Me Muero Con Él

Marcos

Capítulo 14 - Superando Obstáculos

Han pasado varios días desde mi última visita a la humilde vivienda de Marcos y su familia. Recuerdo vívidamente la emoción y la esperanza que inundaban mi corazón cuando me acerqué a ellos, decidida a ofrecer mi ayuda sin esperar nada a cambio. Sin embargo, la firme negativa de su padre a aceptar mi propuesta fue un duro golpe que me dejó descolocada y llena de frustración.

A pesar de mis esfuerzos por convencerlos de que mis intenciones eran genuinas, el señor Fernández se mantuvo inquebrantable en su posición. Para él y su familia, la idea de recibir ayuda de alguien como yo, de una clase social diferente, era impensable. Su dignidad y orgullo eran lo más valioso que poseían, y no estaban dispuestos a renunciar a ello bajo ninguna circunstancia.

Entiendo perfectamente la posición de Marcos y su padre. Sé que para ellos, aceptar mi oferta supondría poner en riesgo todo lo que han construido a lo largo de los años. Sin embargo, no puedo evitar sentir que están cometiendo un gran error al dejar pasar esta oportunidad.

Después de la última visita, regresé a mi hogar con el corazón pesado y la mente llena de dudas. ¿Acaso había sido demasiado insistente? ¿Debería haber respetado más su decisión desde el principio? Estas preguntas me atormentaban, pero a pesar de ello, mi determinación por ayudar a Marcos no se había extinguido.

Hoy, mientras me encuentro en mi habitación, un suave toque en la puerta interrumpe mis cavilaciones. Al abrir, me encuentro con la severa mirada de mi padre, quien me observa con una expresión que denota cierta preocupación.

—Alejandra, hija, necesito hablar contigo —dice, con una voz grave.

Asiento en silencio, sintiendo un nudo formarse en mi estómago. Algo me dice que esta conversación no será agradable.

—Papá, ¿qué sucede? —pregunto, tratando de mantener la calma.

Mi padre suspira profundamente y se acerca a mí, colocando una mano sobre mi hombro.

—Alejandra, me temo que tendrás que viajar a París por un tiempo —dice, con seriedad—. Hay algunos asuntos familiares que requieren de tu presencia allí.

Siento que mi corazón se detiene por un instante. París, ¿acaso eso significa que tendré que alejarme de Marcos y de su familia?

—Papá, pero... ¿por cuánto tiempo tendré que ir? —pregunto, con desesperación.

Él me mira con una expresión que denota una mezcla de preocupación y firmeza.

—No lo sé con exactitud, hija —responde, con cautela—. Pero temo que será por un periodo prolongado. Hay algunas cuestiones importantes que requieren de tu presencia allí.

Siento que la angustia me invade. No puedo creer que mi padre esté haciendo esto, justo cuando estaba tan cerca de poder ayudar a Marcos.

—Papá, por favor, no puedes hacerme esto —suplico, sintiendo que las lágrimas amenazan con brotar de mis ojos—. Acababa de establecer un vínculo con Marcos y su familia. No puedo abandonarlos ahora.

Mi padre me mira con una expresión severa y aprieta suavemente mi hombro.

—Alejandra, lo siento, pero no hay discusión posible —dice, con firmeza—. Tienes que ir a París y permanecer allí hasta que yo te indique lo contrario.

Niego con la cabeza, sintiendo que la desesperación se apodera de mí.

—Papá, por favor, déjame quedarme —insisto, aferrándome a la esperanza—. Prometo que me mantendré al margen y no volveré a involucrarme en los asuntos de la familia de Marcos.

Mi padre me mira con una expresión de lamento y niega con la cabeza.

—Lo siento, Alejandra, pero mi decisión está tomada —dice, con voz grave—. No puedo arriesgarme a que sigas interfiriendo en los asuntos de esa familia. Tienes que ir a París, y punto.

Siento que las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas. No puedo creer que mi padre esté haciendo esto, justo cuando estaba tan cerca de poder ayudar a Marcos.

—Papá, por favor, reconsidéralo —suplico, aferrándome a la desesperanza—. Sé que puedo ayudar a Marcos a conseguir esa beca sin poner en riesgo la dignidad de su familia.

Mi padre me mira con una expresión de firmeza y acaricia suavemente mi rostro.

—Alejandra, lo siento, pero mi decisión está tomada —dice, con voz grave—. Tienes que ir a París y quedarte allí hasta nuevo aviso.

Siento que la frustración y la impotencia me consumen. No puedo creer que mi padre esté haciendo esto, justo cuando estaba tan cerca de poder ayudar a Marcos.

—Papá, por favor, no puedes hacerme esto —imploro, sintiendo que las lágrimas se agolpan en mis ojos—. Marcos y su familia lo necesitan. Déjame quedarme y seguir apoyándolos.

Mi padre me mira con una expresión de lamento y niega suavemente con la cabeza.

—Lo siento, hija, pero no puedo permitir que sigas involucrándote en los asuntos de esa familia —dice, con firmeza—. Tienes que ir a París y quedarte allí hasta nuevo aviso.

Siento que el corazón se me parte en mil pedazos. No puedo creer que mi padre esté haciendo esto, justo cuando estaba tan cerca de poder ayudar a Marcos.

—Papá, por favor, reconsidéralo —suplico, sin poder contener las lágrimas—. Sé que puedo hacer la diferencia en la vida de Marcos. Déjame quedarme y seguir luchando por sus sueños.

Mi padre me mira con una expresión de lamento y me abraza con fuerza.

—Lo siento, Alejandra, pero mi decisión está tomada —dice, con voz grave—. Tienes que ir a París y quedarte allí hasta nuevo aviso.

Siento que la desesperación me invade. No puedo creer que mi padre esté haciendo esto, justo cuando estaba tan cerca de poder ayudar a Marcos.

—Papá, por favor, no me hagas esto —imploro, sintiendo que las lágrimas se agolpan en mis ojos—. Marcos y su familia lo necesitan. Déjame quedarme y seguir apoyándolos.

Mi padre me mira con una expresión de lamento y niega suavemente con la cabeza.

—Lo siento, hija, pero no puedo permitir que sigas involucrándote en los asuntos de esa familia —dice, con firmeza—. Tienes que ir a París y quedarte allí hasta nuevo aviso.

Siento que la angustia me consume. No puedo creer que mi padre esté haciendo esto, justo cuando estaba tan cerca de poder ayudar a Marcos.

—Papá, por favor, reconsidéralo —suplico, sin poder contener las lágrimas—. Sé que puedo hacer la diferencia en la vida de Marcos.