Una pareja de esposos adoptan a una niña que según los lugareños es hija de una bruja. Se la quitaron a la mala y ella ha jurado que regresará del más allá a vengarse.
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Mucho miedo
Yaqui sintió el ambiente muy frío, se levantó y miró por la ventana. Un frío intenso se apoderó de su cuerpo y empezó a temblar.
La ventana estaba abierta, y una bocanada de aire entró. Yaqui, de volada fue a cerrarla, pero al acercarse a la ventana vio una cara deforme. Al parecer, era de un feto, de esos que no llegan a nacer porque, o los abortan, o mueren antes de formarse.
Yaqui quedó paralizada de miedo, no podía gritar, tenía la garganta seca, sentía como si una fuerza extraña la tuviera agarrada de pies y manos. Ella intentaba con todas sus fuerzas soltarse. La desesperación la hizo presa, esa cara horrenda que veía, lloraba pidiendo clemencia.
Ahí permanecía ella, quieta, maniatada a más no poder. El miedo se apoderaba de todo su ser.
¡Fue un accidente!, gritó, pero ni un sonido salió de su garganta.
Ella forcejeaba con algo invisible. No podía saber qué o quién era. El caso es que ella sentía cómo la tenían completamente inmóvil.
La cosa esa logró entrar a su cuarto. Yaqui, con los ojos desorbitados, lo veía acercarse cada vez más, no podía moverse.
"Eso" se arrastraba horrendamente y de a poco llegaba hasta ella.
Un grito se ahogó en su garganta, pero no podía expresarlo, los brazos los tenía entumidos. Con gran desesperación trató de liberarse, pero todo lo que hizo fue en vano. Lo que sea que fuere la tenía inmóvil.
Luego, la cosa esa, blandió un cuchillo y lo dejó caer con toda la saña de que era capaz.
En eso, el grito de Yaqui, se oyó a kilómetros de distancia.
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Eugenio aprovechó que todos dormían para visitar a Juanita.
Al llegar al cuarto trató de abrir la puerta, pero esta estaba cerrada con llave.
Desistió de su idea y regresó a su cuarto.
La noche estaba muy oscura; en la penumbra, Eugenio se topó con Perla, casi se caen los dos.
Perdón, señor, vine por agua, ¿y usted?, ¿qué está haciendo aquí?
También vine por agua, no podía dormir. Vamos, está muy oscuro, prenderé la luz.
Eugenio unió las palabras a la acción, e inmediatamente, la cocina quedó iluminada.
Señor, ¿no oyó ruidos raros en la parte de arriba?
No, para nada.
Es raro, yo oí como que la señora Yaqui movía mucho la cama, pero no quise asomarme, porque, la verdad, a mí me da mucho miedo su esposa.
No se te olvide que ella está enferma. Y si se oyen ruidos raros, hay que ir a checar, no se vaya a hacer daño.
Me va a perdonar, señor, pero yo no soy su enfermera. Y con su permiso, me voy a dormir.
Eugenio la vio alejarse en la oscuridad, ella subió las escaleras, y se fue directo a su cuarto sin mirar atrás. Pero al momento de querer abrir la puerta, se detuvo un momento y miró hacia atrás, del cuarto de Yaqui, salía una luz entre roja y amarilla.
Perla sintió miedo y se metió a su cuarto sin pensarlo más.
Mientras tanto, Yaqui trataba de librar una batalla con un ser monstruoso que la acechaba. La puñalada que le dio fue a parar al colchón.
Como si la cosa esa, solo quisiera advertirle de algo, Yaqui no pudo más con eso y se desmayó.
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Juanita se despertó dos horas después, eran las 2 de la mañana. Algo raro flotaba en el ambiente, pero no sabía exactamente qué.
Un fuerte impulso la llevó hasta el cuarto de Yaqui.
Al entrar, quedó muy impresionada.
Yaqui estaba con medio cuerpo en la cama y la otra mitad en el suelo. Estaba desmayada, la ventana eataba abierta.
Juanita regresó a su cuarto por alcohol para volverla en sí.
Cuando eso sucedió, Yaqui empezó a llorar y gritar como si hubiera visto un fantasma, o lo que es peor, al mismísimo diablo.
Tranquila, señora, yo estoy aquí, nada malo le va a pasar.
Juanita ayudó a Yaqui a acostarse de nuevo, estaba muy pálida.
No se preocupe solo fue una pesadilla.
Es que no lo soñé, yo lo vi, el ente venía por mí, me quiso matar.
Yaqui estaba muy asustada. Temblaba mucho.
Fue hasta entonces que Juanita se acordó de la ventana y fue a cerrarla.
Algo se movía por la espesura del monte. Pero no le prestó importancia.
Cerró la ventana y regresó con Yaqui.
Pero esta, ya estaba dormida. El calmante le hizo efecto de inmediato.
"¿Qué es lo que pasa contigo? ¿Por qué tienes pesadillas? Si pudiera ahondar en tu mente y descubrir qué es lo que te tiene tan alterada".
Y de pronto una idea se le vino a la mente...
"Ya sé, le voy a proponer al doctor que le hagamos una hipnosis, tal vez logremos saber qué es lo que atormenta su alma".
"Pero, ¿a quién le diremos?, no conozco a nadie que sepa hacer algo así".
Bueno, por lo pronto me iré a dormir, mañana ya veré cómo hacerle para la hipnosis.
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Luisa iba directo a su cuarto, eran las tres de la mañana. Sonia la oyó llegar porque se había levantado al baño y la interceptó.
¿Luisa?, ¿de dónde vienes a esta hora?
Luisa se asustó porque no esperaba que Sonia estuviera despierta.
Disculpe, señora, fui a tomar un poco de aire. Me sentía muy sofocada. Pero ya se me pasó, con permiso, voy a dormir.
Sonia la miró confundida, ese brillo que tenía en sus ojos le pareció muy extraño. Como si ella no fuera de este mundo.
"¿Qué le pasará a esta mujer?, cada vez está más extraña".
Sonia regresó a su cuarto, Héctor dormía a pierna tendida, sin ninguna clase de temor. Cualquiera diría que su vida era muy tranquila.
Sonia se acostó a su lado y al poco tiempo quedó profundamente dormida.
Solo se oía la respiración pausada de los integrantes de esa familia.