede ayudarnos con las provisiones; los caballeros saldrán al atardecer —Dijo la mujer con amabilidad genuina. Se notaba algo cansada por las diversas labores que estaban realizando.
—El gusto es mío, viscondesa Claus. Vine en representación de mi padre, así que mis temas a tratar serán con los caballeros y los médicos. Cuando termine con mis labores, vendré a ayudarlas con todo gusto.
Margaret se despidió cortésmente y siguió su camino. Aunque los chismes la irritaban un poco, para ella esas mujeres no sabían más que abrir el pico para cosas innecesarias.
—Se cree demasiado; su deber es estar aquí ayudando, no inmiscuyéndose en los deberes de los hombres — Dijo una vieja baronesa, irritada por la actitud de
— Esa jovencita es una malcriada; como se nota que creció sin el cuidado de una madre —dijo otra noble en tono burlesco. La mayoría de las damas de edad estaba inconforme con el comportamiento de Margare, pero poco podían hacer contra la voluntad del rey; la viscondesa las haría cerrar el hocico de forma educada.
— Madams, necesitamos más manos productivas; eso es lo único que ayudará a los habitantes del pueblo. Lady Margaret es una jovencita como ninguna. Mi madre decía que más hacen las manos prodigiosas que las perezosas; decía que llegaría el tiempo en que a las mujeres solo les gustarían las habladurías y chismes vanos —dijo la vizcondesa, secundada por varias nobles que entendieron muy bien la referencia.
Margaret entró en la tienda, siendo observada por todos, pero había dos miradas que no se despegaban de ella: una con anhelo y la otra con codicia.
—Buenos días, estoy en representación del Ducado Vitaly. Espero que podamos trabajar en armonía — Dijo con una voz melodiosa, pero con un tono autoritario que hizo que más de uno mirara hacia otro lado.