Entre Las Sombras Y Poder

Luca despertó con la suave luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas, pero la tranquilidad que esa luz solía traerle no existía esta vez. Su cuerpo aún llevaba el eco del beso de Alessandro, y el peso de lo que eso significaba lo mantenía en un estado de vigilia. Su vida, que antes había sido predecible y controlada, ahora estaba marcada por el peligro, la pasión y un hombre que lo había reclamado de una forma que nunca habría imaginado.

Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana. La casa en la que Alessandro lo había llevado parecía demasiado pacífica para ser el centro de tanto caos. Rodeada por árboles y silencio, era como si fuera un refugio fuera del tiempo, un lugar apartado del mundo exterior. Pero Luca sabía que ese silencio era una ilusión. En cualquier momento, el peligro podría encontrarlos, y él estaba en el centro de ese huracán, atrapado por la poderosa atracción de Alessandro.

Cuando bajó las escaleras, lo primero que percibió fue el aroma del café recién hecho. Alessandro estaba en la cocina, de espaldas a él, vestido con una camiseta ajustada que revelaba su musculatura y unos vaqueros oscuros. La simple imagen de él, tan relajado, contrastaba con la intensidad que Luca había sentido la noche anterior.

-Buenos días -dijo Alessandro sin volverse, como si hubiera sentido la presencia de Luca incluso antes de que llegara a la cocina.

Luca se detuvo en la entrada, inseguro de cómo actuar. La tensión entre ellos aún estaba ahí, palpable, pero había algo diferente en el aire. Algo más profundo, más peligroso. Su corazón latía con fuerza, recordándole lo vulnerable que estaba ante Alessandro, no solo físicamente, sino emocionalmente.

-Buenos días -respondió Luca en voz baja, mientras se acercaba lentamente.

Alessandro se volvió, sus ojos oscuros clavándose en los de Luca. Había algo en su mirada, una mezcla de posesión y protección que lo hacía sentir a la vez expuesto y seguro. Era una combinación extraña, pero Luca no podía negar que le atraía. La fuerza de Alessandro, su presencia, lo envolvía por completo.

-Ven aquí-dijo Alessandro suavemente, extendiendo una mano hacia él.

Luca vaciló solo un segundo antes de cruzar el umbral de la cocina y tomar la mano que Alessandro le ofrecía. El toque del capo era firme, pero también sorprendentemente cálido. Alessandro lo atrajo hacia él, envolviéndolo en sus brazos. El contacto físico entre ellos era una reafirmación silenciosa de lo que había comenzado la noche anterior, pero esta vez, había algo más íntimo en la forma en que Alessandro lo sostenía, como si quisiera asegurarse de que Luca comprendiera completamente en qué se estaba metiendo.

Cómo te sientes? -preguntó Alessandro, su voz vibrante resonando contra el oído de Luca.

Luca levantó la vista, encontrándose con esos ojos oscuros que lo miraban con una intensidad que le quitaba el aliento. Sabía que Alessandro esperaba una respuesta honesta, y a pesar del miedo que sentía, no podía mentir.

-Confuso... pero no me arrepiento admitió Luca, su voz apenas un susurro.

Una sonrisa lenta se dibujó en el rostro de Alessandro, pero sus ojos permanecieron serios. Apretó suavemente a Luca contra su pecho, haciendo que el omega sintiera el latido constante y fuerte del corazón del capo. Había algo profundamente reconfortante en ese ritmo, una seguridad que solo Alessandro podía ofrecerle.

-Te lo dije anoche, Luca -murmuró Alessandro, inclinándose para presionar un suave beso en la frente de Luca-. Eres mío ahora, y no dejaré que nadie te haga daño. Pero también tienes que entender que esto no es solo protección. No puedo dejarte ir.

Luca tragó saliva, sintiendo cómo la tensión crecía entre ellos. Sabía que Alessandro hablaba en serio. Ya no había una salida fácil. Estar con él significaba vivir en la sombra del poder de Alessandro, pero también bajo su protección, algo que, en el fondo, Luca comenzaba a desear más de lo que estaba dispuesto a admitir.

-¿Qué va a pasar ahora? -preguntó finalmente, su voz traicionando la inquietud que sentía.

Alessandro lo miró fijamente durante unos segundos antes de responder.

-Vas a quedarte conmigo. No puedo permitir que salgas de mi lado hasta que todo esto haya terminado. Y cuando todo se calme... veremos. Pero mientras tanto, Luca -su voz se volvió más baja, casi un ronroneo peligroso-, tienes que entender que no me contendré más contigo.

Luca sintió que se le aceleraba el corazón ante esas palabras. El tono de Alessandro era suave, pero estaba cargado de promesas oscuras. Promesas de deseo, de pasión y, sobre todo, de control. Alessandro no estaba hablando solo de protegerlo; estaba hablando de poseerlo por completo, de hacer que Luca se entregara a él de una manera que no había hecho con nadie más.

El omega respiró hondo, sintiendo el calor del cuerpo de Alessandro contra el suyo, y la forma en que los brazos fuertes del capo lo rodeaban. Había algo tentadoramente peligroso en todo eso, algo que hacía que Luca quisiera entregarse, dejarse llevar por el poder de Alessandro y olvidar todo lo demás. Pero, al mismo tiempo, sabía que ese tipo de entrega no sería fácil.

-No soy un prisionero, Alessandro -dijo Luca, levantando la barbilla con desafío, aunque su cuerpo traicionaba su inquietud al temblar ligeramente bajo las manos del capo.

Alessandro sonrió, pero su sonrisa no alcanzó sus ojos.

-No, Luca. No eres un prisionero. Pero tampoco eres libre.

El aire entre ellos se volvió denso, cargado de deseo y tensión. Luca sabía que había entrado en un juego que no podía ganar. Alessandro era demasiado poderoso, demasiado dominante. Pero a pesar de eso, o tal vez debido a ello, una parte de Luca anhelaba más, quería ver hasta dónde llegaría el capo, cuánto estaba dispuesto a tomar.

Y sabía que, en el fondo, Alessandro lo tomaría todo.

-No pretendo ser libre de ti -susurró Luca finalmente, rindiéndose al momento, permitiendo que sus manos recorrieran la fuerte espalda de Alessandro, sintiendo los músculos bajo la camiseta.

El contacto fue suficiente para que más, sus labios rozando los de Luca en un beso lento y tortuoso, uno que prometía mucho más. Y en ese momento, Luca supo que no importaba lo que sucediera después; ya estaba completamente perdido en ese juego, y Alessandro Moretti era el único que tenía el control.